miércoles, 26 de marzo de 2008

Comentarios de Fernando

Este es un comentario que me hizo llegar mi amigo fernando relatando una serie de eventos desafortunados que sufrió por los cortes de ruta y su opinión respecto a este tema. Cualquiera que desée hacer un comentario y que lo publique solo me tiene que dar su consentimiento. el chunkano.

Notas a las que hace referencia:


El que no llora no mama y el que no afana es un gíl

La bíblia, el calefón y la cacerola



El comentario de Fernando

Y bueno, habrá que ir haciéndose a la idea de que la “Gente de Campo” desapareció del país. Aquellas gentes sufridas, de gran tesón. Aquellos paisanos voluntariosos, amables y serviciales; aquellos pobres condenados al duro trabajo de la tierra, como lo fue mi abuelo en su niñez. Si, así nomás es la cosa: nuestra gente de campo ya no esta entre nosotros; esos que describieran Atahualpa y Víctor Jara, esos que muchos de nosotros conocimos (aquella imagen romántica del tipo del campo que te da la derecha y con la izquierda te ofrece un mate) son cadáver, son recuerdo, son Leyenda. Lo que nos queda es muy distinto. Hoy tenemos en su lugar una vulgar imitación, hoy tenemos gente “con” campo y no más Gente “de” Campo. Patoteros con soja. Delincuentes con hectáreas, en fin cobardes. Tenemos gente que se regodea en su capital ignorando la miseria ajena, a pesar de que en la década pasada les remataban los campos, no les alcanzaba para comer y tenían fiado en negocio, ¿se acuerdan como lloraban? Claro que la situación cambio mucho. Yo tengo que laburar 10 años para ganar lo que ellos en una cosecha. Así y todo estos tipos le ponen una pistola en la cabeza al país. Este país donde ellos ganan 47 veces más que sus peones. Este país donde la obscenidad del dinero agrario permite que nos traten como a perros mientras destruyen ¡nuestro suelo! No me mal entiendan, no quiero descargar bronca solo por que me rayaron el auto en un piquete agropecuario, les juro que la pintura nada me importa. Tampoco me quita el sueño el ataque verbal y las amenazas de muerte, ya creo haber dicho que son unos cobardes (mi señora y yo estábamos solos y ellos eran 150) así que no viene por ahí. Lo que me tiene sin dormir es la decepción de pertenecer a este pueblo de cobardes; todos los demás automovilistas estaban parados muy mansamente esperando a que los señores de la soja se avinieran a permitir continuar la marcha. Mi señora y yo estábamos solos entre la cobardía de los patoteros y la de los pasantes. Un rato después del ataque al que nos sometieron estábamos en una unidad judicial de Río Segundo radicando una denuncia penal y tuvimos una muestra mas de la cobardía imperante, esta vez de parte de las autoridades, no digo la policía, sino nuestro sistema de justicia que cobardemente permite la violación de la constitución, cuando no, sin hacer nada. Cobardes, Cobardes, mil veces cobardes. Otra palabra que me viene a la cabeza es indiferencia y otra: empatía. Este país tiene mucho de una y casi nada de la otra. Ayer me enviaron una presentación titulada “La Voz del Campo”. Debo confesar que no la leí, solo para no enojarme más. Quien me lo envió, una amiga con un hijo de cuatro y un papá agropecuario, no tiene la empatía necesaria para darse cuenta que su chico hoy toma leche por que papá la trae del campo. Los negritos del pueblo no tienen para desayunar por que hay desabastecimiento. Es la gente que antes cazaba cuises para comer. Tranquilos que en unos días mas no les va a quedar otra. Gracias por su tiempo. Fernando


el chunkano

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