miércoles, 19 de marzo de 2008

El que no llora no mama y el que no afana es un gil.

En la codicia se encuentran erigidas las mas grandes injusticias de la humanidad y a sus pies nuestra dignidad.


El mundo fue y será una porquería, ya lo sé, pero me niego a aceptarlo. ¿Quien en su sano juicio puede negar que Discepolo transgredió los umbrales del poeta y del músico para ser uno de los mas grandes filósofos que tuvo el siglo XX? ¿Quién puede negar que tuviera amor por el conocimiento? ¿Quién puede negar la vigencia del tango Cambalache en el quinientos seis y en el dos mil también? Sin duda este prócer del verso y la melodía supo pintar con palabras un cuadro muy descriptivo del siglo que pasó. Hechos acaecidos por estos días me aseveran más que nunca la vigencia de esta letra.



Noticia por todos conocida es la compulsa entre el gobierno y la gente de campo por la retenciones aplicadas sobre las cosechas por eso no voy a ahondar en este tema. Solo basta con encender una radio para empaparse de lo que aquí sucede. Mi pensamiento va en otro sentido. No pongo en duda si su reclamo es correcto o no, si estoy seguro de que la forma de hacerlo saber no es una forma democrática y justa, ademas pongo en tela de juicio la urgencia de lo peticionado.

Primeramente debemos entender todo el pueblo que cuando se ejerce una medida de fuerza por parte de un sector social, gremio o institución necesariamente tiene que molestar a alguien por que en sus objetivos está llamar la atención sobre una determinada situación. Cuando una determinada situación problemática no es tomada en cuenta por la dirigencia, un sector social, gremio o institución debe poner en alerta a la sociedad que se esta librando una batalla en pos de lograr un equilibrio. Para ello tenemos todo el pueblo garantizado el derecho a la huelga. Mentira. Esta es otra de las atroces mentiras que cierne sobre nuestro mal llamado sistema democrático. La huelga esta únicamente reservada a los sectores de poder. La razón por la cual alguien puede realizar una huelga es por que tiene el poder de hacerlo y por que su medida va a tener algún efecto sobre el contexto social. Así es como no vemos a jubilados haciendo huelga en pos de lograr, no solo mejores haberes, sino que se respeten sus derechos a una ancianidad digna. A este sector social lo asiste la razón, tiene el derecho pero lamentablemente no tiene el poder. Quino en la ironía de su humor los imagino haciendo huelga, dejando vacíos los bancos de las plazas y sin comer a las palomas. También a los niños los asiste la razón y el derecho para exigir una educación equitativa, alimento y vestido, una vida digna pero tampoco tienen el poder. Que extraño estigma encierra esta palabra: poder. Su significado esta íntimamente relacionado con la posibilidad de realizar algo, si así fuera nuestra voluntad, mientras nos asista la razón y el derecho dentro de un determinado contexto social y enmarcados, nuestros actos, por las normas sociales preestablecidas. Esto también es mentira aunque no debiera serlo en un sistema democrático. La palabra poder es sinónimo de dinero y, indefectiblemente, por decantación lo es del capitalismo. Esta pandemia que enferma a los seres humanos de codicia, de ambición desmedida, que corrompe nuestros ideales mas sublimes como aquellos más austeros. Sin dejarme llevar más por mí abominación por el capitalismo quiero dejar un punto en claro: detrás de toda esta situación entre el campo y el gobierno solo existe un conflicto de poderes, pero el poder como sinónimo de dinero. En las antiguas luchas gremiales existían ideales perseguidos con mucho afán. No solo se defendía el salario si no los derechos que nos asistían como trabajadores. Jornadas de ocho horas, remuneración y reconocimiento de las horas extras entre tantos otros como también lo fue el derecho a huelga. Las medidas tomadas por la gente de campo lejos esta de ser una huelga mas bien se asemeja a una obscena extorsión. Toda esta situación es similar a un secuestro donde el arma la tiene el campo, el pueblo somos los rehenes y el gobierno es el extorsionado. No tiene verguenza. Solo me reconforta la esperanza de saber que al final, cuando todo esto termine, por que va a terminar pronto, se caerán las caretas dejando ver al rostro a los hipócritas, atorrantes y desvergonzados. Se que se va terminar pronto por que su problema se arregla con dinero y el gobierno esta acostumbrado a pagar por los servicios prestados a los que prostituyen su dignidad. Mi viejo decía que cualquier problema que se arregle con dinero es barato.


Actitudes prepotentes como esta se puede esperar del gobierno dado su ilegitimidad. Un gobierno que llega al poder por medio de punteros políticos, dadivas y sobornos, en un sistema democrático donde votan los muertos y a veces hasta dos veces, y donde el dinero define la voluntad de un pueblo, no debe asombrarnos por su actitud de confrontar sin medir las consecuencias. No se asusten, solo estoy hablando del gobierno que votamos usted y yo.



Lo que me extraña de manera asombrosa es la actitud de la gente de campo. Desde chico mi amadísimo viejo supo mostrarme en la gente de campo ciertas bondades de las que carecía el habitante de la ciudad. En ellos se encontraban la sabiduría que brinda el contacto con la tierra, esa de saber de donde venimos y hacia donde vamos. Ese hombre desprendido, austero por convicción. A ese ser humano que me supo mostrar mi viejo le escrito varios temas folclóricos ensalzando su condición de hombre de campo. Hoy me produce mucha tristeza verlo enfermo de actitudes facinerosas peleándose por unos pesos mas o menos. Lejos estoy de creer que estas personas están haciendo una huelga por una causa legítima. Por lo menos no es la imagen que proyectan a la sociedad. No se los ve miserables y mendigos como los aborígenes enfermos del chaco, no se los ve desahuciados como a nuestros ancianos a los que matamos con nuestra indiferencia, no se los ve mal comidos ni con hambre como tantos niños que asisten a los comedores escolares como única opción de alimento. No es una condición sin ecuanon que para reclamar un derecho uno tenga que esperar a estar desahuciados pero sepamos que el reclamo en este caso no debería ser tan vehemente, dado la vanalidad de dicho reclamo. Yo los vi cortando rutas con sus cuatro por cuatro y tractores y esto me pareció por lo menos una falta de respeto a tanta gente con verdaderas necesidades. Es una afrenta al sentido común. Los vi apáticos ante las necesidades que tuvieron tantos que vieron violados sus derechos. Aquellos que no pueden realizar huelgas. Aquellos que luchan todos los días por futuro mejor para sus hijos. Aquellos que no tienen el poder que brinda el dinero. Hoy el hombre de campo no es mas el gaucho, no tiene las bondades del criollo. Hoy solo quedan comerciantes carroñeros y el campo para estos es nada mas que un buen negocio. Mas bien hoy se parecen a inversores bursátiles. La sociedad que tenemos solo sigue siendo la consecuencia directa de la educación que tuvimos. El campo ya no da frutos para estos seres, solo da divisas. Para ellos el único interes en la tierra es el que se puede medir en los fluctuantes indices del mercado. La tierra para estos a perdido su valor o si conserva alguno es el que se puede leer en las cotizaciones. el campo ya no se mide en hectáreas sino en quintales. eso es lo que vale el campo hoy. La moneda les sirve de escusa para dar rienda suelta a su incontinente codicia. Las mesas de negociaciones del infierno están atestadas de gente que sabe lucrar a costa del sufrimiento ajeno.


Solo me cabe acotar que estoy de acuerdo con el derecho a huelga pero tengamos dos puntos en cuenta al momento de plegarnos: un motivo verdadero y molestar sin coartar el derecho a vivir de los demás. Es estrecha la brecha que separa la legítima defensa de nuestros derechos de las garras del fanatismo. El gobierno y la gente de campo deben entender que nosotros no deberíamos ser las victimas de sus negociaciones. A pesar de todo mi enojo con la gente de campo (enojarse con el gobierno no vale la pena), sigo apostando a lo que me enseño mi viejo sobre las virtudes de esta gente, trabajadora y noble que solo esta enceguecida, esta enferma de ambición, y que en algún momento de reflexión recapaciten sobre las consecuencias y desmesuras de sus actos. Yo aun en forma endeble sostengo que no es cierto que: el que no llora no mama y el que no afana es un gil.


Aquí les dejo una de las tantas letras que le supe escribir al hombre de campo y que deja a la vista la admiración que en otros tiempos sentí por esta gente.


Campo adentro. (chacarera trunca)

Destino de hombre pobre
De aquel que en la noche espera
La oscuridad para poder
Llegar a ver las estrellas

Sus manos son las raíces
En la tierra que trabajan
Se hunden muy profundo en ella
Y un brote de vida arrancan

Su rostro tallado al fuego
Del sol de alguna esperanza
Cabalga el hombre de campo
Y sus sueños lo acompañan

Que secreto tan profundo
Guardan las almas perdidas
Es un misterio la vida
Se alimenta de si misma


Destino de hombre triste
De aquel que de verdad ama
Cosas que quizás el tiempo
Talvez le niegue mañana

Comulga con el silencio
El eco de sus palabras
Quebranta su voz la pena
Y acuna su alma callada

Piedra contra piedra un canto
El agua del río lleva
La paz que tanto reclama
El hombre para que beba.

chino serrano

Discepolo vigente como nunca, describe la idiosincracia que domina lo que le queda de corazón al hombre de campo. Los versos del Martín Fierro ya no son una referencia para estos hombres

Cambalache (tango)

Que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé,
en el quinientos seis y en el dos mil también;
que siempre ha habido chorros,
maquiávelos y estafáos,
contentos y amargaos, valores y dublé.
Pero que el siglo veinte es un despliegue
de maldá insolente ya no hay quien lo niegue,
vivimos revolcaos en un merengue
y en el mismo lodo todos manoseaos.

Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor,
ignorante, sabio, chorro, generoso, estafador.
¡Todo es igual, nada es mejor,
lo mismo un burro que un gran profesor!
No hay aplazaos ni escalafón,
los inmorales nos han igualao...
Si uno vive en la impostura
y otro roba en su ambición,
da lo mismo que sea cura,
colchonero, rey de bastos,
caradura o polizón.

¡Qué falta de respeto, qué atropello a la razón!
¡Cualquiera es un señor, cualquiera es un ladrón!
Mezclaos con Stavisky van don Bosco y la Mignon,
don Chicho y Napoleón, Carnera y San Martín.
Igual que en la vidriera irrespetuosa
de los cambalaches se ha mezclao la vida,
y herida por un sable sin remache
ves llorar la Biblia contra un calefón.

Siglo veinte, cambalache, problemático y febril,
el que no llora no mama y el que no roba es un gil.
¡Dale nomás, dale que va,
que allá en el horno te vamo a encontrar!
¡No pienses más, tirate a un lao,
que a nadie importa si naciste honrao!
Si es lo mismo el que labura
noche y día como un buey
que el que vive de las minas,
que el que mata o el que cura
o está fuera de la ley.



Letra y música de Enrique Santos Discépolo (1935)




el chunkano


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