A medida que pasa el tiempo desde la partida
de mi viejo mas sentido cobra la palabra silencio. De seguro uno de los caminos
que no podemos dejar de transitar en esta vida es la partida de un ser querido.
La relación que nos unía a mi padre y a mi, era mucho más fuerte que un lazo de
sangre ya que él me eligió, él tomo la valiente decisión de no dejarme librado
a mi suerte, en pocas palabras, me adopto. Por eso creo que el lazo que aun nos
une en el presente es el del profundo amor. Muchas noches lo sueño pero lejos
estoy de sentirme mal la mañana siguiente. Para mi, su imagen en los sueños que
tengo lejos esta de ser una experiencia fantasmagórica o tétrica, me produce un
profundo regocijo el reencontrarme con él aunque sea de esta manera rayana a la
locura. Mi casa esta llena de retratos de mi viejo por que solo en su mirada
encuentro cálido abrigo ante la adversidad. Son tantas las cosas que les puedo
contar de él como las que calló. Y es que de las huestes de la humildad mi
viejo fue un gran soldado. Pero no solo
en mis sueños vive. A diario, en las decisiones que tomo con respecto a mi
vida, su sabiduría muchas veces endereza mis malos pasos retornándolos a la
buena senda. Levanto los ojos al cielo y descubro en la soledad de este
universo el grato don de la vida que se nos ha regalado. En esos momentos me
doy cuenta por que mi viejo hizo lo que hizo, vivió como vivió, él supo honrar
esta vida. El supo desde su incipiente escolaridad de sexto grado comprender
las cosas y enseñarme mucho más de lo que yo pude aprender. En estas épocas
vacuas de ideales lo suficientemente nobles para entablar una cruzada se me
antoja que el recordar su memoria es un excelente motivo para vivir. El supo
salvarme de todas las maneras en que se puede salvar a alguien. Mi admiración
es gratitud, mi gratitud es amor y mi amor, memoria y recuerdo. Hay parámetros
con lo que se miden nuestras acciones mas allá de leyes humanas, naturales o
celestiales. Hay voces que quedan adheridas a nuestras conciencias de por vida
y nos aturden con sus socarronas verdades. Es por eso que en estos días me
carcome una pregunta que de seguro me haré toda la vida: ¿Se sentirá orgulloso
de mí?
el chunkano