miércoles, 6 de mayo de 2009

Libre albedrio


Sigo pensando quien soy y creo que me lo voy a seguir preguntando toda mi vida. También creo que es bueno que sea así. El nombre que nos dieron nuestros padres solo nos identifica socialmente. El oficio, profesión, trabajo, la vocación solo nos dan las coordenadas para saber cuál ha de ser nuestro lugar en dicha sociedad. Si somos hombres o mujeres solo nos da un punto de vista distinto. Todo esto me dice mucho de nosotros pero no lo dice todo. Todo esto dice mucho de mí pero dice muy poco.Cuando nos levantamos todas las mañanas nuestro cerebro pone en funcionamiento una serie de músculos para que nos incorporemos en la cama y de ahí comencemos a vivir un nuevo día. Aun así no me atrevo a aseverar como una verdad absoluta que la única fuerza que por las mañanas me levanta de mi cama es la fuerza física. Me podrán decir que por supuesto que no es así, que también entran en juego una serie de impulsos psicológicos que nos animan para que esto ocurra. Yo me atrevo a creer un poco más allá, intuyo fuerzas superiores al ser humano. Para trazar un paralelo creo en la existencia de estas fuerzas y creo que la mayor parte de la raza humana la llama dios. Simplemente al ver a nuestro alrededor advertimos la intervención de fuerzas descomunales en la creación y la mayoría de estas fuerzas son ajenas a nuestra raza. Es por ello que creo que tales fuerzas formadoras de todo lo que conocemos influyen directamente en nuestra historia cotidiana, son responsables y formadoras de nuestros destinos. Desde la primera bocanada de aire por la mañana hasta el último suspiro de la noche estamos sumidos en su cauce, somos parte de él. Somos parte de la fuerza que nos alimenta, que nos mueve. Somos el viento y la hoja en él. Este pensamiento no es para nada paradójico si nos despojamos de los parámetros del tiempo. ¿Cómo no saberme una consecuencia directa del movimiento caótico de estas fuerzas? ¿Cómo no creer que estas fuerzas influyen nuestro pequeño ser si la infinitud del universo cae postrado ante su movimiento? Todas las mañanas cuando me levanto se que lo hago por razones que exceden a los procesos físicos y químicos. Me levanto por mí, por mis amigos, por mis alumnos, por mi perro “Hermeto”, me levanto para concretar mis sueños pero me levanto principalmente porque se me ha dado la maravillosa oportunidad de hacerlo, porque todo el universo se ha confabulado para que lo haga. Abro mis ojos y el universo los abre, extiendo mi mano y estoy más cerca de él, sueño su realidad y él realiza mis sueños, un solo latido de mi corazón basta para refutar la muerte y una sola estrella que muere señala un nuevo comienzo. Pero si todo esto es así, que solo somos un pequeña parte de un cauce enérgico ¿somos libres?
Es por ello que me domina cada vez más enérgicamente la idea de soy mi elección. Las fuerzas que entran en juego para llevar a cabo un determinado proyecto no siempre están en nuestras manos pero la decisión sí. Allí tal vez yace la raíz de quien soy. La raíz de quien soy, de quienes somos no está solamente en lo que conseguimos en la vida, ni en lo que llegamos a ser. Somos también todo aquello que decidimos ser y no llegamos, somos aquellas decisiones que no pudimos llevar a cabo pero que nos dejaron parados delante de nuevos caminos para elegir. Por ejemplo yo no soy solo el bajista que hace veinticinco años eligió este instrumento, también soy el contrabajista que siempre quise ser y que solo hace apenas un año pude empezar a concretar. Yo no solo soy la persona que ama a sus padres con todo el corazón sino también que hoy ya soy esa persona que va a amar a su esposa e hijos con la misma fuerza. Somos nuestras decisiones más allá de que las concretemos o no. Un médico ya es médico en el momento que toma la decisión de serlo solo ha de ser paciente con el tiempo y saber esperar y procurar la llegada de los saberes para serlo. Yo nunca podría ser médico no por que no tenga la inteligencia para serlo, ni me falten recursos para estudiar, ni tenga una universidad cercana para hacerlo. Yo nunca voy a ser médico porque nunca voy a tomar la decisión de serlo.
Yo soy músico desde el primer momento en que un entrañable amigo puso una guitarra en mis manos y tome la decisión que eso sería en mi vida, músico. No soy un músico brillante que derroche talento, soy solo un modesto músico que sus saberes apenas les alcanza para aplacar su insaciable sed de sonidos, de silencios. Llegué apenas con dignidad a manejar este idioma para comunicarme con los demás y para poder enseñarlo. Pero, por lo que más quiero que decidí serlo, decidí ser músico y llevo veinticinco años de mi vida de profundo éxito en mi empeño por serlo, en la realización de mi sueño. He tenido muchas idas y venidas pero siempre siguió mi decisión de serlo. Por eso cuando me levanto por la mañana tomo mis fuerzas y todas las que tengo a mano para mantener las decisiones que me hacen ser quien soy mas allá de un nombre, de una profesión o de una posición social. Me aferro a ellas porque sé que la vida te quita solo las cosas que nunca fueron tuyas y te arrebata todo aquello que nunca perderás. Mis padres siempre me pertenecieron y ni la muerte me pudo separar de ellos. ¿Somos libres? Si, somos libres y vaya que lo somos. En nuestro libre albedrio ganamos todos los días una pequeña parte de nuestra libertad porque a pesar de que las ataduras que nos retienen son fuertes hemos decidido romperlas. Irónico sería que dios nos de libre albedrío y después nos castigara por no seguir un camino que no sea el suyo.

el chunkano

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