martes, 8 de abril de 2008

Que la vida nos sorprenda

"el aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo"


Caminando por esta vida sigo pensando lo que creo que todos pensamos: ¿Quién soy? Tal vez lo de caminar sea una imagen para tener la idea de que estoy avanzando hacia algún lugar. Temeroso soy del silencio, de la oscuridad, de la soledad, del vacío, de la nada, de la incertidumbre, de la quietud pero sobre todas las cosas temeroso de la ausencia de tiempo. Creo que puedo soportar todos mis temores menos que sean eternos. Supe escuchar que el destino o la vida es una sucesión de hechos y acontecimientos que van tejiendo su fino hilván en la trama del tiempo. Esto me hace pensar que el hecho de terminar de escribir o irme a dormir vencido por el sueño es una decisión que puede cambiar mi vida. De cada momento y lo que decidimos hacer se desprende un nuevo camino, una nueva rama en nuestra historia. Entonces si mi vida, mi historia, se lleva a cabo mediante las decisiones que tomo o dejo de tomar, el presente es el momento más importante, o el de mayor valor de la misma. Quisiera saber, tan solo por curiosidad, las puertas que deje de abrir y la vida que me esperaba desición mediante. Un viejo proverbio chino reza: "el aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo".



En ésta forma de pensar siento que se acorta la brecha entre pasado, presente y futuro. ¿Qué sería el ser humano sin recuerdos, ni sueños? Creo que si despojamos de sus estructuras a los recuerdos y a los sueños descubriremos que son muy parecidos los unos con los otros. Mis metas o sueños deben ser los de todos nada mas que los concreto por distintos caminos. Mis miserias o virtudes también deben ser los mismas de todos nada mas que en distintas proporciones. Soy polvo de estrella como ustedes. Soy una sucesión de átomos como ustedes. La misma cadena de ADN que me formo los forma a ustedes. Soy de la misma raza, la raza humana. Lo que me lleva a pensar en que lo único que nos diferencia son nuestras decisiones. No elegimos el comienzo de nuestro camino, no sabemos el final y sin embargo conducimos nuestras vidas como audaces y seguros capitanes. La audacia o la seguridad que no se encuentran en nuestros logros sino en el hecho de seguir viviendo a pesar de saber lo inapelable de la muerte. Creo mas que nunca que la vida es un don que debemos abrazar con todas nuestras fuerzas. Debemos moldearla como los artistas, darle forma, darle color, su propia música y bailarla a su compás. Debemos arrebatar la vida, aun a sabiendas de su mortalidad, de las garras de la muerte y al final entregársela completamente extenuada. La muerte ha de llevarse entonces solo un cuerpo cansado y corazón agotado de tanto latir. ¿Que humillante debe ser para la muerte en la batalla saberse vencedora y aun así, llevarse tan magro trofeo?


Atrás de la decisión que tomen después de terminar de leer esto está la vida. No por lo relevante de lo aquí escrito si por que, a cada momento, si aun estamos vivos, debemos decidir para que. Para que lo cotidiano y rutinario deje de serlo solo debemos darle importancia a nuestras decisiones y comenzar a sentirlas trascendentales. Debemos nutrirlas con mucha fe y esperanza. Los mas grandes cambios no se dan cuando se concretan si no cuando se deciden hacerlos. Luego, porsupuesto, en nuestra perseverancia encuentran tierra fértil para su realización. ¿Recuerdan ese momento en que decidieron ser lo que hoy son? ¿Recuerdan el instante preciso en que conocieron al amor? ¿Recuerdan ese momento que no se animaron a ser? ¿Recuerdan todos esos momentos que hoy han marcado el curso de sus vidas? Estoy seguro de que antes de que sucedieran no se imaginaban su arribo. Ahora, hoy es uno de esos momentos. Imagínenlo, por que aún así la vida, ha de sorprenderlos. No es el ayer, por que ya paso y no ocurrió. No lo es mañana por que no existe. Detrás de cada uno de nuestros actos se encuentra agazapada la vida para sorprendernos, hoy, en éste presente. No seamos prejuiciosos ni suspicaces y entreguemos nuestra alma a su maravilloso don. Vayamos con nuestro corazón en la mano, desarmado y desprotegido, sabiendo que lo pueden dañar pero también que lo pueden conocer, curar y amar. Digamos a nuestros seres queridos lo que sentimos por ellos, confesemos esas culpas que sopesan en nuestras espaldas para que dejen de serlo. Nada puede ser tan malo que no meresca el perdón de dios. El próximo minuto puede ser el último de nuestras vidas, o algun día lo será, por eso si aún estamos aquí tomemos la desición de hacer aquello que nunca nos animamos, aquello que siempre soñamos. Ebrios de vida y de amor miremos al nuevo día por que por más que sea el último hemos de beberlo igual que nuestra primer bocanada de aire. Mi viejo, aun hoy, no deja de educarme desde su recuerdo. Su ausencia me da lecciones que en vida no hubiera podido. Carpem diem. ¿Quién soy? Hoy soy nada más un hombre que termino de escribir y se esta yendo a dormir agotado por el sueño. Mañana veremos.


el chunkano

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