domingo, 30 de septiembre de 2012

Tanto tiempo...


 
A medida que pasa el tiempo desde la partida de mi viejo mas sentido cobra la palabra silencio. De seguro uno de los caminos que no podemos dejar de transitar en esta vida es la partida de un ser querido. La relación que nos unía a mi padre y a mi, era mucho más fuerte que un lazo de sangre ya que él me eligió, él tomo la valiente decisión de no dejarme librado a mi suerte, en pocas palabras, me adopto. Por eso creo que el lazo que aun nos une en el presente es el del profundo amor. Muchas noches lo sueño pero lejos estoy de sentirme mal la mañana siguiente. Para mi, su imagen en los sueños que tengo lejos esta de ser una experiencia fantasmagórica o tétrica, me produce un profundo regocijo el reencontrarme con él aunque sea de esta manera rayana a la locura. Mi casa esta llena de retratos de mi viejo por que solo en su mirada encuentro cálido abrigo ante la adversidad. Son tantas las cosas que les puedo contar de él como las que calló. Y es que de las huestes de la humildad mi viejo fue un gran soldado.  Pero no solo en mis sueños vive. A diario, en las decisiones que tomo con respecto a mi vida, su sabiduría muchas veces endereza mis malos pasos retornándolos a la buena senda. Levanto los ojos al cielo y descubro en la soledad de este universo el grato don de la vida que se nos ha regalado. En esos momentos me doy cuenta por que mi viejo hizo lo que hizo, vivió como vivió, él supo honrar esta vida. El supo desde su incipiente escolaridad de sexto grado comprender las cosas y enseñarme mucho más de lo que yo pude aprender. En estas épocas vacuas de ideales lo suficientemente nobles para entablar una cruzada se me antoja que el recordar su memoria es un excelente motivo para vivir. El supo salvarme de todas las maneras en que se puede salvar a alguien. Mi admiración es gratitud, mi gratitud es amor y mi amor, memoria y recuerdo. Hay parámetros con lo que se miden nuestras acciones mas allá de leyes humanas, naturales o celestiales. Hay voces que quedan adheridas a nuestras conciencias de por vida y nos aturden con sus socarronas verdades. Es por eso que en estos días me carcome una pregunta que de seguro me haré toda la vida: ¿Se sentirá orgulloso de mí?

el chunkano

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domingo, 6 de febrero de 2011

Mis cuarenta y tres



Estoy festejando cuarenta y tres traslaciones alrededor del sol junto con este planeta. Desde que nací la tierra ha completado cuarenta y tres órbitas alrededor del sol. Según wikipedia llevo recorridos novecientos treinta millones de kilómetros por año. Por lo que considero que he viajado mucho y tanto viaje inconsciente amerita unos momentos para pensar.


Según mi punto de vista a esta altura de mi recorrido me atrevo a conjeturar que el bien y el mal son dos conceptos que no existen y solo a través de la subjetividad de la conciencia humana se hacen presentes. El tiempo tampoco existe, solo existe el principio y la conclusión de nuestra vida, y el tiempo como tal es solo ese parámetro que usamos para medir su longevidad. Somos mortales y no admitimos bajo ningún punto en que nuestra conciencia deje de existir. Nos cuesta mucho admitir la idea de que todo el universo se transforma, que cambia en forma constante. Millones de átomos se agrupan y desagrupan formando nuevas entidades invariablemente. La materia se une y separa formando infinidad de cosas, una de ellas, nosotros. Millones de años es cantidad inimaginable de tiempo para una vida, pero si pudiéramos alguna vez despojarnos de la conciencia de nuestro ser mortal para ver la eternidad del universo creo que tendríamos que admitir que el tiempo no transcurre sin nuestra conciencia mediante. Si por un momento compartiéramos la eternidad del universo no tendríamos por que contar el tiempo ya que no habría principio ni final. Creo que la existencia del tiempo radica en que tenemos conciencia de nuestra propia existencia, sabemos que nuestra vida tiene un principio y un fin y nos cuesta horrores aceptar que somos materia en constante transformación. El mero hecho de escribir estas líneas me hace parte de ese intento tozudo de resistencia a los cambios inevitables. Un día somos tierra, al otro somos nosotros, luego nuevamente tierra. Por eso rehuimos de aceptar del que es, para nosotros, el más grande de los males, la muerte. No soportamos la idea de que compartamos el mismo destino que el resto del universo. Desde que se escribe la historia el mal es personificado con la muerte, el final. Lo maligno es todo aquello que acelera nuestro paso hasta su encuentro. La muerte a nuestro modo de ver es el final y no lo asociamos con ningún cambio ni transformación. Es por ello que creo que el bien y el mal son conceptos que solo existen a través de nuestra conciencia. El hecho de que una piedra se vuelva polvo no es malo ni bueno, solo es así, cambia, se transforma. Su cambio, su transformación, no queda registrada en ninguna memoria que permita la evocación de su existencia posteriormente ni admite evaluación alguna del suceso como bueno o malo. El día que desaparesca el último ser humano de la faz de la tierra el tiempo, lo bueno y lo malo se iran con él. La vida cuando toma conciencia de si misma, de que existe, manifiesta el tiempo, el bien y el mal.

Es obvio que después de tan largo viaje tenga uno algunos desvaríos. A mí me llego con cierto retraso la crisis de los cuarenta. Así que voy a intentar pensar nuevamente a ver si esta vez me sale mejor.

Se me ocurre en este momento ver mi vida en pequeños cúmulos, como las nubes. Si en el currículo de nuestra vida la felicidad se representara por una sumatoria de algunos eventos específicos creo que el resultado sería que he tenido una vida feliz. Soy poseedor de momentos de profunda dicha y alegría que evoco con sano orgullo, que los recuerdo con inevitable melancolía. También tengo momentos de inconmensurable tristeza de los que guardo como único trofeo el haber salido airoso de ellos. Lo que no tuve como familia (sólo mis padres) lo coseche de mis amigos. Acá están todos los días a mi lado, sin que yo sea un catálogo de virtudes, bancando todos mis defectos, ensalzando las pocas cualidades que me acompañan, dándole sentido a la existencia, brindándole un cauce a sentimientos que atesoro como la amistad, el compañerismo o hasta el mismo amor. Son el mejor regalo que esta vida me ha dado. Por favor sigan a mi lado como siempre estuvieron, perdón por esos momentos en los que les cuesta entenderme y gracias por todo lo que a diario me brindan. Por todo esto es que, muy a pesar de lo que mi ser celebral diga, hoy pretendo pasar un buen cumpleaños por más que el bien y el mal no existan, hoy cumplo cuarenta y tres años por más que el tiempo no exista, hoy soy el más humano de los seres viviendo el presente que nos hace eternos.

el chunkano

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sábado, 22 de enero de 2011

Carta a mi querido festival

Mi nombre es Ramón Ernesto Serrano, me dicen el chino, soy habitante de este pueblo y no quiero guardar silencio. Como siempre sostuve cualquier crítica se debía efectuar después de haber asistido al festival y en mi caso particular de haber participado activamente como artista convocado. Es por esto que espero que mis palabras, mis opiniones sean tomadas como un esfuerzo para que este sueño siga creciendo.

Estoy seguro que esta cuadragésima tercera edición del festival ha tenido un saldo positivo para sus organizadores desde un punto de vista comercial como de convocatoria y esto me alegra gratamente. Ahora desde un plano más subjetivo, más cercano como el que nos toco vivir a los “artistas locales” hubo varios puntos flacos para tener en cuenta.

Voy a hacer alusión a los grupos que me tocó conformar en primer término y quiero dejar en claro que hablo por mi propia persona. Rodrigo Tejeda se vio obligado a tocar a la hora 21hs aproximadamente cuando las luces de la tarde todavía no se habían ido y apenas terminaban de probar sonido los grupos anteriores y con las sillas completamente vacías habiéndose preparado durante meses para dar un espectáculo acorde a esta situación, con un grupo de jóvenes músicos que daban sus primeros pasos en este camino. Uno de ellos, Iván Ludueña, dada la desorganización reinante con el tema de las acreditaciones del festival (que estuvieron listas momentos antes de comenzar la noche del sábado) tuvo que esperar a que llegaran dos de los músicos para hacerles entrega de dichas acreditaciones en la puerta de acceso al festival y cuando iba llegando al escenario para tocar fue apurado verbalmente por el locutor de turno (José Pivato) para que subiera al escenario. Por supuesto que esta persona no tiene ni idea de la preparación emocional que tiene un artista antes de enfrentar al público, mas en el caso particular de Iván que fue su debut. Es más fácil recurrir a un discurso demagógico y exitista poblado de frases hechas antes que comunicarse con sinceridad con la gente. ¿En qué momento una pasión deja de serla para ser nada más que un mero trabajo rutinario?.

Siempre los grupos de Villa del Rosario esperamos la llegada de éste festival no solo para participar sino para darnos el gusto de tocar con un sonido profesional, obvio que no fue éste el caso. Sin entrar en detalles técnicos el sonido no estuvo a la altura de las circunstancias, principalmente por la inoperancia, la ignorancia con respecto al tema, la ineptitud en la acción y pronta respuesta, pero más que nada por la parte humana ya que hubo una total falta de voluntad por lograr un sonido por lo menos digno. Todo esto dio como resultado que en caso de “Rodrigo Tejeda” no se escuchara su guitarra y el violín. En el caso de “Mariano Marco” desaparecieron el bajo, su guitarra y el bandoneón. En el caso de “Los Cuates” se escuchó únicamente la guitarra, la voz y las trompetas. Haciendo especial hincapié en este último, sin desmerecer la labor de los otros artistas locales, cabe destacar que dicha agrupación acaba de cumplir 21 años de una prestigiosa trayectoria y quiso brindar un renovado espectáculo a su pueblo para este festival incorporando tres violines que, para aquellos que tuvimos la suerte de escuchar los ensayos pudimos apreciar esta nueva performance, pero para la gran mayoría que se quedaron a las cinco del domingo por la madrugada les fue imposible por un sonido carente de profesionalidad. Los llamados “artistas locales” hicimos una apuesta fuerte en general para esta edición del festival y fuimos tratados como mero relleno de una grilla con una total falta de consideración y respeto. Les pido que revean el concepto que esgrimen en los medios cuando dicen que “nos están dando una oportunidad a los artistas locales”. Un párrafo aparte tengo que hacer para digerir que con este mismo sonido tocaron “Los Manseros Santiagueños” que con sus cuarenta años de trayectoria fueron ninguneados por esta empresa, sufriendo las mismas vicisitudes, corriendo la misma suerte que todos nosotros.

Fue una verdadera pena y un despropósito que una escenografía tan hermosa como la que se hizo no luciera. Las luces y el sonido fueron un muro a través del cual fue imposible apreciar la hermosa ornamentación y trabajo de una artista local. Por culpa de las exigencias desmesuradas del artista principal que con una total falta de modestia se tomo atribuciones excesivas. Atribuciones que ni siquiera los más grandes fundadores de nuestro folclore se han tomado nunca. Un artista al cual estuvieron dedicados la mayor parte de los fuegos artificiales brillando por su ausencia al comienzo del festival. Toda la reprogramación que se hizo además dio como resultado que el ballet oficial del festival subiera a las tres de la mañana, representando este un hecho inédito en el país ya que tradicionalmente éste, el ballet, abre los festivales. Solo con recordar a Yupanqui, a Daniel Toro (por nombrar algunos), con la humildad y el respeto que pisaban cada nueva tierra a la que arribaban siento una vergüenza ajena de pertenecer a esta generación. Ellos se empapaban de la historia de lugar que visitaban y muchas veces, estos lugares, quedaban prendados como parte de su canto siendo auténticos juglares de nuestras costumbres. Nosotros solo vimos pasar a un cuatrero que se llevo una gran cifra de dinero sin ni siquiera recordar donde estuvo. Le hemos dado un lugar excesivo a un artista pretencioso y arrogante, con exigencias desmesuradas y caprichos de un niño. Mi sugerencia ante los que dicen que es una figura convocante que próxima vez no hagan más un festival, hagan un recital con el artista de turno que termine luego de finalizada la actuación del mismo. Mi principal crítica esta en que nuestro festival, o por lo menos la noche del sábado, no fue organizado como tal sino como un mero concierto o recital. Este artista tendría que haber pedido permiso para entrar en nuestra casa y que no fuéramos nosotros los que fuimos tratados como delincuentes en nuestra propia tierra alejados de su paso. Sus luces, su sonido, su prepotencia y su falta total de humildad, todo su espectáculo fue solo una fachada exitista y acorde a las reglas mediáticas para que no nos diéramos cuenta que lo que brindo como “su música” no fue folclore, desvirtuando radicalmente la esencia del festival. Solo es una hermosa voz carente de mensaje. Cabe aclarar que mi enojo mayor no es solo con las actitudes desmesuradas de esta persona sino con la pasividad con la que dejamos “nosotros” que llevara a cabo sus caprichos.

Finalmente se que debajo de toda esta organización están las chicas y muchachos que como nosotros, de seguro trabajaron noches enteras, que todavía quieren un festival grande como nuestra villa se merece y a todos ellos felicito. Solo pido que de unas vez por todas la parte artística del festival este conducida por gente idónea, para ser más claros, que conozca el paño, que no le digan “peteto” a “Peteco Carabajal”, que si le preguntan de la historia de nuestro pueblo sepan contarla, que si le preguntan cómo se llama el sonido que el mismo contrato le sepa el nombre. Basta de improvisados, de gente incapaz, de gente que llega a encumbrarse al puesto de presidente de la comisión (y no solo hablo de la actual conducción), solo sometiéndose al concurso de ser del mismo partido político. De no ser así, si me equivoco rotundamente, si estoy hiriendo susceptibilidades pido disculpa por anticipado pero al mismo tiempo quisiera saber cuáles son los cánones a seguir para designar a los miembros de la comisión de turismo. De seguro estas son muy buenas personas en otros ámbitos, lejos estoy de hacer una evaluación moral de los mismos, no tengo la autoridad para este menester. Ni siquiera pongo en tela de juicio la buena voluntad con la que hayan participado. Seguro todos ellos son buenos padres, amigos pero no personas idóneas para el cargo que ostentan. Quisiera que lo aquí explicitado no sea tomado como un insulto y sea tenido en cuenta el vejamen moral que hemos sufrido para comprender la dureza de estas palabras. Nos sentimos avasallados en nuestra propia casa. Son palabras de hartazgo, años de lucha enfrentando a las distintas conducciones por el justo reconocimiento de nuestra labor. Sería injusto si dijera que en todo este tiempo algo no hemos avanzado. Años llevamos todos los artistas de Villa del Rosario siendo sus embajadores. En toda tierra que pisamos esgrimimos la bandera de su nombre como un estandarte de nuestra orgullosa pertenencia e identidad. Realmente espero que no sea tomadas estas líneas como un insulto. “Si te digo tonto, no te estoy insultando; te estoy describiendo” Miguel de Unamuno.

Quisiera que todo esto sea tomado como de quien viene, no soy político ni comerciante, llevo 25 años haciendo música, me dedique toda mi vida a esto, no se otro oficio. Sé de lo que hablo y mi enojo y el de mis colegas sólo dejan a las claras lo mucho que queremos nuestro festival y pretendemos que año a año esto crezca y se corrijan estos errores. En mi carrera me ha tocado la desventura de muchas veces tener que tocar en iguales o peores condiciones que ésta y lo he tomado con una completa profesionalidad, pero en este caso en particular no puedo ni debo dejar pasar por que pasó en mi pueblo, al que considero una extensión de mi propia casa. Todo lo que pido es respeto. Les pido que nos cuiden. Somos una voz sincera. El artista refleja lo humano y lo emocional de nuestro ser en su arte. Nos representa. Es la voz que perdura en la historia cuando la letra ha sido borrada. Una melodía, el trazo de un pincel, un paso de danza, un verso, la broca que sentencia la piedra, siempre el artista fue el signo más emblemático e inequívoco en todas las épocas de la existencia del alma. Cuídennos y déjennos crecer.
el chunkano

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lunes, 3 de mayo de 2010

Lo que queremos ver.

Este es un fragmento del brillante pensador de nuestra realidad, Alejandro Dolina, con respecto a los medios de comunicacion que quería compartir con ustedes.





Alejandro Dolina en el programa Televisión Registrada. (Sábado 7 de Noviembre, Canal 13)

Con los medios de comunicación hay que tener un poco de sana desconfianza, es lo mismo que sucede con los espejos.

Uno crece en la inteligencia de que los espejos devuelven fielmente la imagen de quien se les pone adelante. Y es una convicción muy fuerte. Hasta que por ahí, alguien, alguna mano malvada empieza a fabricar espejos que deforman. Espejos que no devuelven la verdad, sino la mentira.

Y entonces me levanto la mañana, me voy a afeitar y uno que se sabe morocho, ve en el espejo una persona rubia distinta a la que es uno. Y así y todo se le tiene tanta confianza a los espejos que incluso prevalece esa confianza por encima de la realidad.

Y uno que ha vivido una morocha vida durante tantos años, entre amigos morochos y de familia morocha se ve rubio en el espejo y empieza a asumir rubias conductas. Porque desde chico nos han dicho que el espejo no miente.

Yo creo que ha llegado el momento de desconfiar del espejo.

Y de pensar que a lo mejor, los fabricantes de espejos tienen intereses inconfesables que nosotros no conocemos. Intereses entres los cuales figura que nosotros nos creamos rubios y pensemos como rubios, siendo que somos morochos.

Sería mejor, entonces, más que mirar el espejo; preguntarle al de al lado, al que también es morocho y que vive como nosotros a ver como nos ve, que le pasa, que siente. Y mirar entonces mas la realidad y menos el espejo de la realidad.

Porque a veces ese espejo está tendenciosamente modificado y es definitivamente fraudulento.

el chunkano

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domingo, 4 de octubre de 2009

La tristeza no tiene fin

Seguimos juntos como siempre y hoy mas que nunca...
Hay veces que la tristeza es tan honda que se nos mete muy adentro, en el corazón del corazón. Hay veces que el paso del tiempo nos hace sentir su verdadero peso. Hay veces que nos miramos unos a otros y no encontramos que decir. Hay veces que la soledad se nos hace inmensa. Hay días en que el quebranto es irreparable. Hay días en que las derrotas son terriblemente dolorosas. Hay días en que una luz se apaga y la oscuridad gana una pequeña batalla y la gran guerra entre las emociones y la razón deja de tener sentido. Hay días en que comenzamos a extrañar eternamente. Hay días en que ocurren cosas verdaderamente importantes, trascendentales.

Los poetas hemos perdido una madre. El verso hoy de seguro sentirá frio sin su poncho. Hoy la música guarda un respetuoso silencio, un silencio de negra. Los escenarios quedaron huérfanos del profundo orgullo de sentir sus pasos. La copla por hoy no tiene ritmo, la caja de su corazón dejo de sonar. El arte ha ganado una musa, el cielo ha ganado una estrella.


Juglar del carnaval, del pueblo, de Latinoamérica, de la tierra, de los silenciados, de los violentados, de los que no llegaron, de los que no pudieron, de que sufren la injusticia, del poeta anónimo, del músico desconocido, cantora de los que realmente nos debería importar. Hoy los ojos de todos aquellos que fuimos tocados por la gracia de su mensaje miramos al cielo en busca de respuestas.

Mañana de seguro el sol saldrá nuevamente y deberemos dejar el luto y seguir, porque creo que de eso se trata, levantar la vista y mirar más allá, donde habitan los sueños. Pero hoy, este instante solo se merece unas lágrimas y alojar en nuestra memoria la grandeza de su persona, de su portentosa vida y su irrefutable mensaje. El imperio de tu mirada me compromete a resistir. El olvido no es una opción. No la olvidemos nunca. No nos olvidemos de nosotros mismos.

"Ella le va a cantar a dios las verdades de su pueblo"


LA NEGRA. (zamba)
chino serrano

Es tu mensaje bandera de poetas que haces flamear
En tu altar de la memoria sus sueños son tu cantar
Tus manos le dan caricias, tu voz los hecha a volar.

Con tu andar bohemio y tranquilo dejas tu huella al andar
Para que nunca confundan temple con debilidad
Destino de juglar tienes del caminante ancestral.

Tu voz la sangre de muchos que tuvieron que callar
Del nativo americano, su genocidio brutal
De los desaparecidos por asesinos sin piedad.


No permites el olvido ni indiferencia aceptas
Como un leño tú te enciendes y no paras de brillar
En escenarios cenizas se hace tu voz al cantar.

¡Ay! Bailas frágil espiga, la brisa te hace jugar
Con mariposas tu canto cabalga la inmensidad
Presas coplas andariegas con tu sonrisa entregas.

Madre de poetas bizarros llama al silencio tu voz
Para que cante el sufrido, para que hable el que callo
Para que cuente su historia también de aquel que perdió.

el chunkano

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lunes, 27 de julio de 2009

Creamos

¿Dónde estamos parados? ¿Cuál es nuestra realidad? ¿Es solo una? Mientras escribo a la luz del monitor se me viene al alma un planteo acerca de los merecimientos. Me gustaría que por un segundo antes seguir busquen sus propias respuestas a estos tres primeros interrogantes. Se habla siempre de la existencia de dios y que todos somos iguales ante sus ojos. Se habla siempre de la justicia y que también ahí somos todos iguales, con los mismos derechos y deberes que todos los seres humanos. Nos acaricia el mismo sol y la muerte es una miseria insoslayable común a todos. Respiramos el mismo aire y estamos hechos de la misma materia estelar. Cae rendido una y mil veces mi pensamiento idealista ante la más cruda realidad: Socialmente no somos todos iguales y el ser humano sufre la explotación de si por sí mismo, padece una auto explotación. Y más allá de que siempre pensé que la situación social de los seres humanos es el producto directo de su entorno y sabiendo de la intervención directa de la mano azarosa del destino respecto al lugar que ocupamos en esta sociedad, me pregunto a diario si merecemos el lugar que en la vida que nos ha tocado. ¿Hay gente que merece sufrir y otros que merecen ser felices? Sabiendo que el único dios que veo venerar con vehemencia es el capital, sabiendo que las únicas leyes realmente respetadas con absoluta sumisión son las leyes del mercado, se me disparan interrogantes sobre merecimientos.

Cuando me levanto todas las mañanas y veo la vida que me toca vivir se me viene a la cabeza que el lugar que uno ocupa en la sociedad es una cuestión de suerte. Con ese pensamiento aplaco las voces de la conciencia que proclaman acciones prontas de mi parte con respecto a aquellas personas más desafortunadas, los más desgraciados. Me digo a mi mismo lo que en algún momento de la vida nos hemos dicho todo: ¿Qué puedo hacer yo? Es esta una pregunta con cierta carga de hipocresía porque al momento de hacérnoslas ya concebimos la respuesta que nos dejara en paz y nos brindara sosiego: nada. En realidad la mayoría de las veces no buscamos respuestas verídicas solo queremos que nuestras responsabilidades, nuestros deberes pesen sobre otras espaldas y no las nuestras. Tamaña hipocresía solo tiende a lavar nuestras culpas con las lágrimas del sufrimiento de los demás.

Cuando me acuesto por las noches y veo la vida que toca vivir se me viene a la cabeza que el rumbo de mi vida es directamente proporcional a los esfuerzos que he hecho por llegar donde estoy. Pienso que soy un producto directo de mis esfuerzos, de mis decisiones acertadas, de mi habilidad para mimetizarme con el sistema. Juego con las mismas reglas que el sistema nos impone a todos por lo tanto me libero de culpa si llego al éxito. En este entorno solo se me ocurre que la supervivencia de una persona solo depende de su capacidad de adaptación. Ante el menor cuestionamiento saco mi arsenal de escusas y me escudo tras sus portentosas razones. Nadie se pregunta si las obligaciones, los deberes, las leyes o hasta los mismos derechos son correctos, solo se acatan ciegamente.

Más allá de lo irónico de los dos párrafos anteriores creo que en algún momento de nuestra historia dejamos de luchar y entregamos todas nuestras convicciones en pos de una falsa felicidad. Felicidad emparentada directamente al consumo. Devoramos todo aquello que el mercado nos ofrece: electrodomésticos, juventud, sexo, alucinógenos, alcohol, cigarrillos, moda y todo aquello que nos aparte reflexionar sobre cuál es nuestro papel en este mapa celestial. Nuestra conciencia debilitada solo sobrevive a la espera de algún ser redentor que se ponga sobre las espaldas todas nuestras culpas, algún alma iluminada que tenga todas las respuestas, lo que esperamos es un héroe que nos muestre el camino. Hace tiempo dejamos de creer que somos capaces de cambiar al mundo. Hace tiempo que dejamos las soluciones a las generaciones venideras. Hace tiempo que dejamos de ser nuestro propio héroe.

Nuestra resignación le deja la puerta abierta a la desidia. La falta de comprensión de que nuestra vida como la entendemos solo es posible por la existencia de los demás nos va llevando lentamente a la destrucción del entorno social. Dependemos de que cada partícula del universo ocupe su justo lugar para existir. Avasalladas todas reglas sociales de convivencia solo queda el caos. Debemos llegar a creer que las leyes que rigen a todo el universo también nos abarcan. Sepamos que los desequilibrios se compensan y de no ser asi se entablan grandes luchas hasta que esto suceda. Debemos saber que la acumulación de riquezas por parte de algunos solo genera pobreza en muchos otros. Los cimientos del éxito de algunos son el sufrimiento de muchos. Hace mucho tiempo deje de creer en las instituciones, llámese política y sindicatos, iglesia, militares o gobiernos. Deje de creer que, de estas, pueden llegar las soluciones. La corrupción en las mismas a calado tan hondo que se hace difícil discernir a las buenas personas que todavía sobreviven en las mismas. Aun sigo creyendo en las personas y su voluntad de llevar adelante sus sueños.
De la mano de una amiga, como llegan las mejores cosas en la vida, llego hasta mis manos una carta que escribió el doctor René Favaloro antes de suicidarse que adjunto a continuación para compartirla con ustedes sin otro motivo que el que veamos la realidad en que vivimos. Que no se nos nuble la vista y sepamos que nuestras enfermedades para el gobierno y las grandes empresas farmacéuticas no son una pandemia sino un buen negocio.


Al fin y al cabo solo me preguntaba si merecía esta vida, si la estoy honrando verdaderamente. Soy una persona muy afortunada por todo lo que tengo: amigos, casa, trabajo, bienestar, vestimenta, educación etc. Pero nunca creí que dicha fortuna, la de tener lo que tengo, es un premio hacia mi persona. Ni por un segundo pienso que todo aquello con que la vida me ha agraciado sea un premio a mis esfuerzos. La vida me brinda infinitas riquezas y un tiempo escasísimo para pagar tributo. Definitivamente no creo en merecimientos, mi único credo es que por esta vida, por esta oportunidad de sentir, se debe buscar constante e incansablemente el equilibrio para todos. Apartémonos de la conformidad, dejemos de lado el ego de creernos superiores, dejemos de pensar que lo que la vida nos da es por los meritos que hacemos para recibir lo que recibimos, dejemos de lado la soberbia de creernos cultores de nuestro destino por nuestros dones o capacidades y encontremos en el prójimo pedazos de nosotros mismos. No permitamos que nos hagan creer que ya todo está dicho y hecho y, cuando no sepamos qué hacer, creamos. Cuando todos los caminos se nos cierren encendamos nuestra esperanza, porque creer es solo el momento previo a la llegada de las respuestas, de las soluciones, a la concreción de los sueños, a la apertura de nuevas oportunidades. Creo que no debemos descansar hasta tomar un puñado de tierra en nuestras manos y poder vernos reflejados en ella como en un espejo. Creamos, creamos.




La carta de René Favaloro



“Si se lee mi carta de renuncia a la Cleveland Clinic, está claro que mi regreso a la Argentina (después de haber alcanzado un lugar destacado en la cirugía cardiovascular) se debió a mi eterno compromiso con mi patria. Nunca perdí mis raíces... Volví para trabajar en docencia, investigación y asistencia médica. La primera etapa en el Sanatorio Guemes, demostró que inmediatamente organizamos la residencia en cardiología y cirugía cardiovascular, además de cursos de post grado a todos los niveles.

Le dimos importancia también a la investigación clínica en donde participaron la mayoría de los miembros de nuestro grupo.
En lo asistencial exigimos de entrada un número de camas para los indigentes. Así, cientos de pacientes fueron operados sin cargo alguno. La mayoría de nuestros pacientes provenían de las obras sociales. El sanatorio tenía contrato con las más importantes de aquel entonces.

La relación con el sanatorio fue muy clara: los honorarios, provinieran de donde provinieran, eran de nosotros; la internación, del sanatorio (sin duda la mayor tajada).

Nosotros con los honorarios pagamos las residencias y las secretarias y nuestras entradas se distribuían entre los médicos proporcionalmente.

Nunca permití que se tocara un solo peso de los que no nos correspondía.

A pesar de que los directores aseguraban que no había retornos, yo conocía que sí los había. De vez en cuando, a pedido de su director, saludaba a los sindicalistas de turno, que agradecían nuestro trabajo.
Este era nuestro único contacto.

A mediados de la década del 70, comenzamos a organizar la Fundación. Primero con la ayuda de la Sedra, creamos el departamento de investigación básica que tanta satisfacción nos ha dado y luego la construcción del Instituto de Cardiología y cirugía cardiovascular.

Cuando entró en funciones, redacté los 10 mandamientos que debían sostenerse a rajatabla, basados en el lineamiento ético que siempre me ha acompañado.

La calidad de nuestro trabajo, basado en la tecnología incorporada más la tarea de los profesionales seleccionados hizo que no nos faltara trabajo, pero debimos luchar continuamente con la corrupción imperante en la medicina (parte de la tremenda corrupción que ha contaminado a nuestro país en todos los niveles sin límites de ninguna naturaleza). Nos hemos negado sistemáticamente a quebrar los lineamientos éticos, como consecuencia, jamás dimos un solo peso de retorno. Así, obras sociales de envergadura no mandaron ni mandan sus pacientes al Instituto.

¡Lo que tendría que narrar de las innumerables entrevistas con los sindicalistas de turno!

Manga de corruptos que viven a costa de los obreros y coimean fundamentalmente con el dinero de las obras sociales que corresponde a la atención médica.

Lo mismo ocurre con el PAMI. Esto lo pueden certificar los médicos de mi país que para sobrevivir deben aceptar participar del sistema implementado a lo largo y ancho de todo el país.

Valga un solo ejemplo: el PAMI tiene una vieja deuda con nosotros, (creo desde el año 94 o 95) de 1.900.000 pesos; la hubiéramos cobrado en 48 horas si hubiéramos aceptado los retornos que se nos pedían (como es lógico no a mí directamente).

Si hubiéramos aceptado las condiciones imperantes por la corrupción del sistema (que se ha ido incrementando en estos últimos años) deberíamos tener 100 camas más. No daríamos abasto para atender toda la demanda.

El que quiera negar que todo esto es cierto que acepte que rija en la Argentina, el principio fundamental de la libre elección del médico, que terminaría con los acomodados de turno.

Los mismo ocurre con los pacientes privados (incluyendo los de la medicina prepaga) el médico que envía a estos pacientes por el famoso ana-ana , sabe, espera, recibir una jugosa participación del cirujano.

Hace muchísimos años debo escuchar aquello de que Favaloro no opera más! ¿De dónde proviene este infundio?. Muy simple: el paciente es estudiado. Conclusión, su cardiólogo le dice que debe ser operado. El paciente acepta y expresa sus deseos de que yo lo opere. ‘Pero cómo, usted no sabe que Favaloro no opera hace tiempo?’. ‘Yo le voy a recomendar un cirujano de real valor, no se preocupe’. El cirujano ‘de real valor’ además de su capacidad profesional retornará al cardiólogo mandante un 50% de los honorarios!
Varios de esos pacientes han venido a mi consulta no obstante las ‘indicaciones’ de su cardiólogo. ‘¿Doctor, usted sigue operando?’ y una vez más debo explicar que sí, que lo sigo haciendo con el mismo entusiasmo y responsabilidad de siempre.

Muchos de estos cardiólogos, son de prestigio nacional e internacional.

Concurren a los Congresos del American College o de la American Heart y entonces sí, allí me brindan toda clase de felicitaciones y abrazos cada vez que debo exponer alguna ‘lecture’ de significación. Así ocurrió cuando la de Paul D. White lecture en Dallas, decenas de cardiólogos argentinos me abrazaron, algunos con lágrimas en los ojos. Pero aquí, vuelven a insertarse en el ’sistema’ y el dinero es lo que más les interesa.

La corrupción ha alcanzado niveles que nunca pensé presenciar. Instituciones de prestigio como el Instituto Cardiovascular Buenos Aires, con excelentes profesionales médicos, envían empleados bien entrenados que visitan a los médicos cardiólogos en sus consultorios. Allí les explican en detalles los mecanismos del retorno y los porcentajes que recibirán no solamente por la cirugía, los métodos de diagnóstico no invasivo (Holter eco, camara y etc., etc.) los cateterismos, las angioplastias, etc. etc., están incluidos..

No es la única institución. Médicos de la Fundación me han mostrado las hojas que les dejan con todo muy bien explicado. Llegado el caso, una vez el paciente operado, el mismo personal entrenado, visitará nuevamente al cardiólogo, explicará en detalle ‘la operación económica’ y entregará el sobre correspondiente!.

La situación actual de la Fundación es desesperante, millones de pesos a cobrar de tarea realizada, incluyendo pacientes de alto riesgo que no podemos rechazar. Es fácil decir ‘no hay camas disponibles’.
Nuestro juramento médico lo impide.

Estos pacientes demandan un alto costo raramente reconocido por las obras sociales. A ello se agregan deudas por todos lados, las que corresponden a la construcción y equipamiento del ICYCC, los proveedores, la DGI, los bancos, los médicos con atrasos de varios meses.. Todos nuestros proyectos tambalean y cada vez más todo se complica.

En Estados Unidos, las grandes instituciones médicas, pueden realizar su tarea asistencial, la docencia y la investigación por las donaciones que reciben.

Las cinco facultades médicas más trascendentes reciben más de 100 millones de dólares cada una! Aquí, ni soñando.

Realicé gestiones en el BID que nos ayudó en la etapa inicial y luego publicitó en varias de sus publicaciones a nuestro instituto como uno de sus logros!. Envié cuatro cartas a Enrique Iglesias, solicitando ayuda (¡tiran tanto dinero por la borda en esta Latinoamérica!) todavía estoy esperando alguna respuesta. Maneja miles de millones de dólares, pero para una institución que ha entrenado centenares de médicos desparramados por nuestro país y toda Latinoamérica, no hay respuesta.

¿Cómo se mide el valor social de nuestra tarea docente?
Es indudable que ser honesto, en esta sociedad corrupta tiene su precio. A la corta o a la larga te lo hacen pagar.

La mayoría del tiempo me siento solo. En aquella carta de renuncia a la C. Clinic , le decía al Dr. Effen que sabía de antemano que iba a tener que luchar y le recordaba que Don Quijote era español!
Sin duda la lucha ha sido muy desigual.

El proyecto de la Fundación tambalea y empieza a resquebrajarse.

Hemos tenido varias reuniones, mis colaboradores más cercanos, algunos de ellos compañeros de lucha desde nuestro recordado Colegio Nacional de La Plata, me aconsejan que para salvar a la Fundación debemos incorporarnos al ’sistema’.

Sí al retorno, sí al ana-ana.

‘Pondremos gente a organizar todo’. Hay ‘especialistas’ que saben como hacerlo. ‘Debés dar un paso al costado. Aclararemos que vos no sabés nada, que no estás enterado’. ‘Debés comprenderlo si querés salvar a la Fundación’

¡Quién va a creer que yo no estoy enterado!

En este momento y a esta edad terminar con los principios éticos que recibí de mis padres, mis maestros y profesores me resulta extremadamente difícil. No puedo cambiar, prefiero desaparecer.

Joaquín V. González, escribió la lección de optimismo que se nos entregaba al recibirnos: ‘a mí no me ha derrotado nadie’. Yo no puedo decir lo mismo. A mí me ha derrotado esta sociedad corrupta que todo lo controla. Estoy cansado de recibir homenajes y elogios al nivel internacional. Hace pocos días fui incluido en el grupo selecto de las leyendas del milenio en cirugía cardiovascular. El año pasado debí participar en varios países desde Suecia a la India escuchando siempre lo mismo.

‘¡La leyenda, la leyenda!’

Quizá el pecado capital que he cometido, aquí en mi país, fue expresar siempre en voz alta mis sentimientos, mis críticas, insisto, en esta sociedad del privilegio, donde unos pocos gozan hasta el hartazgo, mientras la mayoría vive en la miseria y la desesperación. Todo esto no se perdona, por el contrario se castiga.

Me consuela el haber atendido a mis pacientes sin distinción de ninguna naturaleza. Mis colaboradores saben de mi inclinación por los pobres, que viene de mis lejanos años en Jacinto Arauz.

Estoy cansado de luchar y luchar, galopando contra el viento como decía Don Ata.

No puedo cambiar.

No ha sido una decisión fácil pero sí meditada.

No se hable de debilidad o valentía.

El cirujano vive con la muerte, es su compañera inseparable, hable de debilidad o valentía.

El cirujano vive con la muerte, es su compañera inseparable, con ella me voy de la mano.

Sólo espero no se haga de este acto una comedia. Al periodismo le pido que tenga un poco de piedad.

Estoy tranquilo. Alguna vez en un acto académico en USA se me presentó como a un hombre bueno que sigue siendo un médico rural. Perdónenme, pero creo, es cierto. Espero que me recuerden así.
En estos días he mandado cartas desesperadas a entidades nacionales, provinciales, empresarios, sin recibir respuesta.

En la Fundación ha comenzado a actuar un comité de crisis con asesoramiento externo. Ayer empezaron a producirse las primeras cesantías. Algunos, pocos, han sido colaboradores fieles y dedicados. El lunes no podría dar la cara.

A mi familia en particular a mis queridos sobrinos, a mis colaboradores, a mis amigos, recuerden que llegué a los 77 años. No aflojen, tienen la obligación de seguir luchando por lo menos hasta alcanzar la misma edad, que no es poco.

Una vez más reitero la obligación de cremarme inmediatamente sin perder tiempo y tirar mis cenizas en los montes cercanos a Jacinto Arauz, allá en La Pampa.

Queda terminantemente prohibido realizar ceremonias religiosas o civiles”.

Un abrazo a todos
René Favaloro


el chunkano

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domingo, 31 de mayo de 2009

Los mejores aplausos

Cualquier momento es bueno para recordar a nuestros seres queridos. Esta es una pequeña carta que les escribí a mis amigos cuando falleció papá.


Clap!!! Clap!!! Clap!!! Clap!!! Clap!!! Clap!!! …se escuchaban los aplausos… Clap!!! Clap!!! Clap!!! Clap!!! Clap!!! Clap!!! …se escuchaban en mi casa…era mi viejo, Don Pedro, que aplaudía todo el día….sus aplausos no eran de congratulación…mucho menos para marcar el tiempo de alguna canción….sus aplausos se asemejaban mas a aquellos que se daban en los pueblos con aire de campo…donde la puerta principal de la casa estaba separada por una verja….donde por supuesto no existía el timbre ni los porteros eléctricos….solo algunas veces una campana…Pero cuando ésta no estaba uno golpeaba las manos para anunciar su presencia y el vecino abría la puerta a la voz de “¿Cómo anda amigo?, ¿en qué puedo servirle?........"Esos" eran los aplausos de mi viejo, Don Pedro….convocando desde su sillón o desde su cama….tal vez alegría, porque siempre los hacía con una sonrisa………..

Esta es una de las imágenes que me quedan de mi viejo…..días antes de que falleciera hubo días de mucha tormenta, días plomizos, pesados, húmedos, que lo acompañaron en su recaída final…..el después de su sepelio el cielo amaneció mas celeste que nunca y era, como contaban mis tíos, que mi viejo cuando era chico cortaba las tormentas.

El reloj de mi casa por esos días comenzó a quedarse sin pilas, retrasaba la hora…hasta que días antes de su fallecimiento se detuvo a la 13:30hs que en los días subsiguientes seria la hora de su partida…..

Ayer por la noche nuestro cielo se vio visitado por un extraño fenómeno….lluvia de estrellas fugases….se podrá decir tal vez que estoy buscando extrañas coincidencias o paralelismos, pero para aquellos que creemos en algo superior a nosotros, lo tomamos como señales de que todo está en orden…..si no basta con solo pensar que horas antes de su partida murió Pinochet y para mí que dios tenía que equilibrar el cielo y se lo llevo a él para compensar tanta maldad.

El descansa, yo descanso; descansamos de la enfermedad que lo tenía a él como actor principal y a mí como actor de reparto. Algunos me dicen que yo he hecho algo que nadie haría hoy en día por otra persona…cabe aclarar que todo lo que tengo en virtud me lo dio él y todo lo que me corrompe, mis miserias, las busque solito. Nunca me educo a fuerza de golpes ni gritos…su enseñanza fue a través de silencios y miradas, paciencia y dedicación, esfuerzos y perseverancia…todo lo bueno que yo puedo tener recuerden siempre quien me lo dio….esa es su herencia.

El día del sepelio me saludo mucha gente pero el que más me llegó fue el de uno de sus amigos del banco, el gordo Ageret….dijo: “nos dejo un grande pibe“… y es cierto, nunca lo había pensado de ese modo pero es cierto “Nos dejo un grande”, el más grande de todos, porque ustedes tendrán o tuvieron a sus viejos pero sepan que el más grande fue el mío.


Finalmente disculpen si no me han visto llorar a pesar de la profunda tristeza que me embarga, pero ocurre que, mi viejo, Don Pedro, encaraba las adversidades con una sonrisa…mi viejo siempre sonreía mientras aplaudía…cada vez que en mi vida yo escuche un aplauso lo estaré recordando a él porque mi viejo……Don Pedro….. Nunca me enseño a llorar.
el chunkano

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