domingo, 17 de febrero de 2008

Cartas a Don Pedro, mi viejo.

Estos son dos escritos que compartí con casi todos mis amigos. Uno en el 2006 con el motivo de la muerte de mi viejo. El otro cuando se cumplió un año de su fallecimiento







Para un alma que se eleva (2006)


Clap!!! Clap!!! Clap!!! Clap!!! Clap!!! Clap!!! …se escuchaban los aplausos… Clap!!! Clap!!! Clap!!! Clap!!! Clap!!! Clap!!! …se escuchaban en mi casa…era mi viejo, Don Pedro, que aplaudía todo el día….sus aplausos no eran de congratulación…mucho menos para marcar el tiempo de alguna canción….sus aplausos se asemejaban mas a aquellos que se daban en los pueblos con aire de campo…donde la puerta principal de la casa estaba separada por una verja….donde por supuesto no existía el timbre ni los porteros eléctricos….solo algunas veces una campana…Pero cuando ésta no estaba uno golpeaba las manos para anunciar su presencia y el vecino abría la puerta a la voz de “¿Cómo anda amigo?, ¿en que puedo servirle?........ESOS eran los aplausos de mi viejo, Don Pedro….convocando desde su sillón o desde su cama….tal vez alegría, por que siempre los hacia con una sonrisa.

Esta es una de las imágenes que me quedan de mi viejo…..días antes de que falleciera hubo días de mucha tormenta, días plomizos, pesados, húmedos, que lo acompañaron en su recaída final…..el día después de su sepelio el cielo amaneció mas celeste que nunca y era, como contaban mis tíos, que mi viejo cuando era chico cortaba las tormentas.

El reloj de mi casa por esos días comenzó a quedarse sin pilas, retrasaba la hora…hasta que días antes de su fallecimiento se detuvo a la 13:30hs que en los dias subsiguientes seria la hora de su partida.

Ayer por la noche nuestro cielo se vió visitado por un extraño fenómeno….lluvia de estrellas fugases….se podrá decir talvez que estoy buscando extrañas coincidencias o paralelismos, pero para aquellos que creemos en algo superior a nosotros, lo tomamos como señales de que todo esta en orden…..sino basta con solo pensar que horas antes de su partida murió pinochet y para mi que dios tenia que equilibrar el cielo y se lo llevo a él para compensar tanta maldad.

El descansa, yo descanso; descansamos de la enfermedad que lo tenia a él como actor principal y a mi como actor de reparto. Algunos me dicen que yo he hecho algo que nadie haría hoy en día por otra persona…cabe aclarar que todo lo que tengo en virtud me lo dió él y todo lo que me corrompe, mis miserias, las busque solito. Nunca me educo a fuerza de golpes ni gritos…su enseñanza fue a través de silencios y miradas, paciencia y dedicación, esfuerzos y perseverancia…todo lo bueno que yo puedo tener recuerden siempre quien me lo dió….esa es su herencia.

El día del sepelio me saludo mucha gente pero el que mas me llegó fué el de uno de sus amigos del banco, el gordo ageret….dijo: “nos dejo un grande pibe”y es cierto, nunca lo había pensado de ese modo pero es cierto “Nos dejo un grande”, el mas grande de todos, por que ustedes tendrán o tuvieron a sus viejos pero sepan que el mas grande fue el mío.

Finalmente disculpen si no me han visto llorar a pesar de la profunda tristeza que me embarga, pero ocurre que, mi viejo, Don Pedro, encaraba las adversidades con una sonrisa…mi viejo siempre sonreía mientras aplaudía…cada vez que en mi vida yo escuche un aplauso lo estaré recordando a él por que mi viejo……Don Pedro….. nunca me enseño a llorar.




Serenata al cielo (2007)


¿Han escuchado el armónico de una guitarra mientras contemplaban una estrella? ¿Han disfrutado la llegada de una brisa fresca en una tarde de verano, esa que viene a redimir nuestros sofocados cuerpos? ¿Han escuchado el generoso aplauso del público luego de un concierto? ¿Han sentido el vértigo de preguntarse algo trascendentalmente sencillo y no saber ni remotamente la respuesta?

Cuentan los antiguos que desde que el mundo es mundo hubo dioses que brindaban sus favores a los humanos haciendo su vida más llevadera. La felicidad, la dicha, la suerte, el bienestar, la prosperidad, la placidez, la tranquilidad, la salud y hasta el amor y la paz se encontraban entre los dones de estos dadivosos dioses. También cuentan que los había mezquinos, aquellos que provocaban el infortunio, la desgracia, la adversidad, la desdicha, la desventura, tribulaciones varias, penas, tristezas y la infelicidad. Se dijo de aquellos dioses benévolos, que nuestros ruegos escuchaban, debían ser venerados y adorados y, de aquellos cuyos designios no nos fueron propicios u optimistas, debían ser tildamos de demonios, por consiguiente detestados, maldecidos e injuriados. A pesar de que ambas deidades dirigían los destinos de los seres humanos, solo tendíamos a reconocer como ecuánime y razonable a aquel que cedía a nuestras suplicas, tratando de forma despectiva y atribuyéndoles toda injusticia a los otros. Ajenos a toda voluntad humana, ajenos a todo encuadramiento que ejercen los cultos terrenales, ellos siempre coexistieron en el universo provocando y disciplinando el caos. Siempre estuvieron sentados en la misma mesa y, escapando a todo prejuicio, encasillamiento, nominación caprichosa o parámetros seudo dogmáticos instaurado por las religiones, el espíritu humano se mantiene expectante en la búsqueda de la verdad. En realidad nuestro corazón siente desde tiempos inmemoriales la presencia de los dioses, solo que nunca pudimos explicar su existencia con nuestro escueto conocimiento dejándonos parados ante la paradoja, la disyuntiva de la negación total basándose sólo en la prueba empírica y científica o, la adoración fanática de cuanto fetiche, estatua, ídolo, o figuración venga a cubrir nuestra incapacidad para dar una explicación certera de la existencia de los mismos. No comprendo hasta el día de hoy la necesidad de darle una explicación a aquello que, desde el vamos, se siente. En realidad la raza humana tendría que bajarse de su pedestal de soberbia y vanidad y reconocer que el universo existe muy a pesar de que podamos o no dar una explicación de su existencia. Así y todo los dioses nos han otorgado dos hermosos y efectivos escudriñadores de nuestro entorno: la mente y el corazón. Ambos deben ir en sintonías paralelas para lograr el máximo posible de discernimiento, aquel que se logra a través de la razón y el sentimiento.

Hace un año que no tengo más conmigo la presencia física de mi padre y al igual que en el universo, son más extensos los espacios de vacío. Recurro constantemente en forma conciente o en sueños a tratar de esbozar alguna explicación que aplaque el dolor y la tristeza de su partida. Recurro constantemente a todos los dioses en busca de respuestas. Pero mas tarde comprendo que mi padre mas allá de los bienes materiales me dejo también como herencia ese dolor y la tristeza de su ausencia. Tal como los dioses no solo me dio aquello que me diera dicha y felicidad sino también que me brindo aquello que me permitiera tener una visión más real de este mundo. Me dejo la felicidad de sentirme amado pero también el dolor y la tristeza de su ausencia que me despabilan el alma a diario para poder saber que es lo verdaderamente importante en esta vida.

Muy a pesar de descreer del fetiche de las religiones soy humano y por momentos me asalta el apetito de aferrarme a alguno de éstos. Me aferro a ellos a sabiendas de que pueden nublar mi discernimiento pero conciente también de la caricia tan necesaria que son para mi alma. En ese escenario creo en la existencia de un guardián que cuida las llaves de la puerta de entrada a los cielos. Es el encargado de dar la bienvenida a todas las almas que llegan ante los portales del paraíso y conducirlos a su descanso eterno. El es encargado de ambientarnos ante esta nueva dimensión. Este encargado es reemplazado por los dioses cuando cumple un tiempo determinado en su puesto. Este encargado debe tener una voluntad de servicio inagotable, una abnegación inalterable ante la tarea asignada, un amor incondicional por la misión concedida, una mano firme que brinde seguridad a nuestro arribo, unos ojos que nos explique el porque de las cosas en el idioma de una mirada, una sonrisa que acobarde a nuestros miedos mas profundos, que con una mano en el hombro sea capaz de hacernos sentir que no existe un límite de lo posible y por supuesto que sea un diestro ejecutante del arpa.

Todas estas eran características de mi viejo y es por ello que ya tomo el puesto que dejo vacante san pedro y de seguro esta aprendiendo a tocar su arpa. No creo que le cueste aprender ya que toda su vida hizo música. En ella ejecutó las más bellas melodías y yo fui su instrumento. El que toca violín es llamado violinista, el que toca guitarra, guitarrista, el que toca el piano, pianista ¿Cómo se llamara aquel artista que hace música con el corazón humano?

Se que esta esperando el tiempo y el momento de mi arribo para darme ese amor tan especial que siempre tuvo para conmigo. Con la templanza y el aplomo del que sabe esperar, espera mi llegada. Con ansiedad e incertidumbre yo espero mi partida. Es por ello que cuando una brisa fresca me acaricia en verano se que es su aliento, ese hálito de esperanza que no me deja desmayar. Es por ello que cuando siento el vértigo no saber las respuestas él me dice que a lo mejor la pregunta no es tan importante. Es por ello que cuando hago música en público y este me brinda su generoso aplauso entre ellos suelo escuchar el aplauso de mi viejo. ¿Cómo se todo esto? Todo esto lo sé, lo descubrí una noche de verano cuando escuche el armónico de una guitarra mientras miraba una estrella….



el chunkano


'vooolveeeer....con la frente marchita'

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