domingo, 4 de octubre de 2009

La tristeza no tiene fin

Seguimos juntos como siempre y hoy mas que nunca...
Hay veces que la tristeza es tan honda que se nos mete muy adentro, en el corazón del corazón. Hay veces que el paso del tiempo nos hace sentir su verdadero peso. Hay veces que nos miramos unos a otros y no encontramos que decir. Hay veces que la soledad se nos hace inmensa. Hay días en que el quebranto es irreparable. Hay días en que las derrotas son terriblemente dolorosas. Hay días en que una luz se apaga y la oscuridad gana una pequeña batalla y la gran guerra entre las emociones y la razón deja de tener sentido. Hay días en que comenzamos a extrañar eternamente. Hay días en que ocurren cosas verdaderamente importantes, trascendentales.

Los poetas hemos perdido una madre. El verso hoy de seguro sentirá frio sin su poncho. Hoy la música guarda un respetuoso silencio, un silencio de negra. Los escenarios quedaron huérfanos del profundo orgullo de sentir sus pasos. La copla por hoy no tiene ritmo, la caja de su corazón dejo de sonar. El arte ha ganado una musa, el cielo ha ganado una estrella.


Juglar del carnaval, del pueblo, de Latinoamérica, de la tierra, de los silenciados, de los violentados, de los que no llegaron, de los que no pudieron, de que sufren la injusticia, del poeta anónimo, del músico desconocido, cantora de los que realmente nos debería importar. Hoy los ojos de todos aquellos que fuimos tocados por la gracia de su mensaje miramos al cielo en busca de respuestas.

Mañana de seguro el sol saldrá nuevamente y deberemos dejar el luto y seguir, porque creo que de eso se trata, levantar la vista y mirar más allá, donde habitan los sueños. Pero hoy, este instante solo se merece unas lágrimas y alojar en nuestra memoria la grandeza de su persona, de su portentosa vida y su irrefutable mensaje. El imperio de tu mirada me compromete a resistir. El olvido no es una opción. No la olvidemos nunca. No nos olvidemos de nosotros mismos.

"Ella le va a cantar a dios las verdades de su pueblo"


LA NEGRA. (zamba)
chino serrano

Es tu mensaje bandera de poetas que haces flamear
En tu altar de la memoria sus sueños son tu cantar
Tus manos le dan caricias, tu voz los hecha a volar.

Con tu andar bohemio y tranquilo dejas tu huella al andar
Para que nunca confundan temple con debilidad
Destino de juglar tienes del caminante ancestral.

Tu voz la sangre de muchos que tuvieron que callar
Del nativo americano, su genocidio brutal
De los desaparecidos por asesinos sin piedad.


No permites el olvido ni indiferencia aceptas
Como un leño tú te enciendes y no paras de brillar
En escenarios cenizas se hace tu voz al cantar.

¡Ay! Bailas frágil espiga, la brisa te hace jugar
Con mariposas tu canto cabalga la inmensidad
Presas coplas andariegas con tu sonrisa entregas.

Madre de poetas bizarros llama al silencio tu voz
Para que cante el sufrido, para que hable el que callo
Para que cuente su historia también de aquel que perdió.

el chunkano

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lunes, 27 de julio de 2009

Creamos

¿Dónde estamos parados? ¿Cuál es nuestra realidad? ¿Es solo una? Mientras escribo a la luz del monitor se me viene al alma un planteo acerca de los merecimientos. Me gustaría que por un segundo antes seguir busquen sus propias respuestas a estos tres primeros interrogantes. Se habla siempre de la existencia de dios y que todos somos iguales ante sus ojos. Se habla siempre de la justicia y que también ahí somos todos iguales, con los mismos derechos y deberes que todos los seres humanos. Nos acaricia el mismo sol y la muerte es una miseria insoslayable común a todos. Respiramos el mismo aire y estamos hechos de la misma materia estelar. Cae rendido una y mil veces mi pensamiento idealista ante la más cruda realidad: Socialmente no somos todos iguales y el ser humano sufre la explotación de si por sí mismo, padece una auto explotación. Y más allá de que siempre pensé que la situación social de los seres humanos es el producto directo de su entorno y sabiendo de la intervención directa de la mano azarosa del destino respecto al lugar que ocupamos en esta sociedad, me pregunto a diario si merecemos el lugar que en la vida que nos ha tocado. ¿Hay gente que merece sufrir y otros que merecen ser felices? Sabiendo que el único dios que veo venerar con vehemencia es el capital, sabiendo que las únicas leyes realmente respetadas con absoluta sumisión son las leyes del mercado, se me disparan interrogantes sobre merecimientos.

Cuando me levanto todas las mañanas y veo la vida que me toca vivir se me viene a la cabeza que el lugar que uno ocupa en la sociedad es una cuestión de suerte. Con ese pensamiento aplaco las voces de la conciencia que proclaman acciones prontas de mi parte con respecto a aquellas personas más desafortunadas, los más desgraciados. Me digo a mi mismo lo que en algún momento de la vida nos hemos dicho todo: ¿Qué puedo hacer yo? Es esta una pregunta con cierta carga de hipocresía porque al momento de hacérnoslas ya concebimos la respuesta que nos dejara en paz y nos brindara sosiego: nada. En realidad la mayoría de las veces no buscamos respuestas verídicas solo queremos que nuestras responsabilidades, nuestros deberes pesen sobre otras espaldas y no las nuestras. Tamaña hipocresía solo tiende a lavar nuestras culpas con las lágrimas del sufrimiento de los demás.

Cuando me acuesto por las noches y veo la vida que toca vivir se me viene a la cabeza que el rumbo de mi vida es directamente proporcional a los esfuerzos que he hecho por llegar donde estoy. Pienso que soy un producto directo de mis esfuerzos, de mis decisiones acertadas, de mi habilidad para mimetizarme con el sistema. Juego con las mismas reglas que el sistema nos impone a todos por lo tanto me libero de culpa si llego al éxito. En este entorno solo se me ocurre que la supervivencia de una persona solo depende de su capacidad de adaptación. Ante el menor cuestionamiento saco mi arsenal de escusas y me escudo tras sus portentosas razones. Nadie se pregunta si las obligaciones, los deberes, las leyes o hasta los mismos derechos son correctos, solo se acatan ciegamente.

Más allá de lo irónico de los dos párrafos anteriores creo que en algún momento de nuestra historia dejamos de luchar y entregamos todas nuestras convicciones en pos de una falsa felicidad. Felicidad emparentada directamente al consumo. Devoramos todo aquello que el mercado nos ofrece: electrodomésticos, juventud, sexo, alucinógenos, alcohol, cigarrillos, moda y todo aquello que nos aparte reflexionar sobre cuál es nuestro papel en este mapa celestial. Nuestra conciencia debilitada solo sobrevive a la espera de algún ser redentor que se ponga sobre las espaldas todas nuestras culpas, algún alma iluminada que tenga todas las respuestas, lo que esperamos es un héroe que nos muestre el camino. Hace tiempo dejamos de creer que somos capaces de cambiar al mundo. Hace tiempo que dejamos las soluciones a las generaciones venideras. Hace tiempo que dejamos de ser nuestro propio héroe.

Nuestra resignación le deja la puerta abierta a la desidia. La falta de comprensión de que nuestra vida como la entendemos solo es posible por la existencia de los demás nos va llevando lentamente a la destrucción del entorno social. Dependemos de que cada partícula del universo ocupe su justo lugar para existir. Avasalladas todas reglas sociales de convivencia solo queda el caos. Debemos llegar a creer que las leyes que rigen a todo el universo también nos abarcan. Sepamos que los desequilibrios se compensan y de no ser asi se entablan grandes luchas hasta que esto suceda. Debemos saber que la acumulación de riquezas por parte de algunos solo genera pobreza en muchos otros. Los cimientos del éxito de algunos son el sufrimiento de muchos. Hace mucho tiempo deje de creer en las instituciones, llámese política y sindicatos, iglesia, militares o gobiernos. Deje de creer que, de estas, pueden llegar las soluciones. La corrupción en las mismas a calado tan hondo que se hace difícil discernir a las buenas personas que todavía sobreviven en las mismas. Aun sigo creyendo en las personas y su voluntad de llevar adelante sus sueños.
De la mano de una amiga, como llegan las mejores cosas en la vida, llego hasta mis manos una carta que escribió el doctor René Favaloro antes de suicidarse que adjunto a continuación para compartirla con ustedes sin otro motivo que el que veamos la realidad en que vivimos. Que no se nos nuble la vista y sepamos que nuestras enfermedades para el gobierno y las grandes empresas farmacéuticas no son una pandemia sino un buen negocio.


Al fin y al cabo solo me preguntaba si merecía esta vida, si la estoy honrando verdaderamente. Soy una persona muy afortunada por todo lo que tengo: amigos, casa, trabajo, bienestar, vestimenta, educación etc. Pero nunca creí que dicha fortuna, la de tener lo que tengo, es un premio hacia mi persona. Ni por un segundo pienso que todo aquello con que la vida me ha agraciado sea un premio a mis esfuerzos. La vida me brinda infinitas riquezas y un tiempo escasísimo para pagar tributo. Definitivamente no creo en merecimientos, mi único credo es que por esta vida, por esta oportunidad de sentir, se debe buscar constante e incansablemente el equilibrio para todos. Apartémonos de la conformidad, dejemos de lado el ego de creernos superiores, dejemos de pensar que lo que la vida nos da es por los meritos que hacemos para recibir lo que recibimos, dejemos de lado la soberbia de creernos cultores de nuestro destino por nuestros dones o capacidades y encontremos en el prójimo pedazos de nosotros mismos. No permitamos que nos hagan creer que ya todo está dicho y hecho y, cuando no sepamos qué hacer, creamos. Cuando todos los caminos se nos cierren encendamos nuestra esperanza, porque creer es solo el momento previo a la llegada de las respuestas, de las soluciones, a la concreción de los sueños, a la apertura de nuevas oportunidades. Creo que no debemos descansar hasta tomar un puñado de tierra en nuestras manos y poder vernos reflejados en ella como en un espejo. Creamos, creamos.




La carta de René Favaloro



“Si se lee mi carta de renuncia a la Cleveland Clinic, está claro que mi regreso a la Argentina (después de haber alcanzado un lugar destacado en la cirugía cardiovascular) se debió a mi eterno compromiso con mi patria. Nunca perdí mis raíces... Volví para trabajar en docencia, investigación y asistencia médica. La primera etapa en el Sanatorio Guemes, demostró que inmediatamente organizamos la residencia en cardiología y cirugía cardiovascular, además de cursos de post grado a todos los niveles.

Le dimos importancia también a la investigación clínica en donde participaron la mayoría de los miembros de nuestro grupo.
En lo asistencial exigimos de entrada un número de camas para los indigentes. Así, cientos de pacientes fueron operados sin cargo alguno. La mayoría de nuestros pacientes provenían de las obras sociales. El sanatorio tenía contrato con las más importantes de aquel entonces.

La relación con el sanatorio fue muy clara: los honorarios, provinieran de donde provinieran, eran de nosotros; la internación, del sanatorio (sin duda la mayor tajada).

Nosotros con los honorarios pagamos las residencias y las secretarias y nuestras entradas se distribuían entre los médicos proporcionalmente.

Nunca permití que se tocara un solo peso de los que no nos correspondía.

A pesar de que los directores aseguraban que no había retornos, yo conocía que sí los había. De vez en cuando, a pedido de su director, saludaba a los sindicalistas de turno, que agradecían nuestro trabajo.
Este era nuestro único contacto.

A mediados de la década del 70, comenzamos a organizar la Fundación. Primero con la ayuda de la Sedra, creamos el departamento de investigación básica que tanta satisfacción nos ha dado y luego la construcción del Instituto de Cardiología y cirugía cardiovascular.

Cuando entró en funciones, redacté los 10 mandamientos que debían sostenerse a rajatabla, basados en el lineamiento ético que siempre me ha acompañado.

La calidad de nuestro trabajo, basado en la tecnología incorporada más la tarea de los profesionales seleccionados hizo que no nos faltara trabajo, pero debimos luchar continuamente con la corrupción imperante en la medicina (parte de la tremenda corrupción que ha contaminado a nuestro país en todos los niveles sin límites de ninguna naturaleza). Nos hemos negado sistemáticamente a quebrar los lineamientos éticos, como consecuencia, jamás dimos un solo peso de retorno. Así, obras sociales de envergadura no mandaron ni mandan sus pacientes al Instituto.

¡Lo que tendría que narrar de las innumerables entrevistas con los sindicalistas de turno!

Manga de corruptos que viven a costa de los obreros y coimean fundamentalmente con el dinero de las obras sociales que corresponde a la atención médica.

Lo mismo ocurre con el PAMI. Esto lo pueden certificar los médicos de mi país que para sobrevivir deben aceptar participar del sistema implementado a lo largo y ancho de todo el país.

Valga un solo ejemplo: el PAMI tiene una vieja deuda con nosotros, (creo desde el año 94 o 95) de 1.900.000 pesos; la hubiéramos cobrado en 48 horas si hubiéramos aceptado los retornos que se nos pedían (como es lógico no a mí directamente).

Si hubiéramos aceptado las condiciones imperantes por la corrupción del sistema (que se ha ido incrementando en estos últimos años) deberíamos tener 100 camas más. No daríamos abasto para atender toda la demanda.

El que quiera negar que todo esto es cierto que acepte que rija en la Argentina, el principio fundamental de la libre elección del médico, que terminaría con los acomodados de turno.

Los mismo ocurre con los pacientes privados (incluyendo los de la medicina prepaga) el médico que envía a estos pacientes por el famoso ana-ana , sabe, espera, recibir una jugosa participación del cirujano.

Hace muchísimos años debo escuchar aquello de que Favaloro no opera más! ¿De dónde proviene este infundio?. Muy simple: el paciente es estudiado. Conclusión, su cardiólogo le dice que debe ser operado. El paciente acepta y expresa sus deseos de que yo lo opere. ‘Pero cómo, usted no sabe que Favaloro no opera hace tiempo?’. ‘Yo le voy a recomendar un cirujano de real valor, no se preocupe’. El cirujano ‘de real valor’ además de su capacidad profesional retornará al cardiólogo mandante un 50% de los honorarios!
Varios de esos pacientes han venido a mi consulta no obstante las ‘indicaciones’ de su cardiólogo. ‘¿Doctor, usted sigue operando?’ y una vez más debo explicar que sí, que lo sigo haciendo con el mismo entusiasmo y responsabilidad de siempre.

Muchos de estos cardiólogos, son de prestigio nacional e internacional.

Concurren a los Congresos del American College o de la American Heart y entonces sí, allí me brindan toda clase de felicitaciones y abrazos cada vez que debo exponer alguna ‘lecture’ de significación. Así ocurrió cuando la de Paul D. White lecture en Dallas, decenas de cardiólogos argentinos me abrazaron, algunos con lágrimas en los ojos. Pero aquí, vuelven a insertarse en el ’sistema’ y el dinero es lo que más les interesa.

La corrupción ha alcanzado niveles que nunca pensé presenciar. Instituciones de prestigio como el Instituto Cardiovascular Buenos Aires, con excelentes profesionales médicos, envían empleados bien entrenados que visitan a los médicos cardiólogos en sus consultorios. Allí les explican en detalles los mecanismos del retorno y los porcentajes que recibirán no solamente por la cirugía, los métodos de diagnóstico no invasivo (Holter eco, camara y etc., etc.) los cateterismos, las angioplastias, etc. etc., están incluidos..

No es la única institución. Médicos de la Fundación me han mostrado las hojas que les dejan con todo muy bien explicado. Llegado el caso, una vez el paciente operado, el mismo personal entrenado, visitará nuevamente al cardiólogo, explicará en detalle ‘la operación económica’ y entregará el sobre correspondiente!.

La situación actual de la Fundación es desesperante, millones de pesos a cobrar de tarea realizada, incluyendo pacientes de alto riesgo que no podemos rechazar. Es fácil decir ‘no hay camas disponibles’.
Nuestro juramento médico lo impide.

Estos pacientes demandan un alto costo raramente reconocido por las obras sociales. A ello se agregan deudas por todos lados, las que corresponden a la construcción y equipamiento del ICYCC, los proveedores, la DGI, los bancos, los médicos con atrasos de varios meses.. Todos nuestros proyectos tambalean y cada vez más todo se complica.

En Estados Unidos, las grandes instituciones médicas, pueden realizar su tarea asistencial, la docencia y la investigación por las donaciones que reciben.

Las cinco facultades médicas más trascendentes reciben más de 100 millones de dólares cada una! Aquí, ni soñando.

Realicé gestiones en el BID que nos ayudó en la etapa inicial y luego publicitó en varias de sus publicaciones a nuestro instituto como uno de sus logros!. Envié cuatro cartas a Enrique Iglesias, solicitando ayuda (¡tiran tanto dinero por la borda en esta Latinoamérica!) todavía estoy esperando alguna respuesta. Maneja miles de millones de dólares, pero para una institución que ha entrenado centenares de médicos desparramados por nuestro país y toda Latinoamérica, no hay respuesta.

¿Cómo se mide el valor social de nuestra tarea docente?
Es indudable que ser honesto, en esta sociedad corrupta tiene su precio. A la corta o a la larga te lo hacen pagar.

La mayoría del tiempo me siento solo. En aquella carta de renuncia a la C. Clinic , le decía al Dr. Effen que sabía de antemano que iba a tener que luchar y le recordaba que Don Quijote era español!
Sin duda la lucha ha sido muy desigual.

El proyecto de la Fundación tambalea y empieza a resquebrajarse.

Hemos tenido varias reuniones, mis colaboradores más cercanos, algunos de ellos compañeros de lucha desde nuestro recordado Colegio Nacional de La Plata, me aconsejan que para salvar a la Fundación debemos incorporarnos al ’sistema’.

Sí al retorno, sí al ana-ana.

‘Pondremos gente a organizar todo’. Hay ‘especialistas’ que saben como hacerlo. ‘Debés dar un paso al costado. Aclararemos que vos no sabés nada, que no estás enterado’. ‘Debés comprenderlo si querés salvar a la Fundación’

¡Quién va a creer que yo no estoy enterado!

En este momento y a esta edad terminar con los principios éticos que recibí de mis padres, mis maestros y profesores me resulta extremadamente difícil. No puedo cambiar, prefiero desaparecer.

Joaquín V. González, escribió la lección de optimismo que se nos entregaba al recibirnos: ‘a mí no me ha derrotado nadie’. Yo no puedo decir lo mismo. A mí me ha derrotado esta sociedad corrupta que todo lo controla. Estoy cansado de recibir homenajes y elogios al nivel internacional. Hace pocos días fui incluido en el grupo selecto de las leyendas del milenio en cirugía cardiovascular. El año pasado debí participar en varios países desde Suecia a la India escuchando siempre lo mismo.

‘¡La leyenda, la leyenda!’

Quizá el pecado capital que he cometido, aquí en mi país, fue expresar siempre en voz alta mis sentimientos, mis críticas, insisto, en esta sociedad del privilegio, donde unos pocos gozan hasta el hartazgo, mientras la mayoría vive en la miseria y la desesperación. Todo esto no se perdona, por el contrario se castiga.

Me consuela el haber atendido a mis pacientes sin distinción de ninguna naturaleza. Mis colaboradores saben de mi inclinación por los pobres, que viene de mis lejanos años en Jacinto Arauz.

Estoy cansado de luchar y luchar, galopando contra el viento como decía Don Ata.

No puedo cambiar.

No ha sido una decisión fácil pero sí meditada.

No se hable de debilidad o valentía.

El cirujano vive con la muerte, es su compañera inseparable, hable de debilidad o valentía.

El cirujano vive con la muerte, es su compañera inseparable, con ella me voy de la mano.

Sólo espero no se haga de este acto una comedia. Al periodismo le pido que tenga un poco de piedad.

Estoy tranquilo. Alguna vez en un acto académico en USA se me presentó como a un hombre bueno que sigue siendo un médico rural. Perdónenme, pero creo, es cierto. Espero que me recuerden así.
En estos días he mandado cartas desesperadas a entidades nacionales, provinciales, empresarios, sin recibir respuesta.

En la Fundación ha comenzado a actuar un comité de crisis con asesoramiento externo. Ayer empezaron a producirse las primeras cesantías. Algunos, pocos, han sido colaboradores fieles y dedicados. El lunes no podría dar la cara.

A mi familia en particular a mis queridos sobrinos, a mis colaboradores, a mis amigos, recuerden que llegué a los 77 años. No aflojen, tienen la obligación de seguir luchando por lo menos hasta alcanzar la misma edad, que no es poco.

Una vez más reitero la obligación de cremarme inmediatamente sin perder tiempo y tirar mis cenizas en los montes cercanos a Jacinto Arauz, allá en La Pampa.

Queda terminantemente prohibido realizar ceremonias religiosas o civiles”.

Un abrazo a todos
René Favaloro


el chunkano

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domingo, 31 de mayo de 2009

Los mejores aplausos

Cualquier momento es bueno para recordar a nuestros seres queridos. Esta es una pequeña carta que les escribí a mis amigos cuando falleció papá.


Clap!!! Clap!!! Clap!!! Clap!!! Clap!!! Clap!!! …se escuchaban los aplausos… Clap!!! Clap!!! Clap!!! Clap!!! Clap!!! Clap!!! …se escuchaban en mi casa…era mi viejo, Don Pedro, que aplaudía todo el día….sus aplausos no eran de congratulación…mucho menos para marcar el tiempo de alguna canción….sus aplausos se asemejaban mas a aquellos que se daban en los pueblos con aire de campo…donde la puerta principal de la casa estaba separada por una verja….donde por supuesto no existía el timbre ni los porteros eléctricos….solo algunas veces una campana…Pero cuando ésta no estaba uno golpeaba las manos para anunciar su presencia y el vecino abría la puerta a la voz de “¿Cómo anda amigo?, ¿en qué puedo servirle?........"Esos" eran los aplausos de mi viejo, Don Pedro….convocando desde su sillón o desde su cama….tal vez alegría, porque siempre los hacía con una sonrisa………..

Esta es una de las imágenes que me quedan de mi viejo…..días antes de que falleciera hubo días de mucha tormenta, días plomizos, pesados, húmedos, que lo acompañaron en su recaída final…..el después de su sepelio el cielo amaneció mas celeste que nunca y era, como contaban mis tíos, que mi viejo cuando era chico cortaba las tormentas.

El reloj de mi casa por esos días comenzó a quedarse sin pilas, retrasaba la hora…hasta que días antes de su fallecimiento se detuvo a la 13:30hs que en los días subsiguientes seria la hora de su partida…..

Ayer por la noche nuestro cielo se vio visitado por un extraño fenómeno….lluvia de estrellas fugases….se podrá decir tal vez que estoy buscando extrañas coincidencias o paralelismos, pero para aquellos que creemos en algo superior a nosotros, lo tomamos como señales de que todo está en orden…..si no basta con solo pensar que horas antes de su partida murió Pinochet y para mí que dios tenía que equilibrar el cielo y se lo llevo a él para compensar tanta maldad.

El descansa, yo descanso; descansamos de la enfermedad que lo tenía a él como actor principal y a mí como actor de reparto. Algunos me dicen que yo he hecho algo que nadie haría hoy en día por otra persona…cabe aclarar que todo lo que tengo en virtud me lo dio él y todo lo que me corrompe, mis miserias, las busque solito. Nunca me educo a fuerza de golpes ni gritos…su enseñanza fue a través de silencios y miradas, paciencia y dedicación, esfuerzos y perseverancia…todo lo bueno que yo puedo tener recuerden siempre quien me lo dio….esa es su herencia.

El día del sepelio me saludo mucha gente pero el que más me llegó fue el de uno de sus amigos del banco, el gordo Ageret….dijo: “nos dejo un grande pibe“… y es cierto, nunca lo había pensado de ese modo pero es cierto “Nos dejo un grande”, el más grande de todos, porque ustedes tendrán o tuvieron a sus viejos pero sepan que el más grande fue el mío.


Finalmente disculpen si no me han visto llorar a pesar de la profunda tristeza que me embarga, pero ocurre que, mi viejo, Don Pedro, encaraba las adversidades con una sonrisa…mi viejo siempre sonreía mientras aplaudía…cada vez que en mi vida yo escuche un aplauso lo estaré recordando a él porque mi viejo……Don Pedro….. Nunca me enseño a llorar.
el chunkano

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jueves, 7 de mayo de 2009


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miércoles, 6 de mayo de 2009

Libre albedrio


Sigo pensando quien soy y creo que me lo voy a seguir preguntando toda mi vida. También creo que es bueno que sea así. El nombre que nos dieron nuestros padres solo nos identifica socialmente. El oficio, profesión, trabajo, la vocación solo nos dan las coordenadas para saber cuál ha de ser nuestro lugar en dicha sociedad. Si somos hombres o mujeres solo nos da un punto de vista distinto. Todo esto me dice mucho de nosotros pero no lo dice todo. Todo esto dice mucho de mí pero dice muy poco.Cuando nos levantamos todas las mañanas nuestro cerebro pone en funcionamiento una serie de músculos para que nos incorporemos en la cama y de ahí comencemos a vivir un nuevo día. Aun así no me atrevo a aseverar como una verdad absoluta que la única fuerza que por las mañanas me levanta de mi cama es la fuerza física. Me podrán decir que por supuesto que no es así, que también entran en juego una serie de impulsos psicológicos que nos animan para que esto ocurra. Yo me atrevo a creer un poco más allá, intuyo fuerzas superiores al ser humano. Para trazar un paralelo creo en la existencia de estas fuerzas y creo que la mayor parte de la raza humana la llama dios. Simplemente al ver a nuestro alrededor advertimos la intervención de fuerzas descomunales en la creación y la mayoría de estas fuerzas son ajenas a nuestra raza. Es por ello que creo que tales fuerzas formadoras de todo lo que conocemos influyen directamente en nuestra historia cotidiana, son responsables y formadoras de nuestros destinos. Desde la primera bocanada de aire por la mañana hasta el último suspiro de la noche estamos sumidos en su cauce, somos parte de él. Somos parte de la fuerza que nos alimenta, que nos mueve. Somos el viento y la hoja en él. Este pensamiento no es para nada paradójico si nos despojamos de los parámetros del tiempo. ¿Cómo no saberme una consecuencia directa del movimiento caótico de estas fuerzas? ¿Cómo no creer que estas fuerzas influyen nuestro pequeño ser si la infinitud del universo cae postrado ante su movimiento? Todas las mañanas cuando me levanto se que lo hago por razones que exceden a los procesos físicos y químicos. Me levanto por mí, por mis amigos, por mis alumnos, por mi perro “Hermeto”, me levanto para concretar mis sueños pero me levanto principalmente porque se me ha dado la maravillosa oportunidad de hacerlo, porque todo el universo se ha confabulado para que lo haga. Abro mis ojos y el universo los abre, extiendo mi mano y estoy más cerca de él, sueño su realidad y él realiza mis sueños, un solo latido de mi corazón basta para refutar la muerte y una sola estrella que muere señala un nuevo comienzo. Pero si todo esto es así, que solo somos un pequeña parte de un cauce enérgico ¿somos libres?
Es por ello que me domina cada vez más enérgicamente la idea de soy mi elección. Las fuerzas que entran en juego para llevar a cabo un determinado proyecto no siempre están en nuestras manos pero la decisión sí. Allí tal vez yace la raíz de quien soy. La raíz de quien soy, de quienes somos no está solamente en lo que conseguimos en la vida, ni en lo que llegamos a ser. Somos también todo aquello que decidimos ser y no llegamos, somos aquellas decisiones que no pudimos llevar a cabo pero que nos dejaron parados delante de nuevos caminos para elegir. Por ejemplo yo no soy solo el bajista que hace veinticinco años eligió este instrumento, también soy el contrabajista que siempre quise ser y que solo hace apenas un año pude empezar a concretar. Yo no solo soy la persona que ama a sus padres con todo el corazón sino también que hoy ya soy esa persona que va a amar a su esposa e hijos con la misma fuerza. Somos nuestras decisiones más allá de que las concretemos o no. Un médico ya es médico en el momento que toma la decisión de serlo solo ha de ser paciente con el tiempo y saber esperar y procurar la llegada de los saberes para serlo. Yo nunca podría ser médico no por que no tenga la inteligencia para serlo, ni me falten recursos para estudiar, ni tenga una universidad cercana para hacerlo. Yo nunca voy a ser médico porque nunca voy a tomar la decisión de serlo.
Yo soy músico desde el primer momento en que un entrañable amigo puso una guitarra en mis manos y tome la decisión que eso sería en mi vida, músico. No soy un músico brillante que derroche talento, soy solo un modesto músico que sus saberes apenas les alcanza para aplacar su insaciable sed de sonidos, de silencios. Llegué apenas con dignidad a manejar este idioma para comunicarme con los demás y para poder enseñarlo. Pero, por lo que más quiero que decidí serlo, decidí ser músico y llevo veinticinco años de mi vida de profundo éxito en mi empeño por serlo, en la realización de mi sueño. He tenido muchas idas y venidas pero siempre siguió mi decisión de serlo. Por eso cuando me levanto por la mañana tomo mis fuerzas y todas las que tengo a mano para mantener las decisiones que me hacen ser quien soy mas allá de un nombre, de una profesión o de una posición social. Me aferro a ellas porque sé que la vida te quita solo las cosas que nunca fueron tuyas y te arrebata todo aquello que nunca perderás. Mis padres siempre me pertenecieron y ni la muerte me pudo separar de ellos. ¿Somos libres? Si, somos libres y vaya que lo somos. En nuestro libre albedrio ganamos todos los días una pequeña parte de nuestra libertad porque a pesar de que las ataduras que nos retienen son fuertes hemos decidido romperlas. Irónico sería que dios nos de libre albedrío y después nos castigara por no seguir un camino que no sea el suyo.

el chunkano

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domingo, 26 de abril de 2009

A orillas de mi río

A la memoria de don sixto


La filosofía según yo creo, solo aventurando una vaga hipótesis trasnochada es el conjunto de saberes y conocimientos, normas, tradiciones y crecías que afectan y condicionan nuestro comportamiento tanto personal como social. La falta de una filosofía, tanto a nivel personal como social, provoca que no tengamos un hilo conductor en nuestras acciones, por lo tanto también estemos carentes de futuro y progreso. La falta de una filosofía hace que este mundo sea cada vez más vulnerable al fenómeno de la globalización. La filosofía como la aprendí en la secundaria era el amor al conocimiento, (filo: amor, Sofía: conocimiento). A mi modo de ver tener una filosofía edifica nuestra personalidad y sumado a todo aquello que acarreamos de manera hereditaria escribe nuestra propia historia y determina nuestras elecciones. El amor por el conocimiento nos hace libres. La libertad y la filosofía están fuertemente emparentadas. La principal arma delante de cual caen doblegados pueblos, naciones y personas es la falta de conocimiento. Es muy importante que las decisiones de nuestra vida estén tomadas a luz de una filosofía coherente a todos los momentos de nuestra misma vida. Debemos evitar caer preso del cauce de un pensamiento masificante y hacer pesar al individuo. Una filosofía masificadora está dirigida firmemente a que todos pensemos y obremos de una misma manera, de esa forma seamos manejables y predecibles. Es, en la actualidad, la filosofía que conduce toda la política Argentina. El enaltecimiento de una filosofía personal hace que tengamos para ofrecer nuestro ser para componer una sociedad. El hecho de que no pensemos igual no significa que al final no persigamos las mismas metas. Nuestra filosofía de vida nos hace ser quienes somos como personas. Nunca abandonemos esta conducta por más fáciles o tentadores que resulten los otros caminos. En la diversidad de opiniones radica la sabiduría. Las distintas filosofías que hemos tenido en el transcurso de nuestra historia han dado lugar al nacimiento de diversas culturas. Mantengamos una postura con aplomo y seguridad iluminada por nuestra filosofía. Con el paso de los años hemos de rendir cuentas de ello ante nuestra conciencia en vida, antes dios cuando hayamos partido.

No deja el ser humano tanto de espantarme como de maravillarme. Cada uno de nosotros presos del cautivante vicio de la posteridad nos adentramos a creer que tenemos un destino promisorio. El destino compartido por toda la humanidad es que un día dejaremos de existir, moriremos. Lejos de esta irrefutable verdad de causarme miedo más me pone en alerta, despierta la inquietud de saber quién soy. Cada vez tiene más peso la pregunta de quién soy. He tratado de responder muchas veces esta incógnita a través de mi ser social, de quien soy en la sociedad en que vivo. Muchas veces me he preguntado: ¿quiénes somos? tratando de dilucidar este enigma. No encontrado una respuesta que me satisfaga, así y todo, el haberme interpelado tuvo efectos colaterales. Con esto trato de decir que a medida que en estos últimos años me he preguntado quien soy he obtenido una sola certeza: “quien no soy”.

Me he dado cuenta que no soy superficial mas no sé si soy lo suficientemente profundo. No soy vanidoso y egocéntrico pero no me siento una persona modesta. No soy permisivo con la injusticia, me indigna profundamente mas creo que muchas veces peco de indiferente o no soy lo bastantemente enérgico para repelerla. No soy una persona vaga o perezosa, muchas veces me sorprende la voluntad y empeño que pongo en un emprendimiento aunque muchas más veces dudo que dicha fuerza tenga origen en mi corazón o me corresponda algún merito por ella, sigo creyendo que esa fuerza parte de la fe que tienen las personas en uno. No soy una persona para nada pesimista, creo en la autenticidad de los esfuerzos mas allá de que estos obtengan resultados positivos pero muchas veces caigo presa del desanimo. No soy una persona curiosa mas estoy en una constante búsqueda sin ni siquiera saber que busco. Dentro de las pocas cosas que pude discernir que soy está la de ser músico. En mi esta característica es inevitable, no podría hacer algo mas en esta vida que no estuviera relacionado con el arte, con la música. Desde los trece años que estoy todos los días aprendiendo a hablar este idioma, a moverme con soltura en este lenguaje.
Todo esto se manifestó como lo hacen los pensamientos, en forma abrupta y sin motivos ni causas aparentes. En unas de estas hermosas noches de otoño por otras circunstancias llegue hasta la orilla del rio de mi pueblo en busca de unos minutos de paz que, evidentemente allí encontré. Como cuando era joven la naturaleza seguía esperándome allí para liberar mi mente de pensamientos espurios, cotidianos, viciados de rutina y brindarle a mi alma un solaz para recrearse. Entre canción y canción las musas me interpelaban. Había cambiado mucho el paisaje pero no era lo único. Ya no estaban mis primeros amigos alrededor de una fogata, ni los mates, ni los cigarrillos, ni la botella de licor, mucho menos aun la guitarra. Me di cuenta con tristeza que soy el único que todavía anhela estos fogones a la orilla del rio. Allí estaba guitarreando, solo o por menos es lo que yo creía. Vi a los fantasmas de todos los que allí estuvimos un día todavía merodeando las orillas del rio pero solo hubo uno que me miro particularmente con una mirada sostenida mas no le pude reconocer. Al llegar a casa tome mi álbum de fotos y trate de encontrarlo. Finalmente supe quien era, era yo solo que con algunos sueños de más.

el chunkano

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miércoles, 22 de abril de 2009

La mirada de un niño


Una sola imagen me llega cuando estoy solo, mi niñez. Dicen que a medida que crecemos vamos de regreso hacia esa forma que teníamos de ver las cosas cuando niños. Un beso era afecto, un abrazo la emoción del encuentro, las palabras expresaban nuestros sentires pero más decían nuestros silencios. Esos instantes eternos de picardía contenida y de miradas cómplices. Cuanta risa sostenida en esos lapsos de tiempo y como nos dábamos el lujo de desperdiciarla, la dejábamos en cualquier lado, no nos importaba donde ni a quién. Solo sabíamos que no podíamos llegar a la noche con una sola sonrisa en nuestro haber, que si nos guardábamos tan solo una los duendes del sueño no se harían presentes. Debíamos dejar hasta nuestra última gota de energía desperdigada en la plazoleta del barrio, en la casa de algún amigo, en la canchita jugando a la pelota. Juguetes de cartón, de chapa, de madera, de plástico, de viento, de agua, de ganas. Una rama era un tesoro que adquiría valor solo cuando nuestra voraz imaginación la ponía en nuestras manos con la forma de la justiciera espada de “el zorro”. Los días y las noches solo eso eran. Cualquier empresa era realizable, cualquier emprendimiento factible, cualquier utópica aventura tenia altas probabilidades de concreción y no había realidad que nos hiciera menguar nuestra fe, nuestra esperanza, nuestro credo. Todo aquello en lo que creíamos no solo era posible sino que existía de una manera patente e irrefutable. Éramos realmente sabios porque intuíamos lo imprescindible, lo vital, aquello que necesitábamos. La vida desbordaba por todos sus costados su inapelable simpleza. No guardábamos, no acumulábamos, no ahorrábamos, no éramos precavidos. Cuando el dolor nos llevaba por delante y nos dejaba los ojos rojos de lágrimas, lo llorábamos todo sin guardarnos nada. Cuando el amor se hacía presente lo abrazábamos todo, hasta su último suspiro. El amor de nuestra madre en una taza de leche lo tomábamos con sorbos cortitos para no quemarnos, para disfrutarlo. El amor de nuestro padre lo leímos junto con él, acurrucados en sus brazos. Donde un libro de cuentos, con símbolos que solo él entendía, nos contaba alguna historia de la cual seguro, en algunos momentos éramos parte. El amor de nuestro primer beso cuando niños. La muerte nos era lejana no por inevitable sino por nuestro saludable berretín de vivir el presente. ¿Qué diría ese niño que jugaba con barro de nuestro inmaculado presente? ¿Nos reconocería? ¿Sabría que aun somos nosotros debajo de esta espesa capa de madurez, de sensatez?Trato de tomar prestado de a ratos la mirada que tenía del mundo cuando niño, para poder entender un poco la vida y lo mucho que nunca llegare a comprender, aceptarlo. Cuando niños se nos dice que el mundo es blanco o negro pero cuando crecemos se nos atrofia nuestro discernimiento y todo se vuelve gris. El niño que llevo dentro me grita en la cara que lo único gris que ve soy yo, somos nosotros, somos los mayores, los adultos, los inteligentes. En un mundo que se piensa con el corazón y se siente con el bolsillo no me extraña el predominio de los grises.
La gran paradoja de nuestro destino: continuamos vivos a pesar de saber que un día dejaremos de existir. Por supuesto que no nos resignamos a ello y alimentamos al individuo con el embriagador elixir de la posteridad. Día a día nuestra conciencia inventa nuevas maneras de distraernos. Todo vale a la hora de hacerle frente a nuestra hora final y cubrir nuestro frágil ser con un manto de inmortalidad. Creamos cultos y religiones, nos hacemos tanto lifting carnales como morales, enterramos toda nuestra humanidad en aras del progreso, nos figuramos viviendo siempre futuros mejores que nuestro presente o peor aún, vivimos en el pasado esperando el momento en que todo cambie. Trabajos agobiantes, rutinas adormecedoras, discusiones y reflexiones ausentes de propósito. Hace tiempo asumí la muerte como una parte muy importante y trascendente de mi vida. Hace tiempo que comprendí que la muerte no es un final solo nos trasformamos. Lo mismo que cuando nacimos, transformamos materia y formamos un ser. Creo que el futuro es el presente, que somos todos sobrevivientes del tiempo que nos queda por vivir. No creo en una existencia de nuestro ser como persona posterior a la muerte. Creo en la transformación, creo que en algún momento volveremos a ser polvo de las estrellas que abandonamos un día. Creo en la naturaleza porque veo todos los días en ella el esmero, la lucha de la vida por seguir viva. Veo el milagro en esa flor que nos regala su belleza porque su destino es florecer. Fuimos y somos eternos como el universo que formamos, somos su materia, su manifestación, su caos, materializamos su avasallador espíritu en la constante creación del ser humano. Cada vez que nombro a dios hago alusión a este espíritu, a esta llama que, no solo nos mantiene vivos sino que nos invita a comulgar con su movimiento. La certeza de estar vivos solo se equipara a la verdad de que somos parte de un todo. Ante tanta transformación de la materia: ¿Dónde queda nuestra alma, nuestro espíritu?Cuando fallecieron mis padres me refugie en la idea que en algún lugar del cielo ellos siguen existiendo tal y como eran aquí, eso me hizo mucho bien. La idea romántica de la vida después de la muerte sosegó mi tristeza. Después la idea de una tierra prometida empezó a esfumarse y llego la transformación. Entonces me pregunte qué fue de sus historias de vida, sus sentimientos, de su alma, su espíritu, sus luchas, sus dolores, sus recuerdos, sus sueños, donde fueron a parar, para que tanto empecinamiento en seguir vivos, porque hacer un último esfuerzo si todo venia de la nada e iba hacia la nada. Hoy se que sus historias de vida, sus sentimientos, de su alma, su espíritu, sus luchas, sus dolores, sus recuerdos, sus sueños siguen vivos en mi. Ellos como yo supieron guardar las mismas vivencias de sus padres, como sus padres las de sus ancestros. Hoy se que allí radica la inmortalidad, lo eterno del ser humano. La inmortalidad, lo eterno del ser humano no está en el cielo, está en la tierra, más exactamente esta en nuestros corazones. Mis padres, al resguardo de todo olvido siguen vivos en mis recuerdos a la luz de mi amor por ellos. Si mi conciencia es el juez de mis actos ellos son el jurado. El alma sigue siendo el impostergable capricho con que burlamos por momentos al tiempo. Las cosas, a medida que envejezco, gracias a dios, empiezan a ser blancas y negras como cuando niño….. Jorge

el chunkano

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