domingo, 29 de junio de 2008

Mi amigo Marianito Marco

Aquí me ven junto a mi gran amigo Marianito Marco, un ser por el cual guardo un profundo aprecio, un inmenso cariño. Somos del mismo signo así que a pesar de nuestra diferencia generacional nos entendemos bastante bien. Bueno sería que dejara de guardar tanto respeto y cariño por él y se lo demuestre un poco mas, en fin. Es por ello que hace un tiempito atrás grabamos en el "taller musical el chunkano" una bonita zamba de Peteco Carabajal, mis sueños. Por éste motivo los invito a que disfruten de su canto y su guitarra, de su música y de arte, de su auténtica manera de decir la vida y de su no menos desfachatada manera de hacer cantar a su corazón.









el chunkano

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martes, 17 de junio de 2008

Tren para todos

Tenes la oportunidad de hacer algo antes de que sea tarde

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Don pedro Serrano, mi viejo


Por más que cante (Zamba)

A don Pedro yo le canto
Son solo astillas mis versos
Si no hay leña que avive
Tanto fuego.

A don Pedro yo le canto
Para mirarlo de cerca
Había que tener limpia
La conciencia.

A don Pedro yo le canto
Mi copla no haya consuelo
Y por mas que canto y canto
Mi tristeza llega al cielo

A don Pedro yo le canto
Se me hace eterno el silencio
Si su aplauso y su risa
Sigo oyendo.

A don Pedro yo le canto
Ya puede descansar tu alma
Le dijo dios en sueños
Todo has hecho.


A medida que pasa el tiempo desde la partida de mi viejo mas sentido cobra la palabra silencio. De seguro uno de los caminos que no podemos dejar de transitar en esta vida es la partida de un ser querido. La relación que nos unía a mi padre y a mi, era mucho más fuerte que un lazo de sangre ya que él me eligió, él tomo la valiente decisión de no dejarme librado a mi suerte, en pocas palabras, me adopto. Por eso creo que el lazo que aun nos une en el presente es el del profundo amor. Muchas noches lo sueño pero lejos estoy de sentirme mal la mañana siguiente. Para mi, su imagen en los sueños que tengo lejos esta de ser una experiencia fantasmagórica o tétrica, me produce un profundo regocijo el reencontrarme con él aunque sea de esta manera rayana a la locura. Mi casa esta llena de retratos de mi viejo por que solo en su mirada encuentro cálido abrigo ante la adversidad. Son tantas las cosas que les puedo contar de él como las que calló. Y es que de las huestes de la humildad mi viejo fue un gran soldado. Pero no solo en mis sueños vive. A diario, en las decisiones que tomo con respecto a mi vida, su sabiduría muchas veces endereza mis malos pasos retornándolos a la buena senda. Levanto los ojos al cielo y descubro en la soledad de este universo el grato don de la vida que se nos ha regalado. En esos momentos me doy cuenta por que mi viejo hizo lo que hizo, vivió como vivió, él supo honrar esta vida. El supo desde su incipiente escolaridad de sexto grado comprender las cosas y enseñarme mucho más de lo que yo pude aprender. En estas épocas vacuas de ideales lo suficientemente nobles para entablar una cruzada se me antoja que el recordar su memoria es un excelente motivo para vivir. El supo salvarme de todas las maneras en que se puede salvar a alguien. Mi admiración es gratitud, mi gratitud es amor y mi amor, memoria y recuerdo. Hay parámetros con lo que se miden nuestras acciones mas allá de leyes humanas, naturales o celestiales. Hay voces que quedan adheridas a nuestras conciencias de por vida y nos aturden con sus socarronas verdades. Es por eso que en estos días me carcome una pregunta que de seguro me haré toda la vida: ¿Se sentirá orgulloso de mí?

el chunkano

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lunes, 9 de junio de 2008

Mi sueño invernal (Vals)

En este berretín de andar por este mundo compartiendo lo que el corazón le dicta, tomo una bocanada profunda de locura y suspiro como enamorado todas sus penas.


Mi sueño invernal (Vals)

La muerte ansiosa está, ya me siente llegar
con mi absurdo disfraz, él de eternidad
Y en mi alma, equipaje del mas allá,
nostalgias guardadas para recordar.

La canción que de pibe supe tararear
con su nota final me querrá salvar
de tanta derrota y mi soledad
Silbando bajito ya me iré a olvidar.

Ando esta noche cantando
secretos que mi alma calló
Se que me andas buscando
pastor del sueño invernal
Mi vida peleando
solo así tendrás.


Fue la felicidad, solo una deuda más
que la vida en su afán me debió pagar
con el amor de una buena mujer
No quiero revanchas, total ¿para qué?

Ando esta noche cantando
secretos que mi alma calló
Se que me andas buscando
pastor del sueño invernal
Mi vida peleando
solo así tendrás.


chino serrano



el chunkano

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sábado, 7 de junio de 2008

No solo de pan vive el hombre, también de circo.




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Somos hijos de la tierra
la tierra es nuestra madre
Somos todos sus dueños
Somos los caprichos
del alfarero universal,
que entretejió el polvo
de las estrellas
y con mucha esperanza
su soplo de vida dió.
Somos hijos de la tierra
La tierra es nuestra madre.



Por Osvaldo Bayer


Desde Bonn, Alemania

Toda Europa se prepara para el Campeonato Europeo de Fútbol que comienza hoy. Si comparamos los espacios en los medios de comunicación que se le han dedicado a la Conferencia Mundial de Alimentación que acaba de finalizar con las páginas y páginas que se dedican a los comentarios y reportajes de fútbol, son diez a uno. Diez para el fútbol y uno para el hambre mundial que esa conferencia ha dejado en claro: 800 millones de seres humanos padecen hambre en el mundo; la mayoría, por supuesto, niños. Diez goles a uno: toneladas de papel sobre jugadores, pronósticos, entrenadores, hinchadas. Otros diez golazos en contra para los pobres del mundo.

Que los hay en todos los países. Desde el primer mundo hasta el tercero, cuarto. Sí, leamos por ejemplo el informe de la Asociación Federal de la Mesa Alemana. Es una organización de ayuda a hombres, mujeres y niños que no pueden alimentarse bien por falta de medios. Actualmente, se atiende a 800.000 necesitados en toda Alemania. Se les entrega pan, productos lácteos, fruta y verdura. La razón de este aumento de pobres es la suba que han tenido últimamente los precios de alimentos. Justamente ayer, viernes, se instaló la llamada “mesa larga de la solidaridad”, de 200 metros de largo, en Magdeburgo. Eso se llama verdadera solidaridad. Esta organización comenzó en 1993 en una ciudad y hoy ya hay 785 filiales en las diversas regiones alemanas. Tienen 35.000 ayudantes voluntarios que solicitan a los supermercados, panaderías o carnicerías la donación de productos sobrantes. El presidente de esta organización, Gerd Häuser, declaró a la revista Stern: “La red social no existe más en Alemania. Muchos que reciben del Estado ayuda por desocupado y jubilado, pero también madres solas con hijos, ya no llegan a comer todos los días sin nuestra ayuda”. Agregó que “cada vez aumenta más el numero de niños y los adolescentes que necesitan ayuda. Ya están llegando a una cuarta parte de los que vienen a nuestras mesas. En algunas ciudades llegan ya hasta el 40 por ciento”.

Pienso en la Argentina. En los generosos comedores infantiles que se han ido organizando en casi todos los barrios pobres, a los cuales hay que ayudar. Sí, en el país de las espigas de oro. Hambre, hambre.

El gobernador de Buenos Aires, Scioli, ha dicho hace algunas horas: “Con los alimentos no se jode”. Claro que no. Justamente lo que pasa en la Argentina, donde se ha volcado, como protesta, leche a las zanjas, ha ocurrido en estos días en Holanda y Alemania. Una revista alemana muestra cómo en Holanda se han bañado chicos y grandes con leche derramada por los productores. Que se derrame la leche, que se arrojen a las carreteras los cereales, habla de falta de sentido de respeto a la vida. ¿Por qué esa leche no se llevó gratis a las escuelas y a los comedores infantiles y de adultos o se repartió en los barrios pobres? Lo mismo con los otros productos que se tiraron a la basura. Hubiera sido más directa y simpática dicha protesta si hubieran llamado a la puerta de cada casa y obsequiado a cada uno un vaso de leche. Pero claro, el problema no se reduce a la leche que tiraron o no. No se jode con los alimentos, pero también hay que empezar a gritar: no jodan con la tierra, no jodan con los bienes que pertenecen a todos. Con retenciones o no retenciones no se soluciona el problema fundamental, sino con una reforma agraria bien estudiada, de fondo, en libertad y debate. Por ejemplo, impedir propiedades de tierras mayores a treinta mil hectáreas –como principio– y propender a la formación de cooperativas agrarias con los verdaderos trabajadores de la tierra. Una sociedad verdaderamente democrática no puede permitir que sean las empresas pulpos las que nos digan cuánto tendremos para comer y cuánto se dará para biocombustibles, o se siembre sólo aquello que les da más ganancias. La tierra es un bien público y no de las tendencias del mercado. Son las necesidades de todos los habitantes las que tienen que regir y no de aquellos que paran por unas horas en Puerto Madero. Con la tierra no se jode, tendría que ser el lema argentino.

Lo hemos podido comprender en la reciente Cumbre Mundial sobre la Alimentación, en Roma. Donde concurrieron 40 jefes de gobierno y 4747 delegados. (Nos imaginamos lo que debe haber costado ese encuentro.) Bien, pero ¿qué se resolvió? Primero digamos que por lo menos se comprobó de acuerdo con cifras oficiales que 850 millones de habitantes viven todos los días con hambre y están desnutridos. Que más de una cuarta parte de la suba de precios de los alimentos se debe a los negocios especulativos que se hacen con ellos. (Los argentinos debemos tener bien en cuenta justamente eso y preguntémonos: quién hace los negocios especulativos.)

Quedó claro en la reunión esto de las especulaciones cuando se puso el ejemplo de Ucrania, donde subió de pronto el precio del trigo en un tercio cuando se resolvió dedicar más tierra al cultivo de la colza. O cuando Bush anunció que se iba a promover el bioetanol e instantáneamente se duplicó el precio del azúcar. El Banco Mundial ha declarado que cuando se propuso el aumento de las llamadas “plantas energéticas”, subió el precio de los alimentos entre el 30 y el 70 por ciento. Oficialmente se dijo que hay peligro de hambre en treinta y tres países. Lo dijo en el Congreso el representante de la organización de Ayuda contra el Hambre en el Mundo: “En esta reunión se tendría que haber discutido el peligro de las prácticas comerciales que distorsionan la seguridad de la alimentación de los países en desarrollo.” No, eso no se hizo. Porque, ¿quién le pone el cascabel al gato del sistema? Es un papel que, sin ninguna duda, tienen que tomar en sus manos las organizaciones de derechos humanos del mundo entero, porque nada se puede esperar de delegados que sirven como lacayos de los gobiernos. Es un papel que desde hace mucho tiempo tendrían que haberlo tomado también las iglesias. Pero hasta ahora han dado como única solución recomendar ponerse a rezar. O embellecer todo con palabras que parezcan profundas. En el actual conflicto argentino, el cardenal Bergoglio ha pedido a las partes en litigio un “gesto de grandeza”. ¿Gesto de grandeza a quienes siempre aspiran a ganar más? El mismo cardenal ha empleado la palabra “concordia”. ¿“Concordia” a un sistema que nos ha llevado a esto? Multimillonarios y pobres de pan duro.

No, los problemas hay que solucionarlos y tienen que prevalecer las búsquedas de soluciones para los problemas de los que no tienen ni siquiera para ponerles un pan en la mesa a sus hijos. Porque si no la “concordia” a la que se llegue en la Argentina va a merecer el título que el diario alemán Frankfurter Rundschau le acaba de dar a la conferencia de la Alimentación de Roma: “Gran circo y poco pan”. Ninguna receta contra el hambre.

¿Para eso se gastó tanto en este congreso? Casi cinco mil delegados para ese resultado final.
Pero no todo está perdido, como siempre, el destino nos trae de pronto un hecho humilde, pero logrado con todo coraje civil. Me llega un mensaje de que en Lanús, en mi país argentino, se cambió oficialmente el nombre de la calle coronel Federico Rauch por el nombre de un obrero de ese barrio desaparecido en 1976. Asistió el intendente al acto cumpliendo así la resolución del Concejo Deliberante. Se cumplía así un sueño. Terminar con la glorificación de ese militar mercenario contratado por Rivadavia “para exterminar a los indios ranqueles”. A los cuales degollaba “para ahorrar balas”, como lo dice en sus comunicados. En 1963 pedí en la ciudad bonaerense de Coronel Rauch que el pueblo votara otro nombre. Por ese pedido fui preso 63 días ya que el ministro del Interior de la dictadura militar de ese tiempo era el general Juan Enrique Rauch, bisnieto directo del mercenario. Y ahora en Lanús, a 45 años de mi pedido, se daba el primer paso para bajar del pedestal a quien iniciaba una línea que iba a terminar con la matanza de Roca, que iba a dar el paso a la repartición de la tierra y al origen de los dueños de la tierra que hoy obligan a marcar el rumbo de nuestra economía.

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lunes, 2 de junio de 2008

La fe en los mesías




Comenzemos a dimensionar la realidad imperante en nuestro pueblo para poder ver las soluciones.



Con el paso de los días se acrecienta cada vez más el malestar en nuestro país, Argentina. Son variados los puntos de vista que puede tener esta situación como así también son variadas las posiciones tomadas por las partes actuantes, el ruralista y el gobierno. Si tuviéramos que representar nuestra realidad mediante una metáfora sería comparable a una guerra donde los ruralistas y el gobierno están fuertemente atrincherados y solo en el pueblo, que esta desarmado, se producen las mayores bajas. En una guerra la situación que esta padeciendo el pueblo se llama daño colateral. Ambos, campo y gobierno son coautores responsables de esta situación, ambos se escudan en las mismas excusas, ambos ante el endurecimiento de esta situación tienen un plan optativo que los librará de sufrimientos. Son muchas las comparaciones que se me ocurren para este panorama de necio infantilismo que protagonizan ambos sectores. Imaginen que dos vecinos tienen un problema y antes de pensar en solucionar las cosas hablando como gente adulta y culta se les ocurre que la mejor manera de poner fin a dicho problema es a los tiros. Entre tantos disparos hieren a un tercer vecino. Las excusas serian variadas como: el disparo primero, el se agacho, ya me tenia cansado, no pensé que iba a herir a alguien mas, etc. En todos los casos el herido es el tercer vecino, y en este en particular, el perjudicado es el pueblo. Ya ambos sectores han dado sobradas muestras de intransigencia y ambos sectores se envuelven en la bandera argentina y hablan del pueblo como si no fueran ellos mismos los que lo perjudican. Basta, basta. Mucho más allá de la razón tiene que primar el sentido común. Ese sentido que hoy brilla por su ausencia en ambos sectores. Lo mas triste de todo esto es que cuando llegue todo a su fin y se repartan la torta, ambos, a su antojo se han de llevar las mejores partes dejando al pueblo las deudas de los platos rotos.





Ahora también hace algunos días revolotea una idea por mi cabeza. ¿Cuál es el alcance de la fe en esta situación? Tener fe en las cosas que no admiten la comparencia de la razón es tan sencillo como insoslayable. Yo creo en dios, creo en el amor por mis padres, creo en mi pasión por la música pero de seguro nunca podría probarlo mediante deducción razonable alguna. La persona que me viera tendría que tener fe que tales vínculos, sentimientos u emociones existen y los estoy viviendo. No creo que de manera alguna la fe nos pueda ayudar en la situación reinante en nuestro país. En todo momento tenemos fe de que va a aparecer un Mesías político que nos va rescatar de la profunda crisis que nos envuelve y eso es muy nocivo para nuestro futuro. Como pueblo seguimos expectantes, apáticos, sobre todo indiferentes a lo que nos sucede y cuando algo nos duele inmediatamente reclamamos que tal situación llegue a su fin, sin pensar por un solo instante que nuestra participación sea tan necesaria como vital en el cese del dolor. La culpa o responsabilidad de todo lo que nos sucede siempre debe recaer en alguien mas que no sea sobre nosotros. Como pueblo no nos interesa quien nos gobierne con tal de que nos dejen vivir tranquilos. Poco a poco vamos relegando nuestros derechos con tal de no hacer el esfuerzo de pensar. Por ejemplo: hablamos de lo malo de la corrupción de nuestros gobernantes y de que habría que desterrarla de manera inmediata pero no estamos dispuestos a respetar un semáforo; hablamos de corrupción y nos adelantamos en las colas de los bancos inescrupulosamente como si ese fuera un derecho. Negamos abiertamente que en los pequeños actos de corrupción este la raíz de los grandes negociados de nuestro gobierno. Queremos otro país pero no estamos dispuestos a pagar el precio por él. Por eso mi planteamiento es sencillo, más que fe nos hace falta confianza en nosotros mismos. Debemos creer en que la vida es posible y no atenernos rigurosamente a las normas del capitalismo, que solo nos brinda la oportunidad de sobrevivir. Debemos saber que el bienestar de un pueblo es la suma de muchas voluntades distintas a la mía. Que su crecimiento se basa en la confianza mutua que sus habitantes tengan entre si. Hasta el día de hoy creemos que el verdadero poder del pueblo esta en su capital y eso es mentira, esta en su autodeterminación. Nos han hecho creer otra cosa. ¿Por qué, de no ser así, la clase política se ocupa del manejo de nuestra voluntad mediante cuanto medio le sea posible? Lo mas triste de todo es que ya nadie confía en que un político, aunque sea nuestro candidato, pueda revertir esta situación y sin embargo con una abnegación vehemente los votamos. Todos somos parte de la realidad acuciante de nuestro país como así también todos somos parte de la solución.



De aquí se desprende un tercer pensamiento: el peligro que significa estar esperando un Mesías político que nos brinde soluciones mágicas. Un estratega iluminado, un negociador nato, un carismático orador, y lo peor de todo, estamos esperamos a alguien que robe pero no tanto. ¿Se dan cuenta cuanto hemos resignado de nuestra dignidad como argentinos? Si les dijera que con el quince por ciento de lo producido por nuestro país en alimentos podríamos abastecerlo ampliamente, sin tener que padecer el hambre del pobre. Descartemos a tanto político prometedor que nos dejan en una situación cada vez peor. No esperemos las soluciones de sus manos. Basta de confiarles nuestro futuro y el de nuestros hijos. Cuando asumen el poder no esta entre sus objetivos el bienestar del pueblo.



Todo esta en nuestras manos, no en los delirantes acólitos del poder que hoy nos gobiernan. Libremos una dura batalla contra nuestra indiferencia, nuestra apatía, nuestra desazón. Dejemos que una idea, un sueño, un proyecto conjunto, un esfuerzo compartido nos guíe a nuestras metas. Todos y cada uno de nosotros somos necesarios para que este país cambie, solo tenemos que quererlo, pero todos. Todos podemos dar algo más de lo que damos por eso demos mucho más de lo que el país necesita. Mirémonos mutuamente a los ojos y volvamos a confiar el uno en el otro, rescatemos esa dignidad que nos hizo un país de un gran corazón, un país de brazos abiertos. Mas que fe en los Mesías tengamos confianza en nosotros mismos.



el chunkano

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