sábado, 8 de marzo de 2008

La optimización del tiempo

Me haría muy feliz que uno de estos días podamos comunicarnos personalmente, tirando abajo las barreras del miedo a disentir que muchas veces nos paraliza. Al costado superior derecho del blog esta mi mail, me encantaría que me escribas. En la diversidad de opiniones esta nuestro crecimiento cultural ya que una cultura nunca fue representada por el parecer de una sola persona.



A medida que pasa el tiempo y se los dice alguien que hace muy poco cumplió sus primeros cuarenta años de vida en este planeta vamos siendo los descubridores de verdades que no pedimos ver pero que se manifiestan de una manera espontánea, locuaz, hasta irreverentes por momentos, pero que son irrefutables. Les voy a contar algunas de las que se me ha permitido ver en mi vida. Algunas llegaron para hacerla mas placentera y otras no me dejaron otra salida que no combatirlas y aprender a convivir con ellas. Una de esas verdades es que el paso del tiempo es irreversible. Con el paso del tiempo el ser humano no solo acrecienta su experiencia en la vida sino también sus errores, miserias, rencores; pero sobre todo con el paso del niño al hombre vamos perdiendo de una manera definitiva la capacidad de maravillarnos que en algún momento, a una muy temprana edad tuvo el universo. De ahí que mi concepción de la locura viene a ser algo así como un portal en el tiempo que nos permite de una manera poco convencional y comprensiva, comunicarnos con ese niño que alguna vez fuimos. Ese niño que era poseedor de una sabiduría que le otorgo el desparpajo de espontaneidad, su capacidad de sorprenderse y maravillarse lo mantenía en un estado de constante expectación, y la inocencia de sus actos lo hacia inmune a cuanto planteamiento de temprana racionalidad se le pudiese endilgar. En ese niño creo que están muchas de las respuestas que buscamos con tanto afán. Infinidad de veces me encuentro alegando como ha cambiado el mundo en que vivía cuando en realidad solo he cambiado yo. El caracol que miraba cuando niño con tanta paciencia para detectar si efectuaba algún movimiento sigue estando en el mismo jardín, solo que ya no lo miro. Las luciérnagas que encerraba en un frasco de vidrio para hacer una linterna siguen surcando las noches veraniegas de Alta Gracia pero yo ya nos las persigo. Las pelotitas de golf que robaba a los golfistas y que luego de unas horas se las vendía a ellos mismos a un peso las veinte (dinero con el cual me compre mi primer juego de ajedrez), se siguen fabricando. Lejos estuvo de ser considerado por mí como un acto de felonía punible y por los golfistas era tomado como una risueña picardía de niños. Si hoy se me ocurriera por un momento intentar mirar el movimiento de un caracol siendo pobre seria tomado por loco. Si se ocurriera perseguir unas luciérnagas en una de esas nochecitas de verano en Alta Gracia siendo rico seria catalogado como excéntrico. De más esta decir que si me dedicara a sustraer cosas ajenas a mi propiedad sin el consentimiento de sus propietarios seria acreedor de todo el peso de la ley (si fuera pobre). Todo esto simplemente desemboca en que la lógica que dominaba cuando chico poseía una sabiduría muy superior a la que se nos va enquistando con el paso de los años, la razón le va quitando terreno a la intuición. No preguntaba cosas que no tenían por que tener una respuesta, no planteaba ¿porqués?, ¿comos?, ¿cuantos?, ¿Dóndes? Solo me sumaba al cauce energético que mueve todo el universo y me dejaba arrastrar sintiendo que todo existe a pesar de que podamos o no dar explicaciones fehacientes, catalogadas, homologadas, archivadas y aprobadas de su existencia. Mi propuesta no es que nos movamos por los cánones de la más absoluta bohemia pero tampoco nos dejemos aplastar las mentes y espíritus por el pensamiento capitalista. Dicho pensamiento esgrime la pauta de dividir el mundo entre lo que sirve y lo que no, lo que es útil y lo que no. Esto se ve fuertemente reflejado en la actitud indiferente que toma la sociedad ante sus mayores, sus pobres, sus escasos pueblos indígenas, sus niños y tantos otros que ven postergadas sus necesidades en pos de priorizar aquello redituable. Mi concepción de la locura viene a ser como algo así como un portal en el tiempo que nos permite de una manera poco convencional y comprensiva, comunicarnos con ese niño que alguna vez fuimos. Apelo a lograr esta conexión con mi niño para poder comunicarme con ustedes de una manera sincera.



Hace unos meses asumí que estaba enfermo. Me di cuenta de que la obesidad era mi Némesis, esa diosa que de un modo unilateral me fue asignada para evidenciar mis desequilibrios. Némesis era una diosa y una diosa de la mitología griega, una deidad muy antigua que castigaba la desmesura de nuestros actos. Sus sanciones tenían usualmente la intención de dejar claro a los hombres que, debido a su condición humana, no pueden ser excesivamente afortunados ni deben trastocar con sus actos, ya sean buenos o malos, el equilibrio universal, y por supuesto que toda acción tiene una consecuencia. De este modo represente mi hartazgo, mi Némesis, pero no por mi ser o existencia si no por algunos de mis actos y situaciones que voluntad mediante podían ser corregidas para que retomen el curso energético usual del universo. Es por ello que creo que el hartazgo no es de nosotros mismos sino de algunas cosas que no logramos que retomen ese cauce universal, ese cauce que alteramos de una manera inconciente y ajena a nuestra voluntad al momento de nacer. Embrollos, broncas, dolores, tristezas, rabias de no poder. No poder ser el profesional que anhelamos, no expresar los sentimientos que nos embargan, en pocas palabras: impotencia. Creo que empezar a buscar es la solución, la respuesta, el destino o como quieran llamarlo. La solución es el movimiento. En el I´ching representa a este estado, el hartazgo, como el lago estanco, ese que no puede ser contenido, ese que tiene el poder de desbordar por que simplemente esta contenido. En este universo todo lo que es tiene como destino dejar de ser y todo aquello que no existe comenzar a hacerlo. Así es que el noble procura dar el justo curso al desbordamiento pero no puede ni debe tratar evitarlo, solo se contenta con ser testigo del movimiento. Debemos reconocer el desbordamiento como una consecuencia normal de la vida del lago. Por eso yo no veo falla (como dice el I´ching), en un estado de animo donde se presenta el hartazgo. El lago contenido y su desbordamiento inevitable, el hartazgo incontenible y la búsqueda por encauzar esa fuerza. Mi búsqueda personal pasa más por una búsqueda del equilibrio que por la búsqueda de la felicidad. La felicidad o el infortunio solo son hemiciclos de una onda fluctuante en nuestras vidas. Yo solo brego por no alterar ese movimiento, solo sumarme. Ser feliz cuando los tiempos son propicios y padecer y sobrellevar de una manera digna y estoica la desgracia.


Dijo Ernesto Issberner Haldane: “Aprende a pensar con exactitud, a desear con exactitud, a querer con exactitud, pues de ello emanan tus acciones y éstas, a su vez, determinan tu destino. Lamentablemente la exactitud nunca formo parte de mi vida. Solo prodigo emociones caóticas. La exactitud esta reñida de manera irreconciliable con la naturalidad. ¡Ufff! Cuanto por decir. Primero que nada sigo sosteniendo que toda búsqueda implica movimiento y que el movimiento es una meta en si misma más allá del puerto al que se arribe producto de esta búsqueda. Volviendo a la niñez recuerdo a la búsqueda como el nervio motor de mí existir. Era feliz simplemente al buscar. Me contentaba o desilusionaba el resultado de la búsqueda pero la búsqueda en si ya me hacia feliz. No me levantaba en la mañana pensando en encontrar antes del final del día si no que me levantaba pensando en buscar al principio de ese mismo día. Son puntos de vistas que se fueron alterando y se van alterando con el sucumbir de nuestra moribunda inocencia con el paso de los años. Creo firmemente en el otro para poder ser yo. Creo también que es muy bueno sacar provecho cuando los universos de nuestras existencias confluyen en un mismo punto y en un mismo tiempo. Creo en la confluencia de nuestros destinos comparable a los eventos que desencadenan la formación de galaxias. Tan extraordinarios y tan únicos son.


El tiempo es uno, es una línea sobre la cual podemos transitar de manera gradual siempre avanzando, queramos o no, sea así nuestra voluntad o no. La muerte, lejos de ser fatalistas, es otra de esas verdades que nos comprende a todos y a todo. Esto me hace poner en duda la optimización del tiempo como un valor supremo de mi búsqueda dejándolo a mi parecer en un segundo plano y solo para cuestiones formales. El hecho de haber perdido el tiempo, forma también parte de quienes somos. Yo ni por las tapas creo estar perdiendo tiempo en escribir estas líneas. También se que tengo un millón de responsabilidades que debería estar llevando a cabo en este mismo momento pero que estoy seguro de postergar en pos de lo que creo prioritario. Se que estoy pasando por mi vida un poco distraído. Se que talvez estoy dejando pasar un futuro promisorio como instrumentista por que no estoy estudiando (por dar un solo ejemplo), pero no dejo pasar un presente patente en el que talvez puedo tender los primeros eslabones de una amistad que vale una y mil penas. Trato de rescatar a ese niño que se despertaba en la mañana pensando en buscar y no al adulto que piensa en encontrar al final del día. La optimización del tiempo no debe traer aparejado tras de si una estructuración. Yo creo que mi tiempo, esto lo digo a titulo personal, lo estoy utilizando lo mejor que puedo. Reconozco mis perdidas de tiempo, por así llamarlo, pero también se que sin esas perdidas de tiempo, aparte de un montón de otras cosas mas, no seria la persona que soy. No seria esa persona que se la pasa despotricando en este blog. Seria otro. Seria un buen cura, un excelente fiambrero, un buen padre y esposo, un excelente instrumentista o hasta uno de los mejores vendedores de Córdoba, pero no seria la persona que hoy escribe. ¡Ojo! No estoy haciendo una apología de: “perdamos el tiempo”, solo digo que son múltiples los destinos que se nos abren según decisión mediante elegimos un determinado camino. Las malas decisiones muchas veces nos abren excelentes caminos como así también las buenas pueden terminar en fracasos. Los caminos son muchos pero no debemos confundirlos con la línea del tiempo que es solo una. Yo no trataría de optimizar el tiempo, mas bien solo le daría todo el orden que fuera posible darle, sin aplacar la fuerza arrolladora de la naturalidad, de la espontaneidad del destino con que nos nutre. Será que optimizar me suena a un término muy capitalista utilizado por las universidades y empresas privadas tendientes a sacar clones de profesionales y trabajadores con sus cualidades humanas menguadas por la optimización o la excelencia. Ya enuncian estas ideas de optimización del tiempo libros como: ¿Quién se ha llevado mi queso? O el vendedor más grande del mundo de Og Mandino.


En pocas palabras creo que ordenar un poco los tiempos puede lograr organizar nuestras vidas pero siempre va a estar presente, y más en gente como nosotros (los artistas), el impulso creador que no se maneja por agenda ni disciplina alguna. Creo en el caos como generador de todo acto creativo. El mismo universo partió del caos. Yo creo que es un buen planteamiento esto de optimizar los tiempos pero sin caer en ningún tipo de fanatismo de pensar de alguna manera que algunos de nuestros fracasos o problemas pasados fueron por una falta de previsión horaria. Estoy seguro de poder alcanzar nuestras metas por que lo llevamos en nuestra estrella no por una organización de una agenda. Busquemos siempre la excelencia y la perfección pero a sabiendas que nunca vamos a ser perfectos, pero que tampoco nos hace falta serlo. Lo que necesitamos, a mi humilde entender, al final del día es saber que el esfuerzo que hicimos por vivir fue todo el que debíamos dar. Espero serles útil y ayudar con mis palabras a su búsqueda pero de no ser así, me contenta el saber que les he regalado unos de mis bienes más preciados, mí escaso tiempo que por más que lo organice una y otra vez me sigue ganando. Todo esto, y todo lo que escribo finalmente siempre lo cierra una sola idea, un solo pensamiento, un solo espíritu: “debo pensar que a pesar de creer que la razón me acompaña puedo estar muy equivocado”.

el chunkano

'vooolveeeer....con la frente marchita'

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