http://extramuros.unq.edu.ar/03/art_moira_millan_3.htm
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En el espejo de nuestra rutinaria vida solo nos queda lugar para ver nuestra imagen. Nuestra fiebre consumista es justificada por la biblia apócrifa de la indiferencia.
Siento, es mi problema, siento indignación hacia las injusticias y cuando las injusticias las sufren los desvalidos, los olvidados por nuestras urgencias, los desamparados de las leyes, la indignación es aun mayor. Esta noticia llega desde sur, no como una bocanada de ardua protesta si no como un tímido suspiro de moribundo, tímido no por cobarde sino por que probablemente sean los últimos balbuceos de un pueblo en extinción. Talvez por lastima seguimos pregonando su desgracia, tal vez por miedo que en el momento de nuestra muerte esta sea una cuenta que debamos pagar con nuestra alma, o tal vez por que compartimos con el “che” su prerrogativa de indignarse ante cualquier injusticia haciéndola propia no por cercana sino por existir.
Llega hasta nosotros la noticia que Marcelo Tinelli compro miles de hectáreas en la provincia de Chubut y necesita desalojar a 30 familias mapuches para construir un megaproyecto turístico. Llegan las noticias y esta es una más que diagnostican la enfermedad de nuestra sociedad: “la indiferencia”. Llegan las noticias y la única diferencia entre las de ayer o las de mañana es que esta es de hoy. Llega la noticia como un perro moribundo que fue atropellado por un auto, parados, impávidos asistimos a su destino, parados e impávidos queda al descubierto nuestra impotencia. De nada nos sirve todo y todo no nos sirve para nada. Me da miedo pensar como esta sociedad adicta al brillo (parafraseando a drexler), nos da sobrados y diarios motivos de indignación y enojo. Este perverso sistema reparte las cartas con sobrada vehemencia sabiendo que la injusticia de hoy pasara al olvido mañana tapadas por la ausencia de compromisos. Con estos no quiero decir que no cesemos en nuestro empeño.
El otro día me preguntaba que mas podemos hacer para torcer el destino de las injusticias y yo con mi grandilocuente verborragia solo atine a decirme “no se”, con mi experiencia de algunos años mas que algunos solo pude decir no se. No se si alguna vez supe que hacer, no se si he hecho algo, pero una sola verdad me abofetea:”todo lo que hago es poco”. !!!Ojo!!!, no digo que no sirvan los esfuerzos empeñosos de todos nuestros días por hacer las cosas como creemos que están bien, pero es poco. A lo mejor este razonamiento es fruto de mi vanidad y arrogancia que se cree que debo tener todas las respuestas. A lo mejor no busco respuestas, a lo mejor busco sosiego. A lo mejor sea como decían nuestros viejos “has el bien sin mirar a quien” y no por eso debemos tener la certeza de que nuestros actos llegaran a desterrar una determinada o puntual injusticia. Sea como sea un solo sentimiento me domina mas y mas con el paso de los años, la impotencia.
Pero hay algunas pocas cosas que se. Se que somos muchos los que nos duele la sinceridad de estos tiempos, se que el desparpajo comunicativo se encarga de inundar la conciencia de constantes afrentas y contradicciones y se que debemos unir nuestra voces para que suenen como el acorde celestial, .un acorde tallado con las voces del pueblo, un acorde que ensordezcan las ingrávidas penurias del silencio de la impunidad. Más allá de la indignación por lo de Tinelli este no deja de ser un caso testigo. La conciencia sigue siendo la respuesta a una pregunta que nadie hace y a pesar de no poder hacer nada y de sentir tamañas tristezas mi respuesta es nunca resignar, es abrazar mi dolor por mío y seguir diciendo las palabras del corazón, que a pesar de estar nublado de melancolías lo seguiré sometiendo a ellas. ¿Por que?, ¿para que nos sirve el corazón si no es para sentir?.
el chunkano
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