domingo, 30 de septiembre de 2012

Tanto tiempo...


 
A medida que pasa el tiempo desde la partida de mi viejo mas sentido cobra la palabra silencio. De seguro uno de los caminos que no podemos dejar de transitar en esta vida es la partida de un ser querido. La relación que nos unía a mi padre y a mi, era mucho más fuerte que un lazo de sangre ya que él me eligió, él tomo la valiente decisión de no dejarme librado a mi suerte, en pocas palabras, me adopto. Por eso creo que el lazo que aun nos une en el presente es el del profundo amor. Muchas noches lo sueño pero lejos estoy de sentirme mal la mañana siguiente. Para mi, su imagen en los sueños que tengo lejos esta de ser una experiencia fantasmagórica o tétrica, me produce un profundo regocijo el reencontrarme con él aunque sea de esta manera rayana a la locura. Mi casa esta llena de retratos de mi viejo por que solo en su mirada encuentro cálido abrigo ante la adversidad. Son tantas las cosas que les puedo contar de él como las que calló. Y es que de las huestes de la humildad mi viejo fue un gran soldado.  Pero no solo en mis sueños vive. A diario, en las decisiones que tomo con respecto a mi vida, su sabiduría muchas veces endereza mis malos pasos retornándolos a la buena senda. Levanto los ojos al cielo y descubro en la soledad de este universo el grato don de la vida que se nos ha regalado. En esos momentos me doy cuenta por que mi viejo hizo lo que hizo, vivió como vivió, él supo honrar esta vida. El supo desde su incipiente escolaridad de sexto grado comprender las cosas y enseñarme mucho más de lo que yo pude aprender. En estas épocas vacuas de ideales lo suficientemente nobles para entablar una cruzada se me antoja que el recordar su memoria es un excelente motivo para vivir. El supo salvarme de todas las maneras en que se puede salvar a alguien. Mi admiración es gratitud, mi gratitud es amor y mi amor, memoria y recuerdo. Hay parámetros con lo que se miden nuestras acciones mas allá de leyes humanas, naturales o celestiales. Hay voces que quedan adheridas a nuestras conciencias de por vida y nos aturden con sus socarronas verdades. Es por eso que en estos días me carcome una pregunta que de seguro me haré toda la vida: ¿Se sentirá orgulloso de mí?

el chunkano

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