domingo, 23 de marzo de 2008

24 de Marzo de 1976 - El golpe militar

No hay nada que conmemorar porque esta historia todavía no termina.


Todo terminó a la una de la madrugada del 24 de marzo de 1976 cuando el general José Rogelio Villarreal le dijo a Isabel Martínez de Perón: “Señora, las Fuerzas Armadas han decidido tomar el control político del país y usted queda arrestada”. O todo comenzaba. Es cierto: el país no estaba bien. Había inflación, crisis sindical, violencia y una sensación de ingobernabilidad absolutamente real. Pero lo que se iniciaba esa fatídica madrugada sería peor. Asumía el control del país una Junta de Comandantes en Jefe integrada por el teniente general Jorge Rafael Videla, el almirante Emilio Eduardo Massera y el brigadier Orlando Agosti. “Control del país” significó, entre otras cosas, disolución de los partidos políticos y del Congreso, anulación de la libertad de prensa y expresión, reemplazo de la Corte Suprema de Justicia, supresión de toda actividad política y sindical, entrega económica. Y, fundamentalmente, muerte. Una pena de muerte disfrazada para “quienes causaren daño a medios de transporte, de comunicaciones, usinas, instalaciones de gas o agua y otros servicios públicos; para los que contaminaren el agua, los alimentos y las medicinas; para los que causaren daños con explosiones o incendios; para los que sean sorprendidos in fraganti y no acaten las intimaciones, o se enfrenten con las fuerzas de seguridad", pero en realidad significaba para todo el país que no acatara las órdenes, por más irracionales que fueran.

Comenzaba el mayor genocidio de la historia nacional. El terrorismo de Estado ocupaba los sillones. El plan de exterminio estaba en marcha. La Argentina, los argentinos, nunca más serían los mismos.


http://www.24demarzo.gov.ar/html1976.htm Este es un fragmento de un documento que fue extraído de esta dirección, a la cual recomiendo de manera urgente visitar y leer de una forma muy concienzuda. Sería de mucho provecho que la leyeran los jóvenes, aquellos que no entienden el rencor que cargan muchos adultos por esta fecha tan nefasta.

A nivel personal tengo tres recuerdos que hoy me revuelven el estomago y que al momento de recordarlos se me humedece la vista, y por dios, me cuesta muchísimo creer que la libertad de expresión abarcan a esta gente también. Por supuesto todos estos recuerdos emparentados con mi familia y principalmente mi padre. En esa época yo vivía en Alta Gracia en barrio del Alto y cerca estaban los cuarteles de la Quintana y en las sierras se ocultaban los montoneros. Tenía tan solo diez años, era hijo único, adoptado y esta la pequeña parte de esa historia que a mi me toco vivir, insignificante a la par de otras mucho mas infortunadas, pero mía.


El primero de ellos, solo por darle un orden, atañe a una imagen que me quedo de mi padre llegando de su trabajo. Él trabajó siempre en el Banco de la Nación Argentina. Era ordenanza y recuerdo que cuando llegaba a casa de su trabajo me traía de regalo algún autito de colección o “rastis”, unos ladrillitos que servían para armar cosas. Cuando se agachaba para dármelos, por que yo vivía en el piso como corresponde a un buen chico, yo miraba que en la parte interna de su saco tenía una cartuchera con un revolver. Me llamaba mucho la atención por que el revolver era un 38 largo como los que yo veía en las incipientes películas y series de vaqueros en televisión. Mi atención se multiplicaba cuando veía que la cartuchera era muy colorida y trataba de reclamar mi otro regalo por creía que ese revolver era de juguete y era para mi. No entendí nunca por que mi papa me retaba cuando quería jugar con esa arma de juguete. Años mas tarde supe que esa arma era de verdad y me contaron también que en esa época el banco estaba custodiado por tres policías, tres gendarmes y dos empleados que se los obligaba a estar calzados (armados), por si acaso. Si ustedes conocieran a mi viejo, y se que algunos de los que lean esto lo han conocido, me entenderán por que es tan disparatada la idea de que mi viejo portara un arma. Era disparatado que un civil llevara un arma pero también si alguien me apura les digo que mi viejo era la persona más dulce del mundo y nunca hubiera disparado.

El segundo recuerdo tiene que ver con otra imagen, esta mucho mas familiar. Mi padre, mi madre y yo en la cocina de nuestra casa en Alta Gracia, con un televisor blanco y negro a válvulas viendo los tres la novela de mi mamá pero que sospecho que a mi papá también le gustaba. Creo que la novela era “Rosa de lejos”. Toda esta escena sería muy tierna, muy dulce y hasta salida de un cuento infantil pero mirábamos la novela con toda la casa cerrada, con colchas en las ventanas y en las puertas y a un volumen muy bajo por que a partir de las diecinueve horas regia en todo el país el toque de queda. Se escuchaban en la noche disparos esporádicos y alguna que otra explosión en las sierras. Se escuchaban pasar los aviones. Todo esto para mi no dejaba de ser divertido. Si hasta festejaba cuando veía que la cara de mi viejo tenía un parecido a la de nuestro presidente Jorge Rafael Videla. Si hoy alguien me apura le digo que este acto, mirar la novela de la noche, fue el único acto de trasgresión que le conocí a mis viejos y si alguien me vuelve a apurar les digo que actos como esos ya no existen.

El tercero de mis recuerdos es más masivo. Por supuesto que se trata del el mundial de 1978. Mucho mas allá de el hecho deportivo hubo en este evento una cortina de humo para que los argentinos no viéramos la realidad y cayéramos presa del exitismo y el triunfalismo, fórmula que funciona de una manera muy eficaz hasta el día de hoy. Como dije anteriormente en esa época vivíamos en Alta Gracia pero cada tanto viajábamos a Villa del Rosario (donde vivo el la actualidad), para visitar a los parientes. Mi padre nunca fue futbolero así que estuviéramos viajando de vuelta a casa a Alta Gracia cuando se estaba jugando la final del mundial hoy no me extraña. Era una tarde completamente nublada, por eso en este recuerdo predominan los grises. Por la ruta los autos empezaron a bajar la velocidad y a tocar bocina al grito Argentina campeón. Yo tenía una pequeña banderita de plástico que empecé a flamear por la ventanilla para añadirme al festejo y le pedí a mi papa que también tocara bocina. Todo esto sería un hermoso recuerdo si años después no me hubiera enterado que en ese momento en la argentina a dos años de la asunción del gobierno militar ya había más de 4000 desaparecidos. A pocas cuadras de la cancha de River, donde se jugó el campeonato, cientos de desaparecidos eran torturados en la ESMA. Si me vuelven a apurar les digo que creo que mi viejo no hubiera tocado la bocina para festejar si no se lo pedía yo.


Desde la distancia hoy solo me quedan algunas pocas cosas en claro. Me queda claro que cada uno de los que vivimos esta tórrida historia tenemos algo que contar. Algunos mas comprometidos, otros no tanto pero todos tenemos que empezar a hablar de lo que nos sucedió en esa época. Desde mi ocho años mis padres me dieron una visión del mundo distorsionada para que no sufriera como habrán hecho muchos padres con sus hijos. ¿Alguien recuerda haber visto una pelicula llamada "la vida es bella"? La pelicula cuenta todas las pericias y vericuetos que un padre llava adelante para que su hijo no viera la realidad, lo que estaba sucediendo. Lo que sucedía era que el padre era judio en una alemania nazi y lo habían llevado a él como a su hijo a un campo de concentración. Algunos ecépticos me supieron decir que la película era muy fantasiosa por lo tanto falsa. La pelìcula solo fue una alegoría, una metàfora, un montaje artístico si se quiere para evidenciar de una manera irónica, dulce y con cierto humor lo que allí sucedió. Por eso sospecho que mis padres como tantos otros nos pusieron a resguardo de una realidad que superaba la fantasía.
Me quedo claro que a partir de esa fecha los argentinos perdimos la inocencia, perdimos derechos que hasta el día de hoy no recuperamos como el derecho a la identidad de tantos hijos de desaparecidos robados y entregados a familias de militares. No creo que esta fecha sea para recordar. Por ejemplo festejamos en la navidad el nacimiento de Jesús pero este es un hecho que ocurrió y termino y hoy se lo evoca en forma conmemorativa. Lo que comenzó el 24 de Marzo de 1976 aun hoy no termina. Hay muchas familias en busca de sus nietos, hay muchos nietos que dudan de su identidad. Los genocidas están libres y permanecen impunes ante el brazo de la ley, se mueren y se están llevando la verdad a sus tumbas. Jorge Julio López sigue desaparecido en plena democracia por declarar contra los represores, las abuelas siguen en la plaza, y el pensamiento fascista sigue enquistado en la sociedad, si más de una vez escucho decir que estábamos mejor con los militares. Para colmo de males los que no son fascistas son indiferentes. Fascismo de unos, indiferencia de otros, combinados un veneno mortal para los ideales de un pueblo. Somos hipócritas hasta la médula. Esta sociedad tan apática e insensible me revuelve el estomago. Les doy un ejemplo de que digo. En este blog hay publicado un artículo llamado: una postal de la indiferencia http://elchunkano.blogspot.com/2008/03/postal-de-la-indiferencia.html Les pido que presten atención a esta foto.


En ella se ve un perro que se esta muriendo. Resulta que un seudo artista en un rapto de locura decidió que atar un perro en una galeria de arte y no darle comer hasta que muera es un hecho artístico. La locura de este desalmado, por ser mesurado con los calificativos, es evidente pero lo que mas me alarma es que la gente de alrededor no hizo absolutamente nada ante esta salvajada y permaneció indiferente lo que deja ver a las claras que el emfermo no es únicamente el asesino de éste animal sino la gente que asiste narcotizada a este espectáculo sin hacer nada. Así estamos, impávidos, resignados a que nada puede cambiar, que esto ya paso, que tenemos que olvidar en pos de la pacificación nacional, que si no olvidamos nunca vamos a crecer y tantas otras mentiras de las que nos nutrimos para hacer mas tolerante nuestra miserable historia.


Esta puede ser una gran historia si nosotros, los responsables de terminarla, le damos un final digno y justo para todo el pueblo. Hoy recordemos, pero recordemos también que desde donde esten muchos muertos nos exigen al pueblo que hagamos justicia y digo que desde donde esten por que no puedo decir desde sus tumbas por que muchos no tuvieron al morir un lecho digno de descanso.Este final esta signado por la memoria pero esta viciado de olvido. Si me apuran les digo que mis viejos no me dejaron ver ni tantito así de lo que en realidad pasaba en la argentina en ese tiempo para proteger mi niñez de estas bestias asesinas.


el chunkano

1 comentario:

elcuervolopez dijo...

Un prolijo ensayo, mi estimado. Y los recuerdos tuyos valen mucho porque a su vez me hacen recordar a mí los míos.
Me has motivado a que a su vez, yo reflexiones en mi blog en pocas horas, baratamente, claro, sobre este hecho.
Asimismo, incluí tu blog entre mis blogs amigos.
Abrazo y sigue siempre así, buenazo.