jueves, 17 de abril de 2008

Una y mil veces...

Si la vida es aquello que nos sucede mientras hacemos planes para seguir vivos el amor es el encargado de la logística.


¿Cual es la búsqueda mas grande del ser humano si no el amor? Ese amor que se encuentra agazapado detrás de una tenue sonrisa o en la miseria de carne, en las mas grandes promesas o en un modesto sueño, ese amor que te arrebata la razón y la despedaza contra la locura, ese que conjetura los planes mas osados y luego los desdeña cuando mira los ojos de su amada. Ese amor que no admite excusas y pretende todo de la nada, que nada lo detiene mas el miedo lo hace torpe y lo conduce al tropiezo. Ese amor que te duele y que sin embargo anhelas, ese lazo que ni la muerte corrompe ni separa. Ese amor que en la muerte encuentra su consumación final. Eternidad no significa perdurar sino que el tiempo se ausente de nuestras vidas. ¿No es el amor nuestra sangre, nuestro aire y alimento, nuestra fin y nuestro cielo? ¿Qué es el amor si no el motivo por el que vivimos? Mas allá de los embates que nos prodiga una realidad austera de amor, el amor nos sigue esperando en el destino con una flor en la mano y la esperanza pronuncia nuestro nombre a viva voz. Que grande seria nuestro descaro al seguir vivos si no creyéramos en el amor como el más posible de los sueños y el más soñado de nuestros caminos.


Mi amor es un amor con minúsculas, se ofrece humilde, su virtud proclama mas no calla su vergonzante miseria, entrega el corazón y se libera de todo atadura, renace en el vuelo del deseo y levita en su consecuencia. Una y mil veces he de encallar en mares aciagos a la espera del amanecer. Mi amor es un amor que vale una y mil penas y se mantiene vivo en la honra de su lucha infinita. Lucha encarnada y reencarnada en la quimera de los amantes. Lucha que libra su batalla en nuestra alma y que toma una y mil veces de rehén a nuestro espíritu, lo flagela y en su lugar nos deja una pena. Por eso se que al encontrarte, mi amor, podré pagar tu precio una y mil veces. Porque he sufrido el filo de la indiferencia, del desdeño y la apatía, mas nunca he de ser tu victima ni he de sentirme como tal. Cada batalla perdida solo ha sido un paso que he dado hacia tu encuentro. Es irónico que la debilidad del nuestro corazón nos haga fuertes. Es mi corazón un corazón rico en penas nobles que atesoro con celoso empeño, rico en penas de una y mil batallas perdidas mas libradas con hidalguía. Es mi corazón un corazón rico en penas que he guardado como testaferros de mis derrotas porque solo así podré pagar tu precio una y mil veces cuando el momento se presente. Mas a pesar de pagar tu precio no he de ser tu dueño, si tu compañero. Será mi dote y mi fortuna una y mil penas del camino recorrido. Solo así podré pagar tu precio porque el amor, tu amor, vale una y mil penas que gustoso pagare hasta con mi última moneda.
el chunkano

2 comentarios:

Aile dijo...

muy lindoo lo q escribes!
saludos de Venezuela :)

el chunkano dijo...

Gracias Aileve. Lo lindo de escribir es con las palabras puedes construír los puentes más grandes del mundo, haciendo que la lejanía sea solo un suspiro.