jueves, 7 de mayo de 2009


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miércoles, 6 de mayo de 2009

Libre albedrio


Sigo pensando quien soy y creo que me lo voy a seguir preguntando toda mi vida. También creo que es bueno que sea así. El nombre que nos dieron nuestros padres solo nos identifica socialmente. El oficio, profesión, trabajo, la vocación solo nos dan las coordenadas para saber cuál ha de ser nuestro lugar en dicha sociedad. Si somos hombres o mujeres solo nos da un punto de vista distinto. Todo esto me dice mucho de nosotros pero no lo dice todo. Todo esto dice mucho de mí pero dice muy poco.Cuando nos levantamos todas las mañanas nuestro cerebro pone en funcionamiento una serie de músculos para que nos incorporemos en la cama y de ahí comencemos a vivir un nuevo día. Aun así no me atrevo a aseverar como una verdad absoluta que la única fuerza que por las mañanas me levanta de mi cama es la fuerza física. Me podrán decir que por supuesto que no es así, que también entran en juego una serie de impulsos psicológicos que nos animan para que esto ocurra. Yo me atrevo a creer un poco más allá, intuyo fuerzas superiores al ser humano. Para trazar un paralelo creo en la existencia de estas fuerzas y creo que la mayor parte de la raza humana la llama dios. Simplemente al ver a nuestro alrededor advertimos la intervención de fuerzas descomunales en la creación y la mayoría de estas fuerzas son ajenas a nuestra raza. Es por ello que creo que tales fuerzas formadoras de todo lo que conocemos influyen directamente en nuestra historia cotidiana, son responsables y formadoras de nuestros destinos. Desde la primera bocanada de aire por la mañana hasta el último suspiro de la noche estamos sumidos en su cauce, somos parte de él. Somos parte de la fuerza que nos alimenta, que nos mueve. Somos el viento y la hoja en él. Este pensamiento no es para nada paradójico si nos despojamos de los parámetros del tiempo. ¿Cómo no saberme una consecuencia directa del movimiento caótico de estas fuerzas? ¿Cómo no creer que estas fuerzas influyen nuestro pequeño ser si la infinitud del universo cae postrado ante su movimiento? Todas las mañanas cuando me levanto se que lo hago por razones que exceden a los procesos físicos y químicos. Me levanto por mí, por mis amigos, por mis alumnos, por mi perro “Hermeto”, me levanto para concretar mis sueños pero me levanto principalmente porque se me ha dado la maravillosa oportunidad de hacerlo, porque todo el universo se ha confabulado para que lo haga. Abro mis ojos y el universo los abre, extiendo mi mano y estoy más cerca de él, sueño su realidad y él realiza mis sueños, un solo latido de mi corazón basta para refutar la muerte y una sola estrella que muere señala un nuevo comienzo. Pero si todo esto es así, que solo somos un pequeña parte de un cauce enérgico ¿somos libres?
Es por ello que me domina cada vez más enérgicamente la idea de soy mi elección. Las fuerzas que entran en juego para llevar a cabo un determinado proyecto no siempre están en nuestras manos pero la decisión sí. Allí tal vez yace la raíz de quien soy. La raíz de quien soy, de quienes somos no está solamente en lo que conseguimos en la vida, ni en lo que llegamos a ser. Somos también todo aquello que decidimos ser y no llegamos, somos aquellas decisiones que no pudimos llevar a cabo pero que nos dejaron parados delante de nuevos caminos para elegir. Por ejemplo yo no soy solo el bajista que hace veinticinco años eligió este instrumento, también soy el contrabajista que siempre quise ser y que solo hace apenas un año pude empezar a concretar. Yo no solo soy la persona que ama a sus padres con todo el corazón sino también que hoy ya soy esa persona que va a amar a su esposa e hijos con la misma fuerza. Somos nuestras decisiones más allá de que las concretemos o no. Un médico ya es médico en el momento que toma la decisión de serlo solo ha de ser paciente con el tiempo y saber esperar y procurar la llegada de los saberes para serlo. Yo nunca podría ser médico no por que no tenga la inteligencia para serlo, ni me falten recursos para estudiar, ni tenga una universidad cercana para hacerlo. Yo nunca voy a ser médico porque nunca voy a tomar la decisión de serlo.
Yo soy músico desde el primer momento en que un entrañable amigo puso una guitarra en mis manos y tome la decisión que eso sería en mi vida, músico. No soy un músico brillante que derroche talento, soy solo un modesto músico que sus saberes apenas les alcanza para aplacar su insaciable sed de sonidos, de silencios. Llegué apenas con dignidad a manejar este idioma para comunicarme con los demás y para poder enseñarlo. Pero, por lo que más quiero que decidí serlo, decidí ser músico y llevo veinticinco años de mi vida de profundo éxito en mi empeño por serlo, en la realización de mi sueño. He tenido muchas idas y venidas pero siempre siguió mi decisión de serlo. Por eso cuando me levanto por la mañana tomo mis fuerzas y todas las que tengo a mano para mantener las decisiones que me hacen ser quien soy mas allá de un nombre, de una profesión o de una posición social. Me aferro a ellas porque sé que la vida te quita solo las cosas que nunca fueron tuyas y te arrebata todo aquello que nunca perderás. Mis padres siempre me pertenecieron y ni la muerte me pudo separar de ellos. ¿Somos libres? Si, somos libres y vaya que lo somos. En nuestro libre albedrio ganamos todos los días una pequeña parte de nuestra libertad porque a pesar de que las ataduras que nos retienen son fuertes hemos decidido romperlas. Irónico sería que dios nos de libre albedrío y después nos castigara por no seguir un camino que no sea el suyo.

el chunkano

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domingo, 26 de abril de 2009

A orillas de mi río

A la memoria de don sixto


La filosofía según yo creo, solo aventurando una vaga hipótesis trasnochada es el conjunto de saberes y conocimientos, normas, tradiciones y crecías que afectan y condicionan nuestro comportamiento tanto personal como social. La falta de una filosofía, tanto a nivel personal como social, provoca que no tengamos un hilo conductor en nuestras acciones, por lo tanto también estemos carentes de futuro y progreso. La falta de una filosofía hace que este mundo sea cada vez más vulnerable al fenómeno de la globalización. La filosofía como la aprendí en la secundaria era el amor al conocimiento, (filo: amor, Sofía: conocimiento). A mi modo de ver tener una filosofía edifica nuestra personalidad y sumado a todo aquello que acarreamos de manera hereditaria escribe nuestra propia historia y determina nuestras elecciones. El amor por el conocimiento nos hace libres. La libertad y la filosofía están fuertemente emparentadas. La principal arma delante de cual caen doblegados pueblos, naciones y personas es la falta de conocimiento. Es muy importante que las decisiones de nuestra vida estén tomadas a luz de una filosofía coherente a todos los momentos de nuestra misma vida. Debemos evitar caer preso del cauce de un pensamiento masificante y hacer pesar al individuo. Una filosofía masificadora está dirigida firmemente a que todos pensemos y obremos de una misma manera, de esa forma seamos manejables y predecibles. Es, en la actualidad, la filosofía que conduce toda la política Argentina. El enaltecimiento de una filosofía personal hace que tengamos para ofrecer nuestro ser para componer una sociedad. El hecho de que no pensemos igual no significa que al final no persigamos las mismas metas. Nuestra filosofía de vida nos hace ser quienes somos como personas. Nunca abandonemos esta conducta por más fáciles o tentadores que resulten los otros caminos. En la diversidad de opiniones radica la sabiduría. Las distintas filosofías que hemos tenido en el transcurso de nuestra historia han dado lugar al nacimiento de diversas culturas. Mantengamos una postura con aplomo y seguridad iluminada por nuestra filosofía. Con el paso de los años hemos de rendir cuentas de ello ante nuestra conciencia en vida, antes dios cuando hayamos partido.

No deja el ser humano tanto de espantarme como de maravillarme. Cada uno de nosotros presos del cautivante vicio de la posteridad nos adentramos a creer que tenemos un destino promisorio. El destino compartido por toda la humanidad es que un día dejaremos de existir, moriremos. Lejos de esta irrefutable verdad de causarme miedo más me pone en alerta, despierta la inquietud de saber quién soy. Cada vez tiene más peso la pregunta de quién soy. He tratado de responder muchas veces esta incógnita a través de mi ser social, de quien soy en la sociedad en que vivo. Muchas veces me he preguntado: ¿quiénes somos? tratando de dilucidar este enigma. No encontrado una respuesta que me satisfaga, así y todo, el haberme interpelado tuvo efectos colaterales. Con esto trato de decir que a medida que en estos últimos años me he preguntado quien soy he obtenido una sola certeza: “quien no soy”.

Me he dado cuenta que no soy superficial mas no sé si soy lo suficientemente profundo. No soy vanidoso y egocéntrico pero no me siento una persona modesta. No soy permisivo con la injusticia, me indigna profundamente mas creo que muchas veces peco de indiferente o no soy lo bastantemente enérgico para repelerla. No soy una persona vaga o perezosa, muchas veces me sorprende la voluntad y empeño que pongo en un emprendimiento aunque muchas más veces dudo que dicha fuerza tenga origen en mi corazón o me corresponda algún merito por ella, sigo creyendo que esa fuerza parte de la fe que tienen las personas en uno. No soy una persona para nada pesimista, creo en la autenticidad de los esfuerzos mas allá de que estos obtengan resultados positivos pero muchas veces caigo presa del desanimo. No soy una persona curiosa mas estoy en una constante búsqueda sin ni siquiera saber que busco. Dentro de las pocas cosas que pude discernir que soy está la de ser músico. En mi esta característica es inevitable, no podría hacer algo mas en esta vida que no estuviera relacionado con el arte, con la música. Desde los trece años que estoy todos los días aprendiendo a hablar este idioma, a moverme con soltura en este lenguaje.
Todo esto se manifestó como lo hacen los pensamientos, en forma abrupta y sin motivos ni causas aparentes. En unas de estas hermosas noches de otoño por otras circunstancias llegue hasta la orilla del rio de mi pueblo en busca de unos minutos de paz que, evidentemente allí encontré. Como cuando era joven la naturaleza seguía esperándome allí para liberar mi mente de pensamientos espurios, cotidianos, viciados de rutina y brindarle a mi alma un solaz para recrearse. Entre canción y canción las musas me interpelaban. Había cambiado mucho el paisaje pero no era lo único. Ya no estaban mis primeros amigos alrededor de una fogata, ni los mates, ni los cigarrillos, ni la botella de licor, mucho menos aun la guitarra. Me di cuenta con tristeza que soy el único que todavía anhela estos fogones a la orilla del rio. Allí estaba guitarreando, solo o por menos es lo que yo creía. Vi a los fantasmas de todos los que allí estuvimos un día todavía merodeando las orillas del rio pero solo hubo uno que me miro particularmente con una mirada sostenida mas no le pude reconocer. Al llegar a casa tome mi álbum de fotos y trate de encontrarlo. Finalmente supe quien era, era yo solo que con algunos sueños de más.

el chunkano

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miércoles, 22 de abril de 2009

La mirada de un niño


Una sola imagen me llega cuando estoy solo, mi niñez. Dicen que a medida que crecemos vamos de regreso hacia esa forma que teníamos de ver las cosas cuando niños. Un beso era afecto, un abrazo la emoción del encuentro, las palabras expresaban nuestros sentires pero más decían nuestros silencios. Esos instantes eternos de picardía contenida y de miradas cómplices. Cuanta risa sostenida en esos lapsos de tiempo y como nos dábamos el lujo de desperdiciarla, la dejábamos en cualquier lado, no nos importaba donde ni a quién. Solo sabíamos que no podíamos llegar a la noche con una sola sonrisa en nuestro haber, que si nos guardábamos tan solo una los duendes del sueño no se harían presentes. Debíamos dejar hasta nuestra última gota de energía desperdigada en la plazoleta del barrio, en la casa de algún amigo, en la canchita jugando a la pelota. Juguetes de cartón, de chapa, de madera, de plástico, de viento, de agua, de ganas. Una rama era un tesoro que adquiría valor solo cuando nuestra voraz imaginación la ponía en nuestras manos con la forma de la justiciera espada de “el zorro”. Los días y las noches solo eso eran. Cualquier empresa era realizable, cualquier emprendimiento factible, cualquier utópica aventura tenia altas probabilidades de concreción y no había realidad que nos hiciera menguar nuestra fe, nuestra esperanza, nuestro credo. Todo aquello en lo que creíamos no solo era posible sino que existía de una manera patente e irrefutable. Éramos realmente sabios porque intuíamos lo imprescindible, lo vital, aquello que necesitábamos. La vida desbordaba por todos sus costados su inapelable simpleza. No guardábamos, no acumulábamos, no ahorrábamos, no éramos precavidos. Cuando el dolor nos llevaba por delante y nos dejaba los ojos rojos de lágrimas, lo llorábamos todo sin guardarnos nada. Cuando el amor se hacía presente lo abrazábamos todo, hasta su último suspiro. El amor de nuestra madre en una taza de leche lo tomábamos con sorbos cortitos para no quemarnos, para disfrutarlo. El amor de nuestro padre lo leímos junto con él, acurrucados en sus brazos. Donde un libro de cuentos, con símbolos que solo él entendía, nos contaba alguna historia de la cual seguro, en algunos momentos éramos parte. El amor de nuestro primer beso cuando niños. La muerte nos era lejana no por inevitable sino por nuestro saludable berretín de vivir el presente. ¿Qué diría ese niño que jugaba con barro de nuestro inmaculado presente? ¿Nos reconocería? ¿Sabría que aun somos nosotros debajo de esta espesa capa de madurez, de sensatez?Trato de tomar prestado de a ratos la mirada que tenía del mundo cuando niño, para poder entender un poco la vida y lo mucho que nunca llegare a comprender, aceptarlo. Cuando niños se nos dice que el mundo es blanco o negro pero cuando crecemos se nos atrofia nuestro discernimiento y todo se vuelve gris. El niño que llevo dentro me grita en la cara que lo único gris que ve soy yo, somos nosotros, somos los mayores, los adultos, los inteligentes. En un mundo que se piensa con el corazón y se siente con el bolsillo no me extraña el predominio de los grises.
La gran paradoja de nuestro destino: continuamos vivos a pesar de saber que un día dejaremos de existir. Por supuesto que no nos resignamos a ello y alimentamos al individuo con el embriagador elixir de la posteridad. Día a día nuestra conciencia inventa nuevas maneras de distraernos. Todo vale a la hora de hacerle frente a nuestra hora final y cubrir nuestro frágil ser con un manto de inmortalidad. Creamos cultos y religiones, nos hacemos tanto lifting carnales como morales, enterramos toda nuestra humanidad en aras del progreso, nos figuramos viviendo siempre futuros mejores que nuestro presente o peor aún, vivimos en el pasado esperando el momento en que todo cambie. Trabajos agobiantes, rutinas adormecedoras, discusiones y reflexiones ausentes de propósito. Hace tiempo asumí la muerte como una parte muy importante y trascendente de mi vida. Hace tiempo que comprendí que la muerte no es un final solo nos trasformamos. Lo mismo que cuando nacimos, transformamos materia y formamos un ser. Creo que el futuro es el presente, que somos todos sobrevivientes del tiempo que nos queda por vivir. No creo en una existencia de nuestro ser como persona posterior a la muerte. Creo en la transformación, creo que en algún momento volveremos a ser polvo de las estrellas que abandonamos un día. Creo en la naturaleza porque veo todos los días en ella el esmero, la lucha de la vida por seguir viva. Veo el milagro en esa flor que nos regala su belleza porque su destino es florecer. Fuimos y somos eternos como el universo que formamos, somos su materia, su manifestación, su caos, materializamos su avasallador espíritu en la constante creación del ser humano. Cada vez que nombro a dios hago alusión a este espíritu, a esta llama que, no solo nos mantiene vivos sino que nos invita a comulgar con su movimiento. La certeza de estar vivos solo se equipara a la verdad de que somos parte de un todo. Ante tanta transformación de la materia: ¿Dónde queda nuestra alma, nuestro espíritu?Cuando fallecieron mis padres me refugie en la idea que en algún lugar del cielo ellos siguen existiendo tal y como eran aquí, eso me hizo mucho bien. La idea romántica de la vida después de la muerte sosegó mi tristeza. Después la idea de una tierra prometida empezó a esfumarse y llego la transformación. Entonces me pregunte qué fue de sus historias de vida, sus sentimientos, de su alma, su espíritu, sus luchas, sus dolores, sus recuerdos, sus sueños, donde fueron a parar, para que tanto empecinamiento en seguir vivos, porque hacer un último esfuerzo si todo venia de la nada e iba hacia la nada. Hoy se que sus historias de vida, sus sentimientos, de su alma, su espíritu, sus luchas, sus dolores, sus recuerdos, sus sueños siguen vivos en mi. Ellos como yo supieron guardar las mismas vivencias de sus padres, como sus padres las de sus ancestros. Hoy se que allí radica la inmortalidad, lo eterno del ser humano. La inmortalidad, lo eterno del ser humano no está en el cielo, está en la tierra, más exactamente esta en nuestros corazones. Mis padres, al resguardo de todo olvido siguen vivos en mis recuerdos a la luz de mi amor por ellos. Si mi conciencia es el juez de mis actos ellos son el jurado. El alma sigue siendo el impostergable capricho con que burlamos por momentos al tiempo. Las cosas, a medida que envejezco, gracias a dios, empiezan a ser blancas y negras como cuando niño….. Jorge

el chunkano

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domingo, 19 de abril de 2009

jueves, 26 de febrero de 2009

¡¡¡Bienvenido Julián!!!

el chunkano

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lunes, 16 de febrero de 2009

Hace un año....

Hace un año empecé y en un año cambiaron muchas cosas, como debe haber ocurrido en la vida de todos, de seguro. Hace un año abrí mi kiosco en este mundo que por virtual solo es tangible con el corazón. Muchas emociones, amigos, abrazos, esperanzas, malos momentos y de los buenos también y muchos deseos de felicidad. Con solo tres palabras quiero significar lo que siento. Les pido perdón por mi alocución muchas veces desmedida, fruto de la indignación pero no por eso excusada. Les pido por favor que sigamos con ese diálogo que se creo con muchos de ustedes y les doy las gracias, muchísimas gracias por estar, por ser, por compartir. Gracias.



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Los medios y los fines


Ya ha pasado un año desde que empecé con este berretín de escribir lo que pienso y lo que siento. Debo agradecer, debo siempre agradecer a todos aquellos que me regalan su tiempo leyendo mis divagues. Debo agradecer a mis amigos. También a aquellos que se toman la molestia de contestar en forma privada, en este intercambio se produce una tertulia interesante como así también enriquecedora. Pero si hay alguien a quien le debo el entusiasmo por hacer un blog es a mi amigo en este mundo virtual: “el cuervo López” ("El cuervo lópez") a quien le afane la idea, para bien de algunos o para mal de otros, de hacer mi blog. Cualquier queja del mismo por favor remitirla a la fuente inspiradora. Si hay alguien a quien le debo la elaboración técnica es al blog de “Feripula” ("Recursos para tu blog") que la conocí a través del “cuervo”, sin su aporte cognoscitivo ni siquiera lo modesto hubiera sido posible. Descontando también sus comentarios más que oportunos y vivificantes en algunos de mis post. Una sola palabra lo encierra todo, “Gracias a todos”. Bueno, vamos al tema.

En la vida dejamos de vivir mil vidas por elegir una, la nuestra. Cada decisión que tomamos reacondiciona nuestro destino de maneras insoslayables como así también impredecibles. El lugar que dejamos de visitar, la calle que no tomamos, aquel que conocimos y aquel que no, los proyectos que desestimamos, aquel sueño que no abrazamos lo suficiente o al amor que dejamos escurrir entre nuestros dedos, son tan solo algunos botones de muestra de los posibles destinos que nos esperaban. Esta condición, creo yo, es de la vida su sustento. Lo impredecible, lo sorprendente que puede llegar a ser. En forma constante nos da nuevos motivos para seguir vivos a partir de una elección que hicimos surgen infinidad de destinos impensados. Por eso es que creo en la legitimidad del intento, de probar a pesar de que las posibilidades de éxito no sean óptimas. Un fracaso nos puede dejar parados en las puertas de nuestro destino vital. Defiendo a capa y espada la idea de que perseguir un sueño no nos garantizara nunca el éxito pero si la felicidad. No hablo de encarar empresas quijotescas carentes de todo tipo sentido común como lo sería poner una empresa arenera en el Sahara, solo hablo de nunca creer que hay un tiempo para cumplir un sueño, si este sueño es ser felices. A ver, mi pregunta es: ¿Para qué estamos en esta vida si no es para cumplir un sueño? Soñar, a mi modo de ver, no hace humanos. No hablo de la utopía de vivir soñando dejando de lado toda actividad laboral proveedora de sustento sino que hablo de esa conciencia que tenemos como raza de nuestro existir. Los animales pasan toda su vida procurando sustento y un hábitat, a nosotros nos depara el destino mucho más que techo y comida. Los más grandes progresos científicos y tecnológicos se dieron a partir de la persecución de un sueño, contra viento y marea, con mucho ahínco aun cuando todo nos decía que no era viable, es lo que nos hace heroicos en nuestras arremetidas, es aquello que nos aparta de la rutina. Un sueño por utópico que parezca no deja de serlo y merece nuestro intento aun en las condiciones más adversas. Una vez supe escuchar que una pulga no puede detener una locomotora pero le puede hacer una roncha al maquinista. A pesar de su gracia no deja de ser para pensar nuestros actos, cuando creemos que el mundo se confabula en contra nuestra a lo mejor solo no está mostrando otra manera de ser felices. Este es el pensamiento con el cual vivo y rige mi existir.


Ahora, ¿cuáles son nuestros sueños de hoy? ¿Qué cosas nos motivan a seguir vivos? ¿Qué nos hace felices? Aquí probablemente este el punto más álgido de nuestra reflexión y en donde creo yo hemos de disentir en diversos aspectos. Como es mi costumbre no he de dejar de dar mi opinión. Al comienzo pensaba que en la vida dejamos de vivir mil vidas por elegir una, la nuestra y lo sigo creyendo. Hoy en día en esta sociedad consumista tratamos de vivir mucho más que una vida y al no ser posible no vivimos ni siquiera una. Esto nos hace infelices y no nos permite disfrutar de lo que la vida nos brinda en este momento, en este espacio de tiempo. A modo de ejemplo nuestra búsqueda desmedida de la juventud y la belleza de nuestros cuerpos. Esto va mucho más allá de lo estético, mucho mas allá de lo saludable y hace tiempo ya paso a ser una pandemia social imparable. Poco a poco estas aflicciones van carcomiendo los cimientos de las conciencias de nuestros hijos y desdibujan de sus mentes lo verdaderamente importante. Creo que nuestros cuerpos deben ser saludables pero no seguir ningún estereotipo prefijado por el mercado, que propone la creación de clones, de cuerpos predestinados a un determinado talle. Esto condena a nuestros jóvenes a sufrir. Aquellos que no cumplimos determinados parámetros corporales somos los parias de la moda. Y no hablo de casos como el mío que estoy en mis cómodos ciento sesenta ocho kilos peleando contra mi enfermedad, la obesidad. Hablo de pibes que pesan cinco kilos por encima de lo normal y esto los amarga por encontrarse fuera de la moda.


Los medios se tergiversan se transforman en fines. Aquello que es un medio, la vestimenta, para abrigar y cubrir nuestros cuerpos se transforman en un fin cuando nuestros cuerpos persiguen un talle y cuando nuestra mente persigue una marca. Una vez supe escuchar decir que el día que se ponga de moda pegarse un tiro nos libramos de todos los idiotas lo cual me pareció una intervención poco feliz. El problema principal no está en el que consume sino en el que provee. Aquellos sicarios de las conciencias que, con el solo fin de enriquecerse, justifican cualquier acción denigrante de nuestra dignidad y permanecen apáticos al mal que causan. La ropa tendría que volver a vestirnos no a identificarnos.

Los medios se tergiversan se transforman en fines. Los lifting que pretendemos hacer a nuestra sociedad para enmascarar vaya a saber que miseria nuestras tienen sus raíces en lo personal. Arrugas, pechos pequeños, parpados caídos, narices prominentes, papadas abultadas, el color de nuestros ojos considerados las ventanas del alma, todo esto es negociable al momento de pertenecer socialmente a la elite de la raza humana. Por supuesto que todo esto va más allá de lo saludable. Nos estamos haciendo un lipoaspiración en nuestras almas. ¿Por que estamos tan empecinados en responder a un solo formato prestablecido? Le estamos dando paso a la globalización de nuestros cuerpos y de nuestras almas. Nuestros cuerpos deberían volver a ser los carruajes de nuestro espíritu y no su talón de Aquiles.

Los medios se tergiversan se transforman en fines. El sexo es hoy uno de los mercados más grandes del mundo. Bajo costo, recursos renovables, pautas impuestas unilateralmente lo hacen apetecible para más de un mercader de la muerte. Dejo de ser un medio más por el cual nos comunicábamos con el otro género y pasó a ser un fin, transformándose tan solo en un producto de consumo. Una charla, una cena, una salida, una relación sexual, el convivir un tiempo con nuestra pareja eran algunos de los medios que teníamos para conocerla. Las relaciones sexuales pasaron a ocupar el mismo lugar que orinar o defecar, una necesidad fisiológica. ¿Hemos desvirtuado tanto al sexo a punto de olvidar que a traves de él se procrea la especie? Se debe saciar como el hambre o la sed. El único fin que se persigue es nuestra propia satisfacción no importando la persona con la que se consuma dicha relación. Pasamos a ser cuerpos que mandamos de franco al alma. Imágenes, videos, chats, webcams nos ofertan veinticuatro horas al día la felicidad a través de un orgasmo. Lo único e irrepetible, lo atemporal y sublime de nuestra primera vez paso a tener fecha de vencimiento y peor aún, paso a tener precio. Deberíamos volver a respetar nuestro cuerpo a traves del respeto hacia nuestro prójimo.

Solo espero y apelo a la inteligencia de las nuevas generaciones sepan revertir este caos emocional donde creímos que la felicidad es vivir con todo lo que el mercado ofrece. Nuestra existir nos depara muchas vivencias, de todo tipo, de toda índole, mas debemos elegir para continuar, no permanecer y transcurrir como dice Eladia Blázquez en su sabia canción. La vida avanza, fluye, el tiempo transcurre, nacemos y morimos y volvemos a nacer. Nuestra existencia en sí misma es un milagro en la inmensidad del universo. Éste solo pensamiento ya me hace feliz. En nuestra diversidad se encuentra desparramada la verdad de nuestro ser. Somos distintos, somos peores que algunos y mejores que otros. Los planetas nacen, se arrugan y mueren. Existen estrellas de distintos tamaños, formas y luminosidad que se encuentran a diversas distancias de nuestro planeta. Con toda mi imaginación, y por lo que más quiero que es mucha la imaginación que tengo, todavía no puedo imaginar la belleza de un cielo con todas sus estrellas iguales.


el chunkano

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