sábado, 15 de marzo de 2008

Nuestros hijos nos miran

Nuestros hijos nos siguen mirando


Deberíamos intentar saber auque sea por vergüenza que lo que nos hace una sociedad tan corrupta. La indecencia de nuestros gobernantes solo tiene su origen en nuestra idiosincrasia como pueblo. No se trata siquiera de repartir culpas tratando de quedarnos con la menor parte. Se trata de saber el mal que nos aqueja para saber que remedio debemos tomar. Siempre despotricamos contra el gobierno de turno por inoperante y corrupto pero nos olvidamos que hay un sistema donde elegimos a nuestros gobernantes llamado democracia. En él, dicen algunos, elegimos. Por textos antes escritos en este blog (http://elchunkano.blogspot.com/2008/03/las-grandes-mentiras-de-la-democracia.html) sabrán que no es mi punto de vista. Así y todo nuestros gobernantes, por mas que carguen con la mayor parte de responsabilidad por esta situación, no dejan de ser un fiel reflejo de nuestro ser social. Cabe aclarar en este punto que no hablo de que no exista la bondad y la decencia en el pueblo argentino a nivel personal, si creo que como sociedad, como el ser social que conformamos entre todos y que tiene su propia personalidad, somos adictos a la corrupción. Escuchamos esta palabra y se nos viene a la mente grandes negociados, donde se lava y prostituye la moral de los argentinos. Escuchamos esta palabra y se nos viene a la mente el proceso de reorganización nacional que tantas vidas injustamente sesgo. Escuchamos esta palabra y sabemos que es un sinónimo de la clase política que nos gobierna. Creo que hasta el día que nos siga gobernando un partido político y no un gobernante que represente a la totalidad del pueblo seguiremos siendo esclavos de este flagelo. Todos los políticos se acusan de corruptos unos a otros pero ninguno queda preso. ¿Es que será cierto el dicho que decían los viejos “entre bueyes no hay cornadas”?


Pero no creamos que esta clase política vino desde otro país a gobernarnos. Son los mismos hijos de este pueblo que en su afán desmedido de poder y lucro sucumben a la tentación. Ahora pregunto yo, si no viene de afuera toda esta corrupción: ¿en donde nace? ¿De donde proviene? ¿Cuál es su caldo de cultivo?

Me animo a esgrimir una somera respuesta acerca de cual es el seno inicial de la corrupción. Nosotros mismos. Nosotros probablemente no cometemos actos de corrupción magnánimos así y todo, a pequeña escala, somos tan corruptos como los políticos que detestamos. A diario observo pequeñas actitudes que nos van marcando un camino deshonesto. Somos un pueblo increíblemente hipócrita. Creamos leyes que luego no cumplimos. Yo vivo en un pueblo pequeño llamado Villa del Rosario y día tras día observo estos pequeños actos que van nutriendo nuestra inmoralidad. Desde el momento mismo de no respetar un semáforo, de ir en contra mano, de adelantarse en una cola, cuando tiramos basura al suelo, vamos fomentando la indecencia. Dirán que soy tremendista al poner ejemplos tan superficiales o superfluos pero ocurre que a mi entender aquí empieza todo. El niño que educamos con palabras en la decencia lo vapuleamos con la incoherencia de nuestros actos. Dictamos leyes que no cumplimos y le buscamos cualquier vericueto legal para evadirla. ¿Cómo un pequeño puede sentir algún respeto por las leyes si nosotros no le damos el ejemplo? Si todavía recuerdo el caso Fendrich, el subtesorero de un banco que robo 3.200.000 U$S y salio libre en tres años. El comentario de todos nosotros fue: “éste tipo si que la hizo bien”, “éste tipo es capo”, o hasta escuche “Fendrich maestro”. Mediano favor que le hacemos a la vocación de nuestros educadores. Somos idolatras de la avivada, del acto ilícito, de la desvergüenza. Si todavía escucho decir a algunos que con el Carlos estábamos mejor. Somos una sociedad adolescente que no tiene una meta más allá de sobrevivir. Nuestros hijos siguen siendo los inocentes testigos de nuestra barbarie y del descalabro de nuestros ideales. En mi pueblo todavía creen que mandando sus hijos a una escuela mejor los absolver de cualquier sufrimiento futuro. No se dan cuenta que todos aquellos que no tengan el derecho y no la suerte de una educación mejor van a atentar en un futuro contra el bienestar de sus hijos. Si la educación no la impartimos en forma equitativa como un acto de conciencia deberíamos hacerlo por lo menos hacerlo en defensa propia. Debemos entender que si se toma un remedio no solo se debe curar los síntomas puntuales si no brindar bienestar a todo el cuerpo. Un cáncer ataca un lugar determinado de nuestro cuerpo pero lo mata por completo. Así creo yo que la educación debería impartirse para todo el pueblo en su conjunto de una manera imparcial, ecuánime y equilibrada, sin depender directamente de la posición económica de cada familia. Esto esta estipulado en los derechos del niño y no se cumple. Por eso creo que somos una sociedad hipócrita y corrupta y de nosotros nace el virus que luego se magnifica en nuestros gobernantes. Somos victimas de nuestra propia pestilencia.





Así y todo conservo la esperanza que me da todos los días el ser individual. Esas personas quijotescas que a riesgo de ser tomadas por estúpidas le hacen frente a la corrupción con decencia, que no creen que esto siempre fue así y va a seguir siendo así. Que no admiten la derrota ni aún moribundos. Se me viene a la mente el Pocho hormiga, el pocho Lepratti. Tenia 35 años, había nacido en concepción del Uruguay, pero decidió vivir en el barrio Ludueña para trabajar con los más humildes. Coordinaba los talleres para niños, y daba clases de teología en la escuelita del padre Edgardo Montaldo, también trabajaba con el grupo de jóvenes "La Vagancia". El miércoles 19 de diciembre, harto de que la policía dispare contra pibes y mujeres, se subió a la terraza de la escuela Nro. 756 del Barrio Las Flores, donde colaboraba con la preparación de la comida. Intentó parar la represión, pero un policía del móvil Nº 2270 del comando radioeléctrico de la ciudad de Rosario disparó directamente contra el cuerpo de Pocho. La bala de plomo se alojó en la traquea y lo mató, llevándose a un militante de la vida y a una persona que luchaba día a día por cambiar las podredumbres de este mundo. (http://www.pochormiga.com.ar/)

Intentemos, aunque sea intentemos, de dar nuestro pequeño ejemplo. Hagamos lo que muy dentro sentimos que es lo correcto. Que no nos venza el desanimo ni el pesimismo. Son tiempos muy duros para darnos el lujo de ser pesimistas. Una de las mayores contradicciones del corazón humano es que capaz de hacer tanto daño como bien si se lo propone. El tiempo de la acción es el presente. Nuestro hijos nos miran.



el chunkano


'vooolveeeer....con la frente marchita'

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